Capítulo 38. ¿Más problemas? (Primera parte)

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Lunes, 14 de enero.
Nueva York, 03:30 p.m

Las tres y media marcaba el reloj de la cocina cuándo atravesé la entrada hasta llegar al salón.

Dios, sin duda ese había sido el lunes más aburrido de la historia.

Los pasillos del instituto estaban casi vacíos, el equipo de fútbol jugaba un importantísimo torneo y todo el alumnado había sido invitado a verlo. Incluso yo, había sido invitada con Ayron; pero para ser sinceros, me parecía muchísima mejor idea eso de dar matemáticas.

Vale, quizás no. Pero no me apetecía en absoluto ver cómo un grupo de tíos sudorosos le daba patadas al balón mientras una porristas con faldas, a mi gusto, extremadamente cortas, ejercen de saltimbanquis de aquí para allá...

No, no... Yo prefería estudiar y dar clase... Como las chicas aplicadas...

Bien, después de casi quince pedazo de minutos en clase, había considerado que quizá y sólo quizá habría podido ser una buena idea asistir a aquel torneo de fútbol.

Ese día era uno de esos días en los que no me apetecía hacer nada ni que nadie me molestase. Sólo preparar un buen café y meterme en la habitación a... bueno, a estudiar.

Quizás leer uno de esos poemas de Dyland ahora me vendría de perlas.

Apenas me apetecía entrar en casa. Es decir, la cosa no estaba bien, ni mucho menos. Con toda la discusión de Alyssa se había creado una enorme tensión en la casa, no comíamos juntos, ni desayunábamos, ¡ni siquiera veíamos la tele juntos! Al final, mi único momento de respiro en todo el día era cuándo me quedaba a solas con Ayron, que, por cierto, aun después de todo lo que pasó con Alyssa, él todavía no sabía nada de las intenciones que tenía mi hermana. Si se las contaba...
Es decir, si le decía que cabía la posibilidad de que volviéramos a Francia para siempre... las cosas empeorarían y, ahora que por fin estamos juntos, eso es lo último que quiero.

Recordáis que he dicho que no me apetecía hacer nada ni que nadie me molestase, ¿verdad?
Genial, pues como sabéis... tengo muy poca suerte últimamente.

Bueno, últimamente y siempre, no les voy a engañar.

Estaba en el salón ordenando mis apuntes de filosofía. Sí. Sin ninguna duda filosofía, después de matemáticas y química, era la asignatura que más odiaba. Algo así como en un ranking de odio la materia número tres.

Vi a Peige bajar las escaleras hacia la cocina. Iba guapa, pero no guapa, sino guapa cómo hacía mucho tiempo que no la veía así de arreglada. Vestía de negro, chaqueta negra, falda de tubo negra, incluso tacones negros. ¿Alguien había muerto y yo no sabía nada?

—¡Hola, Lu! —exclamó tomando una manzana de un cuenco de la isla de la cocina.

—¿Dónde vas así de arreglada? —no quería que pensara que la estaba controlando, es decir, quería ser comprensiva con ella porque cómo ya me contó, la cosa no estaba muy bien... por lo que usé mi mejor tono de empatía.

—¡Tengo una entrevista de trabajo!

¡Genial!

Si. Eso pensé en un principio, pero aún así había algo que no me convencía del todo. ¿Por qué iba tan guapa a una entrevista de trabajo? Quiero decir: entended que sea desconfiada, os recuerdo que Adeline también fue a una entrevista de trabajo y acabó por salir con su jefe, Clément.

—¡Qué bien! ¿Dónde es?

—Bueno, en realidad... Hoy sólo vamos a quedar para cenar el coordinador de la empresa y yo, si hay suerte, me contrata y el miércoles empiezo. ¡¿No es genial?!

Efectivamente, la historia se repetía. Además, de la misma manera.

Sólo espero que el coordinador de la empresa que quiere contratar a Peige tuviera un poco de más cabeza y estuviera casado o, yo que sé. Al menos que no tuviera intenciones de una relación que no fuera profesional con Peige.

—¿Y de qué trabajarás, exactamente?

—Bueno, exactamente soy la secretaria del coordinador. —dijo mientras metía un pequeño paquete de pañuelos y cerraba su bolso. —Es una empresa que trabaja manuscritos, yo sólo me encargo de resolver un poco el papeleo.

Estaba contenta. Me refiero a todo lo contenta que puedo estar porque mi madrastra hubiese conseguido un trabajo. Además, por cómo hablaba sobre ello, parecía ser un trabajo bien pagado.

Pero por otra parte... por otra parte me preocupaba esa misma noche. En resumen, estaba preocupada por el hecho de que al tal coordinador le gustase Peige para algo más y... Y se me presente el hombre con dos hijos más.

No dije nada, preferí que no supiera lo que realmente pensaba y pensara que confiaba en que todo saldría bien. Aparte, ¿por qué no iba a salir bien? Por el amor de Dios, Lu... ¡esas cosas pasaban sólo una vez en la vida! ¡No puedes tener tan mala suerte!

Sí, si que podía. Y tanto que podía.

Hacía rato que se había ido Peige y yo que había acabado de ordenar mis apuntes. No había ni rastro de Alyssa pero no me preocupé, Alan me había dicho que la llevaría a casa de Dakota o... o algo así, no presté demasiada atención.

Pero bueno, si hay una parte positiva de todo esto es que Alan y yo estamos recuperando poco a poco la relación que antes de que pasara todo lo que pasó allí en Honolulu, (ya sabeis qué, ¿no?) teníamos.

Estaba en pleno proceso de hacer una desmoronada tortilla francesa cuando la puerta principal se abrió y por ella entró Ayron.

Me acerqué a él. Por fin... Mi momento de respiro en todo el día.

—¡Hola, Ayron! —me acerqué a él y lo besé. ¡Qué ganas tenía!

Pero algo falló. Es decir, todo falló. No recibí nada por su parte, y cuando digo nada es nada. Ni siquiera me devolvió el beso, ni siquiera el abrazo.

––¿Qué pasa? ––pregunté, evidentemente preocupada.

Él ni siquiera contestó, siguió adelante con su macuto deportivo al hombro y cruzó todo el salón hasta llegar a las escaleras.

¿Qué narices le pasaba?

—¿Ayron? —pregunté desde la planta baja, cuándo él ya había subido al baño para ducharse.

El grifo se abrió, pero yo seguí sin obtener respuesta. ¡¿Alguien me puede explicar qué narices le pasaba a mi novio, por favor?!

 ¡¿Alguien me puede explicar qué narices le pasaba a mi novio, por favor?!

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¡Hola, cachorrillos! ¡Os escribo desde primera línea de playa! Sí, ¡¡estoy de vacaciones!! Y ya era hora, ¿verdad? Son unas vacaciones temporales, el domingo vuelvo a casa...
Bueeeeeno, pues aquí os traigo oooootro capítulo más cargado de... ¿Problemas? Espero que os guste o... que al menos no intentéis matarme por enfadar a Ayron con Lucienne...

¡Nos vemos en el próximo capitulo!

Anna

LucienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora