Capítulo 54. Me marcho, Lu.

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Mediados de junio.

  —Qué guapa estás, Lu.—me dijo Peige mientras me ayudaba a abrocharme el vestido, por detrás.

Ella misma se había encargado de elegirlo. Como americana que es, estaba muy implicada en el mundo de "los bailes de curso". Curioso, ¿verdad? A cualquier madre le importaría tres pimientos esa tontería. Incluso a mi me importa tres pimientos esa tontería.

Pero a ella no, y es que sé que ser la reina del baile tres años consecutivos era importante para Peige. Que ya prácticamente se había convertido en mi amiga.

  —Gracias. —miré mi reflejo en el espejo y sonreí. Era verdad: estaba guapa. Aquel vestido rosa palo me quedaba realmente bien.

  —Vas a ser la envidia de todas las chicas, lo sabes, ¿verdad?

Ojalá lo fuese, pero por desgracia Stacey era demasiado guapa. 

Hoy era oficialmente el último día de curso, dieciséis 

de junio de dos mil dieciséis.

Casi un año, ¿eh? Casi un año desde que llegué aquí y aquí sigo. Sola. Luchando por una relación que apenas tengo claro si va a algún sitio. 

Una relación que ha tenido millones de paréntesis hasta ahora. 

Como este. 

Como este paréntesis en el que nos encontrábamos, lleno de desconfianza, confusión y desamor. 
Desde que tuvimos esa conversación en el coche... Esa última conversación... Ayron simplemente desapareció.

Si. Tal y cómo lo oís. Ayron desapareció. No he vuelto a convivir con él desde que pasó lo de Jenna. Tampoco he tenido oportunidad de hablar con él. Traté de llamarlo muchas veces, de quedar con él, de hablar las cosas; pero jamás nadie me atendió al teléfono. Incluso llegué a pensar que había cambiado de teléfono. Irónico, ¿verdad? 

Me refiero a que hace meses, cuando estaba en París, fuese él quién me llamaba a mi y yo ni siquiera quisiese cogérselo, y ahora sea justo al revés.

KARMA, creo que le llaman a eso.

Pero así era: yo lo llamaba. Lo llamaba a todas horas; a la hora de comer, de dormir, de ir a clase... Lo llamaba hasta a la hora de respirar. Es decir, todo el tiempo.

Y es que eso no es todo. Mientras, me veía sometida  a una presión alucinante por parte de mi familia pero sobre todo, de Alyssa. Ella estaba dolida. ¡Claro que lo estaba! Aún recuerdo cuando hace casi dos meses me dijo que volviera y no lo hice. Le debía explicaciones, tanto a ella, como a Adeline, Frédéric, Pauline, Virginie y todos los demás.

Le debía explicaciones por no aparecer en todo este tiempo, igual que Ayron me las debía a mi.

Porque siempre, todo lo que he hecho o he dejado de hacer... Todo lo que me ha pasado... Todo lo que he pensado, todo lo que he dicho... ha girado en torno a él. 
Y aunque en realidad no todo nos haya ido del todo bien, es ahora cuando me doy cuenta de lo que realmente puedo llegar a echarle de menos, y no solo eso, sino que también sentía mucho deseo por saber qué sería de él, no sabéis cuánto llegué a desear saber de su vida en estos días. No había pasado nada más y nada menos que un mes.

  —Estoy segura de que hoy te encontrarás con él. No puede faltar a un encuentro cómo este. 

 Miré a Peige. Era increíble como me estaba dando ánimos a pesar de que la persona afectada era su hijo biológico. Aquella mujer, después de todo, realmente era buena.

  —Y hablaréis. Hablaréis todo lo que tengáis que hablar. Te quiere, Lucienne. Lo sé. No va a estar evitándote de por vida. Mucho menos hoy, cuando vistes un vestido como este.—Abracé a Peige y sonreí y sé que aunque no pudiese verme, ella lo notó. —Y ahora márchate, Dyland te está esperando abajo.

LucienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora