1-. Otoño

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Era una fría tarde de otoño. Las hojas marchitas caían al pavimento, el viento se paseaba por toda la ciudad, y el sol estaba a punto de esconderse para dar paso a la luna llena. Se trataba de una escena que animaba a salir de casa, quizá para comer algo caliente, o simplemente dar un paseo. Pero a pesar de eso, las calles estaban desiertas. El motivo era simple: Una reciente ola de desapariciones había hecho que la mayoría de las personas buscara refugio antes del anochecer, lo que le proporcionaba un aspecto fantasmagórico a la urbe.

Cerré la puerta del local, y tras guardarme la llave en el bolsillo, empecé mi caminata rutinaria a casa. Se me hizo más tarde de lo que había pensado, pero valió la pena. Terminé el tatuaje de mi cliente, y por lo tanto, obtuve una generosa propina. 

A medida que iba avanzando, me di cuenta de que en todos, o mejor dicho, en casi todos los postes de luz, alguien había pegado carteles con la foto de un chico bastante joven. En la parte superior se podía leer la palabra: "Desaparecido", y en la inferior los datos para contactar a sus familiares. Últimamente, esto se comenzaba a ver con frecuencia a lo largo y ancho de la localidad, pero eran pocas las veces en las que lograban encontrar a quienes buscaban.

Absorto en mis pensamientos, noté cómo alguien pasaba corriendo junto a mí y se detenía a tomar aire frente a la entrada de un callejón. Gruesas gotas de sudor bajaban por su rostro pálido, al mismo tiempo que sus grandes ojos de color azul claro se movían inquietos. Nuestras miradas se encontraron por breves instantes, suficientes para entender que, el terror que ese hombre sentía, no podía deberse a algo común. Sentí lástima por él, aunque poco o nada podía hacer para ayudarlo, por lo que seguí mi camino. 

Avancé hasta el otro extremo de la calle, y entonces escuché un alarido de pánico, seguido de gritos desgarrados. Me giré, y sin que se me ocurriera ninguna explicación lógica, observé siete individuos arrastrando a aquel hombre hacia el interior de la callejuela. Todos vestían largas túnicas negras, con capuchas que les cubrían la mitad del rostro. Al parecer, estaban tan concentrados en aquella tarea, que ni siquiera repararon en mi presencia.

En ese momento, me vi en una encrucijada: ¿Debería seguir mi camino, o ir a ayudarlo? Aquellos sujetos nos superaban en número, y quizá tenían diferencias con su víctima. Diferencias en las que prefería no verme involucrado. Sin embargo, una parte de mí sentía la obligación moral de socorrerlo. Titubeé por unos segundos, pero al final opté por hacer lo correcto.

Di media vuelta, entré al callejón y recorrí los alrededores con la mirada. No estaban por ningún lado. Una vez más, escuché aquellos alaridos y los utilicé para localizar al hombre. Caminé por el lado derecho de la acera y me dirigí a la fachada de una pequeña casa que, en efecto, era el origen del ruido. Intenté asomarme por las ventanas del frente, pero estaban cubiertas por cortinas de color vinotinto. Me llevé las manos a la cabeza, intentando pensar, y entonces, reparé en los respiradores del suelo, que me ofrecían una limitada vista al sótano.

Lleno de curiosidad, me agazapé para contemplar lo que sucedía ahí dentro, y eso bastó para que me paralizara por unos instantes. La víctima estaba completamente desnuda y amarrada con los brazos en cruz, mientras que sus piernas habían sido acomodadas en un perfecto ángulo de noventa grados y una mordaza le cubría la boca. En ese momento, caí en cuenta de que ahora eran doce sujetos, en lugar de siete. 

Saqué mi teléfono para llamar a la policía, aunque estaba tan concentrado en la escena, que ni siquiera fui capaz de marcar el número. Uno de los hombres sacó un puñal, a lo que otro le entregó una copa dorada, y en conjunto, comenzaron a recitar frases en otro idioma, probablemente latín. En seguida, el primer individuo, quien parecía ser el líder, se arrodilló junto a la víctima y usó el filo del arma para cortar las palmas de sus manos. Dejó que un poco de sangre cayera al suelo y recogió el resto en la copa.

Wolfhunt | Shining Awards 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora