23-. Niño o niña

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Como de costumbre, las calles estaban vacías debido a las desapariciones que seguían azotando la ciudad, cortesía de los licántropos, por supuesto. Aunque de todas formas, si alguien descubría la verdad y decidía ir a denunciarlo con la policía, lo más probable era que nadie se lo tomara en serio y terminara encerrado en un manicomio.

—Sí, oficial, las desapariciones son por culpa de una secta de hombres lobo que sacrifica gente para beber su sangre —murmuré, y no pude reprimir una carcajada—. Papá tenía razón, siempre encuentro la manera de meterme en un problema peor al anterior —pateé una lata de gaseosa que yacía en el medio de la calzada—. Dentro de tres meses tendré un bebé y estoy hasta el cuello de mierda.

Negué con la cabeza, y continué avanzando por el desolado centro de Ottawa. El gélido viento invernal golpeaba mi rostro con insistencia, a la vez que me obligaba a ajustarme el gorro para evitar que se fuera volando. El frío se estaba tornando insoportable, y para empeorar la situación, no había ningún taxista cerca que pudiera llevarme a casa. Al parecer, mi mejor alternativa sería acelerar el paso con la esperanza de generar un poco de calor corporal.

Algunas capas de nieve cubrían la calzada, haciendo que caminar fuera aún más complicado. Sin embargo, las ganas de volver a mi hogar eran mayores que el cansancio, y con el cuerpo temblando a causa de las bajas temperaturas, me obligué a no hacer ninguna pausa durante el trayecto.

—No hay nada más jodido que un invierno canadiense —escondí las manos en los bolsillos del pantalón.

Finalmente, alcancé a divisar la calle en la que vivía, y lleno de desesperación, di una carrera corta a la entrada de mi casa. Introduje la llave en la cerradura, y entré cerrando la puerta a mis espaldas. Al sentir que la calefacción estaba encendida, colgué el abrigo en el perchero, y me dirigí a la cocina. 

Sentadas a la mesa estaban Brianna y Alexandria, esta última notablemente preocupada. No obstante, al oírme llegar se levantó de la silla y corrió a mis brazos.

—¡Oli, llegaste a salvo! —exclamó, apretándome con fuerza.

—Sí, ¿por qué no habría de estarlo?

—Hace rato dijeron que habría una tormenta de nieve en la ciudad, y todo está tan solo...

—Estoy bien, no es mi primer invierno aquí —besé su frente—. Deberías relajarte, podrías hacerle daño al bebé.

—Tiene razón, Alex. Eso podría ser malo para el pequeño —intervino Brie, levantándose y yendo hacia la cafetera—. ¿Quieres un poco?

—Me caería de maravilla, gracias —tomé asiento y me quité el gorro de un tirón.

—Tienes suerte, el café aún está caliente —Brie me entregó una taza humeante—. Y bueno, ahora que los tengo a los dos cara a cara, hay una pregunta que no me deja dormir: ¿ya saben si es chico o chica?

—Queremos que sea una sorpresa —bebí un sorbo—. Alexandria quiere un niño y yo una niña.

—Incluso apostamos veinte dólares para ver quién acierta —agregó ella, posando su mano en mi hombro.

—A mí también me gustaría que fuera niña —admitió su hermana, sonriendo—. No me mates, Alex. Sabes que siempre he querido una sobrina, se me haría más divertido jugar con ella.

—Lo sé, andas diciéndome lo mismo desde que éramos niñas. Esperaba que se te hubiera olvidado con el tiempo.

—¿Olvidarme? Desde ese momento he estado buscando nombres para tu hija —la chica sacó su teléfono y empezó a leer en voz alta—: Amy, Alice, April, Ana, Mary, Molly...

—Me gusta Alice —me rasqué la barbilla—. Aunque, no lo sé... Me recuerda a la leyenda de aquella chica que volvió de la muerte para proteger a su novio. 

—¿De dónde crees que lo saqué? —Brie se aclaró la garganta y prosiguió—. Jane, Jaimie, Anastasia, Beverly, o mi favorito, Eve.

—Me gustan, pero no serán necesarios porque es un varón —Alexandria se acarició el abdomen y sonrió con ternura—. ¿Verdad, pequeño?

—Te equivocas, será una niña hermosa como su mamá —me incliné ligeramente y le planté un beso encima del ombligo. Entonces, sentí un pequeño salto que venía desde adentro—. Parece que me está dando la razón.

—Por supuesto que no, sabes que se mueve cada vez que le hablas —me miró a los ojos y pronunció cada palabra con detenimiento—. Es un niño.

—Si tan segura estás, supongo que tienes algún nombre masculino en mente —Brie cruzó los brazos y frunció el ceño—. ¿O sabes que tenemos la razón y simplemente nos llevas la contraria?

—He pensado en muchos, pero el que más me gusta es Damon.

—Damon Hunt, suena bastante bien —asentí—. Una lástima que tengas que esperar al siguiente embarazo para usarlo.

—Eso ni lo pienses, ya tuve bastante con este —se giró hacia su hermana—. Por lo que más quieras, usa anticonceptivos.

La chica se ruborizó y escondió el rostro entre las palmas de sus manos mientras que Alexandria y yo nos reíamos a carcajadas. 

—Creo que ya se detuvo la tormenta —dijo Brianna, tras asomarse por la ventana y revisar el reloj de su teléfono—. Debería ir a casa.

—Estás loca si crees que te dejaré salir en estas condiciones —Alex negó con la cabeza y se puso de pie—. Avísale a mamá que hoy te quedas con nosotros, te prepararemos el sofá.

En seguida, fui a buscar un par de almohadas y una cobija para Brianna, a su vez, su hermana le prestó una muda de ropa cómoda. Cuando se hubo cambiado, fue a dormir, y nosotros hicimos lo propio. Cerramos la puerta de la habitación, y me senté sobre la cama para observar a mi chica.

Contemplé su rostro con detenimiento: sus grandes y brillantes ojos azules, su nariz delicada, y sus labios carnosos y rosados. Seguí bajando la mirada por su piel tatuada, por aquel cuello esbelto, sus senos voluptuosos por el embarazo, su cintura delicada, sus anchas caderas, y su abdomen abultado donde llevaba a nuestro bebé. 

A pesar de que no tenía ni una gota de maquillaje encima, estaba hermosa. Mucho más hermosa de lo que recordaba haberla visto jamás.

—¿Qué ocurre? —preguntó, cubriéndose con la sábana.

—Que te amo, pelirroja —rodeé su cintura con mis brazos, y al cabo de unos minutos, nos quedamos dormidos.


Canción: Open Water

Banda: blessthefall

Wolfhunt | Shining Awards 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora