13-. Envidia

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Yorkshire, Inglaterra

Noviembre, 1913

Logan bebió la sangre que quedaba en la copa, dando por terminado el ritual. Unos fuertes escalofríos bajaban por su columna, y aquella sensación de poder se hacía cada vez más fuerte, al igual que sus ansias por convertirse en el nuevo Alfa. Sin embargo, los demás licántropos estaban tan concentrados en el sacrificio, que ni siquiera notaban la gran ambición que manaba de él.

Una vez que hubieron quemado el cuerpo de la víctima, los lobos se sentían satisfechos y tenían la guardia baja, algo ideal para que Logan llevara a cabo su propósito. Dio varios pasos hacia el líder y adoptó una transformación intermedia, sorprendiendo así a todos los presentes, a excepción de este último.

—No esperaba que lo hicieras tan pronto.

—Me cansé de estar a tu sombra, William, ahora quiero tomar lo que me pertenece.

—No me hagas luchar contra ti, eres mi mejor amigo.

—Entonces entrégame el poder por las buenas, así no habrá necesidad de un enfrentamiento —espetó Logan, dando un paso al frente.

—Ambos sabemos que no puedo hacer eso.

—No me das más opciones —señaló a los demás licántropos—. A partir de hoy tendrán un nuevo Alfa, así que espero su colaboración absoluta y...

—¿Acaso no sabes que cantar victoria antes de tiempo da muy malos resultados? —William adoptó una transformación intermedia y le entregó la túnica a otro licántropo—. Eres lo más parecido que tengo a un hermano y lo sabes, Logan, pero no por eso dejaré que tomes lo que me pertenece de forma legítima.

Dicho esto, Logan se abalanzó sobre su oponente e intentó morderle el cuello. Sin embargo, este reaccionó a tiempo y contrarrestó el ataque dándole un codazo en la nariz al rival, para luego derribarlo con una tacleada. Los lobos formaron un círculo alrededor del combate y se dedicaron de lleno a observar, después de todo, sería decisivo para saber si el poder cambiaba de manos o no.

—Aún podemos detener esto y hacer como si no hubiera pasado nada...

—No... no renunciaré a mi derecho —masculló el retador, levantándose del suelo.

—Por favor, no insistas...

—¡Deja de rogar y pelea, William! Ese es el deber de un Alfa.

Aprovechando el factor sorpresa, Logan consiguió darle un puñetazo devastador a su oponente, seguido de varios rodillazos al esternón y un derribo. El licántropo cayó contra la tierra, y apenas tuvo tiempo para gruñir antes de recibir varios golpes en la cara.

—Estoy harto de ser el segundo en todo —le levantó la barbilla con los dedos—. Ya es momento de que las cosas cambien.

Aprovechando aquel exceso de confianza en su rival, William se lo quitó de encima y le conectó un rodillazo en el pómulo. A continuación, le dio una patada frontal en el pecho y descargó una lluvia de puñetazos sobre él.

—Pudimos haber evitado esto, ¡se supone que eres mi mejor amigo!

Logan volvió al combate y consiguió apartar al Alfa con un giro rápido, para luego morder su cuello en busca de alguna arteria importante.

—¿De verdad planeas matarme por algo tan vano? —espetó el líder, conectando dos puñetazos en el pecho de su rival.

—Nunca estuvo entre mis planes, pero si es la única manera de tomar lo que me pertenece: que así sea —el retador evadió un golpe que iba contra su cara y contraatacó con un fuerte empujón.

—Ser un Alfa no solo se trata de presidir sacrificios y dar órdenes, también debes anteponer el bien de la manada al tuyo y dedicarte a ella de por vida —rugió William, propinándole un cabezazo—. Sé muy bien que solo ansías esto para satisfacer tu ego.

—¿Y qué si fuera así? Primero tendrás que vencerme para poder evitarlo.

—No me obligues a esto, viejo amigo —el Alfa retrocedió varios pasos sin darle la espalda a su contrincante—. Es la última oportunidad que te daré: dejemos las cosas aquí y pretendamos que no ha pasado nada.

—William tiene razón —intervino Frost, situándose en el medio de ambos—. El simple hecho de ser licántropos nos distancia de los demás, no debemos permitir que la envidia haga lo mismo entre nosotros.

—Abraham está en lo cierto, si nos dejamos llevar no llegaremos a ningún lado.

—Parece que ambos están en mi contra —gruñó Logan, enseñando los dientes.

—Solo queremos paz, y un enfrentamiento por el poder complicaría aún más las cosas —replicó Frost, quitándose la capucha y dejando ver el reflejo de color azul pálido de sus ojos—. Esto es inútil, absurdo y causará muchos más problemas de los que podría resolver.

Logan se dedicó a observarlos en silencio por varios segundos, volvió a su forma humana y sentenció:

—Tienen razón, no vale la pena —levantó la barbilla y miró directamente al Alfa—. Es por eso que me largo de aquí. Haré mi propia manada, donde no tenga que seguir órdenes de nadie.

—Una vez te unes a la manada no hay forma de salir, ¿recuerdas? —Frost dio un paso al frente—. Es el primer mandato en Las Clavículas del Lobo

—Sé muy bien lo que dice el código, pero eso no impedirá que persiga mis intereses.

—En ese caso tendremos que matarte —amenazó Abraham, a la vez que los demás licántropos adoptaban transformaciones intermedias y completas.

—¿Y creen que eso me intimida? Contra mí no son más que simples perros callejeros.

Antes de que hubiera terminado la frase, los demás lobos lo habían rodeado por completo; algunos gruñían de ansias por hacerlo trizas, y otros simplemente esperaban alguna señal para atacar.

—¡Deténganse ahora mismo! —ordenó el Alfa, viendo lo que intentaban hacer—. Dejen que se vaya.

—Por un demonio, William, ¡no puedes estar hablando en serio! —reclamó Frost—. Eso puede salirnos muy caro, es mejor que acabemos con él ahora que está a nuestra merced.

—No pedí tu opinión, Abraham, tú solo deja que se largue —sus ojos se encontraron con los de Logan—. En cuanto a ti —lo señaló con el índice—, si sabes bien lo que te conviene, jamás vuelvas a entrar a nuestro territorio. 


Canción: The Match

Banda: Asking Alexandria

Wolfhunt | Shining Awards 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora