10-. El hotel

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Desperté con el corazón acelerado, la boca seca y gruesas gotas de sudor bajando por mi frente. Eso había estado cerca, muy cerca. Y de haber reaccionado un segundo más tarde, me habrían atrapado con las manos en la masa. Por fortuna, había conseguido regresar al plano físico antes de que eso sucediera, y ahora volvía a estar en la cama junto a Alexandria. 

Al cabo de pocos minutos, fui capaz de recuperar el estado de relajación en el que me encontraba, cerré los ojos y me venció el sueño.



Una vez más me encontraba en el plano astral, y sin dudarlo, floté de regreso a la biblioteca, donde para mi sorpresa, ambos lobos seguían conversando. Estaban tan concentrados en trazar planes de defensa contra los supuestos templarios que ni siquiera notaron mi presencia. Sin embargo, lo que más llamó mi atención fue el hecho de que el Alfa sonara tan alarmado y su insistencia en mantener todo en el más absoluto secreto.

—¿Crees que ya hayan puesto una recompensa por nosotros? —preguntó Abraham.

—Si de verdad son ellos, es muy probable —contestó el Alfa, con un dejo de ira en su voz—. Por su culpa tuvimos que huir de Inglaterra

—Lo sé, William, lo sé. Tú y yo estábamos presentes cuando aniquilaron a los miembros de la manada anterior. Es algo imposible de olvidar —el silencio invadió la estancia, y por un instante temí que hubieran vuelto a detectar mi presencia, pero entonces Frost cambió de tema—. Ese chico... Oliver. No me parece alguien muy confiable.

—¿Por qué lo dices? Se nota a leguas que tiene un enorme potencial para esto.

—Tal vez lo tenga, pero huelo mucha ambición en él. Estoy totalmente seguro de que acabaría con nosotros con el único fin de obtener algún beneficio personal. 

—Estás exagerando. Los lobos tenemos muy claras las consecuencias de ser un traidor, son parte de nuestro código. Además, Darwins lo vigila de cerca, no hará nada sin que nos enteremos.

—Parece que le tienes mucha confianza —reprochó Abraham—. Gracias a eso hemos tenido que vivir escondidos por casi medio siglo.

—Sé muy bien que no podemos confiar en todo el mundo, pero ¿qué riesgo podría representar alguien que apenas aprende a transformarse y hacer viajes astrales?

—Tú y yo sabemos que el poder es lo de menos, las buenas estrategias son capaces de conquistar imperios enteros.

—Hablas de él como si perteneciera a la mafia —el Alfa soltó una sonora carcajada—. Al iniciarlo, le leímos "Las clavículas del lobo". Sabe que la traición tiene pena de muerte y que nuestra especialidad es rastrear animales y personas. ¿En serio crees que asumirá un riesgo tan estúpido?

—Te lo repetiré hasta que entiendas, William: es extremadamente codicioso, no podemos fiarnos de él.

—Abraham, has sido mi mano derecha por más de un siglo y entiendo que tengas tus reservas, pero soy el Alfa, y te guste o no, Hunt ya fue iniciado como uno más de los nuestros.

—Prefiero no seguir discutiendo al respecto —sentenció Frost—. Me dedicaré a la vigilancia que me encargaste, y haré lo posible para tener algo que informar mañana. Dicho esto, ambos se despidieron, y huí de la biblioteca tan rápido como pude para no ser descubierto. 



Faltaba media hora para salir del trabajo, así que decidí barrer el local y alistar las cosas que usaría al día siguiente. Al terminar, me acomodé frente a la computadora para distraerme, y en ese preciso instante, llegaron a mi mente fragmentos de la conversación en el otro plano. Los supuestos templarios, la Santa Sede, las balas de plata... Necesitaba saber más al respecto, y a su vez, averiguar dónde se alojaban aquellos sujetos.

Wolfhunt | Shining Awards 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora