Cap 43

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Era un cadáver: tieso, frío y amoratado; una cascara que pronto romperían, era un cerdo criado para llevar al matadero. Una persona había intentado cambiar mi destino, en balde, ahora él también iba a morir.

Como sería el proceso? Me dolería? Lo más probable es que sí. Y con ese dolor final terminaría todo: mi vida, la guerra, la igualdad en el mundo de los magos, Voldemort no moriría. Una carcajada aguda interrumpió el hilo de mis pensamientos. Yo era el objeto de las burlas de la mujer, aunque sabía que tras ese desprecio y lo cómica que resultara para ella mi situación, en realidad me envidiaba, envidiaba todo lo que yo representaba.

Gire mi cuello para poder verla reír

-Te regodeas ante mi situación pero siempre anhelaste que tu hijo estuviera en mi lugar- la mortifaga enmudeció frunciendo el ceño- No deberías tratarme con tanto desprecio si soy yo quien hará posible vuestro triunfo- dio un gruñido y exigió mi silencio. Le devolví un bufido poniéndome bocarriba- Pero que se puede esperar de un asesina que entregó a su bebe recién nacido a la muerte sin ningún remordimiento-

Oí como la mortifaga se aproximaba hacia mi ensordeciéndome con un chillido para acto seguro gritar Crucio. Me retorcí y doble mis extremidades, podía notar como miles de cuchillos ardiendo se clavaban en mí y desgarraban mi carne dejando mis entrañas a la vista. Nada de eso ocurría de verdad, pero la agonía era parecida, pero sé que ser desollada viva no sería nada comparado con la maldición torturadora. Una vez pasado el dolor fui consciente de que me había arrastrado por casi toda la habitación, huyendo del sufrimiento. Mi cabello estaba enmarañado y mis ojos ardiendo. Sentí un espasmo y mi mente recibió imágenes de Lucius Malfoy por unos instantes. Una punzada desgarradora se apodero de mi pecho; la parte de Voldemort que era estaba buscando salir. A través de las hebras de cabello pude divisar con dificultad una silueta alargada que atravesaba el umbral del comedor. La silueta quedo inmóvil al verme. Quise ver mejor y aparte con debilidad el pelo de mi cara, y lo vi, era Draco. Me miraba con espanto y sus ojos se abrían a la par que su nariz se iba enrojeciendo. La voz de su tía lo saco de su ensimismamiento y se aproximó a ella y al señor Sabinci. Les susurro algo que no fui capaz de oír, pero no era algo bueno a juzgar por las malsonantes palabras que salieron de la boca del hombre.

-Que pasa, las cosas van mal- especulé- Vuestros puros y habilidosos magos tenebrosos no pueden con unas pocas docenas de adolescentes- me burlé. Bellatrix no se alteró como lo esperaba, sino que me devolvió la sonrisa.

-Draco, ven conmigo- agarro al chico del brazo y lo llevo hacia mí- Tienes que practicar- Draco camino con parsimonia, casi siendo arrastrado por su tía, quien avanzaba con una carcajada de locura. La mirada de Malfoy era apagada y sus demacrados ojos se cerraron bruscamente y negó.

-La conozco, Bella. Además, el amo la quiere intacta-

-El amo la matara, mientras no muera podemos hacer lo queramos con ella- el rubio no se movió, siguió mirándome con tristeza- hazlo, Draco. Así-

Una vez más agujas filosas fueron ensartadas en mi piel, quemándome desde dentro. Mi vista se nublo y desee morir.

-La mataras del shock- grito Draco

-Este tipo de varita no mata a su amo- a pesar de lo poco consciente que era en los instantes de tortura, las palabras de la mujer hicieron queme fijara en su arma, en efecto, estaba usando mi varita. Que irónico, me torturaba con algo que me había acompañado desde mi entrada a este mundo, mi compañera erala herramienta para mi suplicio. La está usando para burlarse de mí, es una manera más de atormentarme: hacerme sufrir con algo querido y específicamente seleccionado para mí.

ser unica no es ser especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora