Cap 33

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 Nos habíamos trasladado a una casa diminuta en un pueblito de las afueras de Londres, por seguridad. Era finales de agosto y tenía  todo preparado para volver a Hogwarts. Este año la asistencia era obligatoria, nunca antes la había sido. Pero con una diferencia, Voldemort se había hecho con el control del Ministerio y había empezado con una purga. Se había creado un Departamento dedicado a tener controlados a los sangres sucias, ellos lo llamaban Comisión de Registro de los Nacidos de Muggles, todos los de esta clase eran llamados a comparecer en un juicio, yo incluida, y no se volvía a saber de ellos. Muchos huyeron y otros no lo sé, algunos morían daba igual la edad, y sus familias mágicas o muggles también.

Mi cita era hoy, y para ser sincera estaba un poco asustada. Pero si se trataba de un juicio, con su jurado y sus pruebas como lo describían, no tengo por qué tener problemas, eso espero.

-Si quieres te acompaño- sugirió mi madre acariciando los hombros. Le había contado todo de manera que pudiera entenderlo y una vez que se dio cuenta de la gravedad de la situación fue difícil que aceptara que volviera al colegio.

-Estás loca!- exclamé con mirada de reproche.- Esa gente me tiene asco por tener una madre no mágica imagínate lo que te harían si  ven a una muggle en el Ministerio de Magia-

-Pues no vayas. He leído tu periódico raro, no vayas. Huye como seguro han hecho algunos,  para que ni yo ni tu padre hayamos sido magos, tu eres muy poderosa. Tendrás posibilidades de sobrevivir-  En cuanto mencionó la palabra “padre” dejé de hacerle caso. No le había comentado nada, pero al decir esa palabra...

-Segura? No hay ninguna posibilidad de que mi padre hubiera sido como yo?- le hablé desafiante

-Claro que no. Me lo hubiera dicho para saber cómo cuidarte mejor- me contestó con tristeza en su mirar

-Pues para que sepas…- no digas una maldita frase Jenell- En cuanto salga por esa puerta hare un hechizo con el que solo yo podre saber dónde está esta casa- informé

-Ya lo dijiste- mi madre desvió la vista a un reloj que había sobre la mesa auxiliar- Ya es casi la hora- yo asentí y bajé la cabeza. Mi madre me abrazó, con tanta como si no me fuera a volver a ver…en el fondo era posible. Note como el hombro de mi túnica se empapaba- Nell, cielo, ese verano que me fui a trabajar y te quedaste con la abuela y ella te metió en…-

-No pasa nada. Fue ella no tú. Te quiero mamá- la abrasé otra vez. Una vez separa da ella tomé mi varita, mi bolso y salí al jardín de la casa, conjure el encantamiento Fidelio  y Repele Horribilis. Espero que funcione. Por Merlín, y si desaparezco como todos los demás o peor…si muero. Nunca sabrá que me pasó. Tranquila Jenell, respira hondo tú tienes mucho poder y no era nacida de muggles…en teoría, pero como demostrarlo sin mencionar quien es el carbón de mi progenitor. Me da igual, tengo pruebas más que de sobra que respaldan que soy una bruja autentica.

Una vez llegar al Ministerio mi varita fue confiscada y unos magos que me miraban con superioridad me llevaron a un piso muy profundo, intuyo que serían los juzgados. Habían cambiado la distribución quizás? Llegado a un punto me dijeron que bajara por unas escaleras, no entiendo porque no me llevan ellos mismos. Mientras baja de las escaleras sentí frio, mucho frio. La gélida temperatura y el sentimiento de vacío me eran extrañamente familiar: Dementores. En efecto al llegar a la base de las escaleras estaban esos seres amenazantes vigilando a las otras personas  que esperaban para ser interrogadas.  Intenté no mirar a eso seres y buscar un lugar libre para sentarme. Pasé junto a un chico medio pelirrojo que tapaba su cara con sus manos.

-Thomas?- pregunté. El chico levantó la cabeza y vi los hinchados ojos rojos. Era el, pero madre de dios había crecido 10 cm por lo menos, era alto para tener solo 13. Me senté junto a él y se aferró a mi cintura sollozando. Era un panorama horrible y penoso. Todas aquellas personas lloraban desconsoladas, solas o junto a sus familias, sabían que no había salida. La puerta se abrió de golpe y se oyeron los gritos de un hombre que era escoltado por 2 Dementores.

ser unica no es ser especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora