Cap 24

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A medida que el curso avanzaba más tareas y trabajos tenía que hacer. Si no administraba mi tiempo hasta el más simple de los segundos, en menos de tres días estaría saturada. La clase de pociones había pasado de ser una de mis asignaturas predilectas a ser un espectáculo de humillación pública. Harry era el estudiante más destacable, me había eclipsado. Como pudo convertirse en un pocionero experto de la noche a la mañana? Por supuesto al acabar cada clase mis compañeros me hacían las mismas amenazas de la primera clase. Es increíble. No soportan que este en Slytherin pero tampoco soportan que no les consiga puntos. Deben pensar que soy una máquina de esmeraldas.

Por otra parte en las clases de D.C.A.O seguía resaltando entre el resto. Era una de las pocas que podía ejecutar hechizos no verbales y eso no solo me era útil en esa asignatura, sino también en Transformaciones y Encantamientos. En esas materias al igual que en las otras, los deberes llegaban hasta el techo, apenas tenía tiempo para averiguar cómo revelar el contenido de los expedientes. A veces la curiosidad me podía y lo intentaba con alguno pero no funcionaba, y…otras simplemente tenía miedo de lo que pudiera encontrar. Era cobardía, de nuevo el dilema de buscar o dejar de hacerlo. Por si fuera poco, la voz que escuchaba en mi cabeza seguía conmigo, los ataques ya no se presentaban pero ella hablaba, me hablaba. Cuando dormía tenía visiones de personas a las que no conocía, lugares a los que no he ido, actos que nunca cometería. Pero…los sueños…sueños son.

Estaba en mi habitación, tumbada en la cama leyendo mi libro de pociones y corrigiendo ciertas cosas con las que no estaba de acuerdo. También estaba elaborando pociones que venían en sus páginas para mejorarlas y hacerlas a la perfección en clase. Potter no me va a arrebatar el estrellato que llevo años cosechando.

-La señorita Prince como siempre, con la cabeza metida entre libros de texto- irrumpió alguien. Conocía esa voz, no había parado de oírla. No, no es la voz que habla en parsel, es la voz de Salazar. Ha estado intentando hablar conmigo desde principios de curso

 -Ocupada, no puedo atenderte. Fuera- espeté sin mirarle, pero no hiso caso.  Lo vi por el rabillo del ojo fisgonear y ojear los apuntes que tenía sobre el escritorio. Miro con curiosidad el caldero que tenía sobre la mesa. Levanté la vista y vi que estaba removiéndolo. No, no, no- Para, no hagas es…!!- El líquido rosa chillón y muy espeso hirvió con tanta potencia que salpicó y casi se derrama. Me levanté inmediatamente de la cama e intenté arreglarlo echando un poco de raíces de jengibre deshidratadas para estabilizar el brebaje.- No podías estarte quieto como una persona normal!!- espeté

-Gracias por preocuparte por mí- dijo con sarcasmo- Sabes  cuánto cuesta esta camisa?- preguntó retóricamente. Le dediqué una mirada y vi que se había manchado esa camisa tan cara, al parecer.

-Pues suerte al lavarla, no sale fácilmente- contesté. Al ver que la poción se estabilizo un poco, aprecie que las raíces habían conseguido no solo aplacar la ebullición, sino también adelantar y mejorar el resultado. Un dato merecedor de ser apuntado, cuando me gire a buscar mi libro…casi muero. Sabinci se había quitado la camisa, tenía su torso delgado pero muy tonificado al descubierto. Deje caer el bote de raíces al suelo, y el sonido del golpe fue lo que me hiso reaccionar del pequeño transe.

-Vaya! No te pongas nerviosa princesa- expreso con una sonrisa maligna y a modo de burla. Lo miré con indiferencia fingida, la verdad era difícil no fijarse en… Qué demonios estás pensando Jenell!!! Se agacho para recoger el frasco y me fijé en que tenía una venda en su brazo izquierdo.

-Que te ha pasado en el brazo?- pregunté- Y por qué te has quitado la camisa?!- añadí rápidamente con tono de indignación. Él se rio mientras se levantaba con el bote.

-Primero: Se ha manchado con esa poción tuya, y no finjas que te desagrada verme sin camisa. Segundo: me mordió un bicho en los establos.- explicó casi automáticamente pero mirándome de forma… extraña. Reí sarcástica

-Primero: tú no das Cuidado para las Criaturas Mágicas, por lo que no tendrías que  haber estado en los establos. Segundo: ponte la camisa- rebatí. En serio cree que me va a engañar de esa manera tan absurda. Se sentó en mi cama riéndose

-Hay más cosas que se pueden hacer en un establo principessa. Claro que es más cómodo hacerlas en una cama- Ese es el colmo del descaro. Abrí la puerta

-Sal de aquí, estoy ocupada- Se levantó con una sonrisa diabólica y se acercó a mí, con una mano empujo la puerta hasta que se cerró y con la otra me aparto de ella agarrándome por la cintura. Mi corazón se empezó a acelerar ligeramente y la temperatura subió, pero…no era un ataque.  Salazar me condujo hasta mi lecho y me tumbo sobre en el. Mi primera reacción hubiera sido golpearlo y gritarle todo el arsenal de insultos que existían y estaban por existir pero no lo hice. A veces debes dejar que yo tome las decisiones más convenientes para ambas. Salazar se acostó a mi lado y empezó a besarme. Estaba relajada y no tensa, como estoy siempre que cualquiera me toca, le acaricié la espalda mientras nuestros labios se contoneaban.  Su cuerpo era cálido y las caricias eran agradables. Aunque mi mente seguía activa y el azar de pensamientos que cruzaban mi cabeza se detuvieron en uno…uno muy inoportuno: el beso con Malfoy. Abrí mis ojos con el ceño fruncido y empujé a Salazar y me incorporé.

-Qué te pasa ahora?- pregunto confuso

-No me gusta que me toquen y tengo deberes que hacer- expliqué. Se acercó e intento acariciarme la mejilla pero le sujete el brazo justo antes. Lo agarré con firmeza por el vendaje y emitió un quejido y puso gesto de dolor. Al parecer tenía una herida real u otra cosa. Una sensación de deja vu recorrió mi cuerpo al notar un movimiento serpenteante bajo las gasas de Sabinci, pero esta vez iba acompañada de quemazón. Retiró su brazo y se puso en pie

-Como…- hiso una pausa, y miró hacia los lados confuso- Me hiciste daño

-Daño a tu orgullo o a tu brazo?- inquirí

-A mi orgullo? Por favor estuviste a esto- juntó el pulgar y el índice- de gemir, haber conseguido eso de ti es un logro enorme- me sonrojé levemente. La ira se apodero de mi

-Sal. AHORA!!-

-Has leído El Profeta? Una familia de muggles ha muerto y algunos nacidos de muggles están desapareciendo. Ayer se llevaron a 2 alumnos y los padres están preocupados. El que no debe ser nombrado, ha vuelto…

-Y tu padre mortifago puede protegerme- interrumpí, algo en mi interior sabía que por ahí iban a ir los tiros.

-Mi padre no es un mortifago. Pero goza de…influencia. Debes pensar en tu seguridad-

-Mi seguridad. Salazar crees que saldré contigo para conseguir el favor de racistas y clasistas? Poco me conoces. Ahora sal- le exigí indignada con los ojos inyectados en sangre. El me sujeto por los hombros y me miró fijamente

- No quiero salir contigo, ni con nadie. No sé qué tienes contra mí. Podemos ser amigos. Te conviene, debes pensarlo- sin decir una palabra me besó la frente y se fue. Vaya desfachatez, los amigos no se enrollan. Es un ególatra, como lo es su hermano y seguramente su padre; un padre mortifago y el seguramente también lo será. Que ni sueñe que tendré tratos con el hijo de un…mortifago. Mi cerebro recibió recuerdos de cuando entre en el despacho de Snape el curso pasado, la marca tenebrosa, el tatuaje de su brazo, se movía. La marca de los mortifagos, en el antebrazo izquierdo moviéndose. Algo se meneaba en el brazo de Draco y en el de Sabinci, son hijos de magos tenebrosos. Se han convertido en seguidores del Señor Tenebroso. Eso es, tanto te sorprende. La que faltaba. Las cosas no se tratan solo de ti y de tu dignidad. Quieres vivir, acepta su protección. Por qué te hago caso, no existes. Debes vivir, por encima de cualquier cosa. O acaso tendré que ocuparme yo. Me quede pensativa. Que debía hacer? Solo amigos, podía ser solo su amiga… si ocurría algo más… NO, NO, NO. Que es lo que te está pasando Jenell? Desvié mi mirada a un ejemplar de El Profeta que había en el suelo. Lo abrí por páginas al azar y… familias de muggles completamente exterminadas, nacidos de muggles desaparecidos, negocios cerrados, magos como el señor Ollivander posiblemente secuestrado, y la cifra de asesinatos iba en aumento. Nadie estaba a salvo… Solo me queda una opción es mejor que no hacer nada.

ser unica no es ser especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora