Caperucito Rojo (Yaoi/Gay)

BlancaNieves 3

El cazador guardó la escopeta en un estuche que tenía en su espalda, y sacó un cuchillo mientras se acercaba a la pobre de BlancaNieves.
A cada paso que daba, Sam, quien estaba muy preocupado, se acercaba más a ellos.

-Sam... -susurró el Lobo- no hagas nada.

-P-pero... -le devolvió el susurro.

Pero el Lobo solo le miró, dejándole en claro que haga lo que él dice. Sam asintió y dió tres pasos hacia atrás.

-Chi-chicos... -los miró BlancaNieves.

-Tranquila princesa, ésto será rápido -murmuró el cazador.

A la princesa solo le cayeron algunas lágrimas mientras cerraba los ojos, esperando que su fín llegase rápido.

-Y-yo... prepárate... yo -el cazador alzó el cuchillo, mientras veía las lágrimas de la chica-, no puedo -dejó caer el cuchillo-, simplemente no puedo, princesa, váyase lo más rápido que pueda, huya de éste horripilante lugar.

-Pero, ¿de dónde sacará mi corazón?

-Solo confíe en mí, ¡corran! -miró a Sam y al Lobo.

El Lobo alzó a Sam, y así él y la princesa salieron corriendo.
Sam miró sobre el hombro del Lobo, su vista estaba pegada al cazador, quien se agachó para levantar el cuchillo, quedándose en cuclillas.
Él chico suspiró y miró el camino, a cada segundo, los dos se detenían lentamente, hasta quedar completamente quietos.

-Eso és... -miró al Lobo.

-Sí, Caperucita, es una casa.

-Soy Sam.

La princesa golpeó suavemente la puerta, esperando una respuesta, pero sólo logró que se abriera.

-Diganme... ¿entramos?

-Como quieras, BlancaNieves.

Ella entró sin dudarlo, el Lobo soltó a Sam y los dos la siguieron.

-¿Hay alguien? -musitó Sam, mientras cerraba la puerta.

-Parece que los dueños se fueron -el Lobo cruzó sus brazos.

-¿Cómo sabes que alguien vive aquí y no abandonó la casa?

Él sonrió suavemente, y miró los amarillentos ojos del niño.

-Dejaron encendido el horno.

-...

-Silencio -dijo la princesa-, ¿escuchan eso?

Se callaron, pero unas voces se escuchaban fuera de la casa, esas voces cantaban algo con ritmo pegadizo. Los tres se miraron algo extrañados.
Hasta que la princesa bostezó, y sin decir nada fué a la habitación, juntó las 7 camas que se encontraba ahí y se acostó, quedándose dormida al instante.
Caperucito y el Lobo la siguieron, algo asustados se sentaron pegados contra la pared que estaba frente a donde estaba acostada la princesa.
La cabeza de Sam se tambaleaba, pues éste también tenía sueño.

-Duerme con la prin... -La cabeza del niño apoyándose en su brazo hizo que se detuviera- Éste chico me va a matar de diabetes... -Sonrió, y éste también quedó dormido, mientras abrazaba a Sam.

Cuando el Lobo abrió los ojos, vió que Sam no estaba junto a él, y notó que cayó la noche.

-¿Sam? -se levantó y salió de la habitación-, Sam... ¿qué haces ahí?

-¿Recuerdas la canción que escuchamos antes?

-Sí, la recuerdo.

-Pues, esa voz se alejaba... -miró por la ventana-, ahora ellos están volviendo.

-Los...

-Enanos.

Los dos se miraron, para luego ver la casa completa, la cual se notaba un poco distinta, algo... cambiada.

-Creo que la princesa despertó antes que nosotros.

-Pero ella está durmiendo -apuntó el Lobo.

-Dejame terminar -dijo Sam-, ella se despertó, se levantó para comer un poco de legumbre que había por aquí, después tomó un poco de vino, para luego volver a dormir.

-¿Pasó eso?

-No lo sé, sólo es una teoría.

Las voces de los enanitos se escuchaban cada vez más cerca.

-¿Y que quieres hacer, Sam?

-Ver lo que pasa.

-Pero, ¿si nos ven antes ellos?

-No lo harán.

Él agarró al Lobo de la muñeca y rápidamente salieron de la casa, se escondieron en la parte trasera de ésta, y esperaron a que ellos llegaran.