-Bien...
-¿Qué está bien, Lobo?
-Sabías que pasaría aquí, ¿verdad?
-¿Eh? Ya te dije, no sé acerca de los cuentos.
-Pero, sí sabías que yo moría... -miró a Sam, con una gran sonrisa en su rostro.
-Me lo dijo mi amiga.
-¿Amiga? -sus orejas bajaron.
-¡Vamos a acercarnos! -él se acercó rápida pero sigilosamente a la puerta.
-¡Sam! -bajó un poco la mirada, y le siguió.
Sam apoyó su mano en la puerta y miró al Lobo.
-¿Listo?
-Sí... pero, ¿ellos lo estarán?
-No lo sé... pero, cualquier cosa nos vamos corriendo -tragó saliva y abrió lentamente la puerta, sin hacer ningún ruido.
Los dos entraron y se encontraron con un terrible silencio.
-¿Qué pasa ahora, Lobo? -susurró.
-Pues... ven a la princesa -le devolvió el susurro.
Él, un poco sorprendido por la respuesta, fué a la habitación, donde estaban los 7 enanitos mirando a BlancaNieves.
La princesa se estiró mientras bostezaba.
-¿Sam? ¿Lobo? -miró alrededor-, ¿eh? -vió a los enanitos-, oh, hola.
-¡Hola! -dijo uno.
-Has silencio, idiota -miró a BlancaNieves- ¿Quién eres?
-Me llamo BlancaNieves.
-Usted es muy bonita, señorita.
-¡Gracias!
-HAS SILENCIO -golpeó a su compañero-, vete de aquí 'BlancaNieves'.
-P-pero...
-Vete -repitió.
El Lobo y Sam entraron.
-¿Por qué no deja a la señorita hospedarse? -dijo el Lobo.
-Un... ¿Lobo?
-Sí.
-Y una niña.
-¡¡NO SOY CHICA!!
-Sí, sí. Lo que digas.
-Sam~ -la princesa se levantó de las camas y le abrazó.
-Eh... ¿hola? -dijo él, un poco confundido.
El Lobo se cruzó de brazos, mientras los miraba.
-Bien, bien -los separó-. Enanos, dejen a la princesa quedarse unos días. Hará sus labores mientras ustedes trabajan.
-Con ayuda nuestra -agregó Sam.
-Sí... lo que dijo -respondió BlancaNieves.
-Esta bien... ¿ustedes que dicen, muchachos? -dijo el enano alegre.
-No tengo problema -dijo el dormilón, entre un largo bostezo.
El tonto asintió la cabeza mientras sonreía.
-E-esta bién... -el tímido, sonrojado, asintió.
-No hay problema en que se quede, señorita -dijo el sabio.
-Bu- Bu- bue-... -él no aguantó su estornudo- bueno, que se quede.
-Hmmm... -el gruñón se cruzó de brazos.
-Vamos~ es sólo por un tiempo.
-No me importa si se queda -desvió la mirada.
-¡Bieeeen! -los otros 6 festejaron que él haya aceptado.
Sam sonrió, la princesa también.
Como era de noche, los dos comenzaron a cocinar, mientras el Lobo y los enanos esperaban.-Lobo, ¿nos ayudas?
-Mmmh... no lo creo, no sé cocinar.
-Tsk... está bien -sonrió Sam de lado.
El Lobo también sonrió.
Cuando terminaron de cocinar, la princesa sirvió en 8 platos que dejaron el Lobo y Sam.-¿Ustedes no..?
-Oh, yo no tengo hambre -dijo Sam.
-Yo no comeré su comida.
La princesa frunció amigablemente el ceño.
-Está bien.
Sam salió de la casa, y el Lobo le siguió.
Caperucito miró al cielo, mientras se sentaba en el pasto.
El Lobo se sentó junto a él.-Es muy bonito aquí, ¿cierto, Sam?
-Sí, pero...
-¿Pero?
Miró al Lobo.
-Me gustaría volver a casa.
-Casa de Caperucita, ¿cierto? -dijo un poco confundido.
-¡No!, casa casa -bajó la mirada-, seguro están preocupados por mí...
-Sam... -puso su mano en la cabeza del chico- ¿no estás al menos feliz de que no te haya comido?
-Eh... ¿no es muy obvio que sí?
-Je je... no -desvío la mirada, un poco sonrojado.
Él sonrió.
Eso hizo sonrojar un poco más al Lobo.-Mmmh... Sam...
-¿Qué pasa?
El animal agarró el mentón de Caperucito.
-Eh... L-lobo... -se sonrojo- ¿q-qué haces?
Se acercó lentamente a los labios de Sam. El pobre se sonrojaba cada vez más y más, pero no se alejó, solo cerró los ojos, esperando.
-¡Hey! -dijo la princesa, abriendo la puerta- Oh...
Los dos la miraron, y se separaron rápidamente.
-Lo siento por interrumpir...
-Uh... t-tranquila, princesa -dijo Sam, tapándose un poco más con la caperuza.
-Vengan.
Se pararon mientras chocaron miradas.
El Lobo le sonrió, y Sam le devolvió la sonrisa.
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Caperucito Rojo (Yaoi/Gay)
Hayran KurguSam es un niño de primaria, el cuál vive en un pueblito alejado de la ciudad. Él ama leer, pero novelas de ficción, nunca leyó un cuento. Un día él y sus compañeros van de excursión a un bosque -ya que éste no quedaba muy lejos de su escuela-, pero...