Ariel 3

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Y así pasaron los días, Ariel seguía subiendo, esperando a que llegue su príncipe.
Pero núnca vino.
Siempre terminaba volviendo al fondo del mar con tristeza.

Ya no podía tener sus hermosas piernas humanas, podía subir solo una vez.
Un día se armó de valor y, junto a Sam, fueron a visitar a la bruja del mar. Estaba tan enamorada que era capaz de pagar a cambio cualquier precio, por alto que fuera. Y así fue.

-Te prepararé un brebaje y a cambio podrás tener tus piernas, pero deberás pagar un precio...

-¿Cuál? -dijeron Ariel y Sam al unísono.

-Quiero tu don más preciado, Ariel, ¡quiero tu voz?

-¿Mi voz? -preguntó confundida- ¿pero así cómo podré enamorar al principe.

-Con tu cuerpo... -pensó Sam.

-Tendrás que apañarte sin ella. Si no, no hay trato.

-Está bien -suspiró.

-¿Estás loca? -le preguntó a Ariel en un susurro molesto.

-Tengo que hacerlo, Caperucito, quiero estar con él.

-Pero hay cosas mejores que el amor, por ejemplo... No lo sé, ¡la opinión propia que puedes dar con tu VOZ!

-Esas son tonterías, Sam, el amor es más importante que cualquier otra cosa, y ya deberías saberlo -le acarició la cabeza a Sam, para luego seria, mirar a la bruja- Deme la poción -dijo extendiendo su mano.

La malvada bruja le advirtió que nunca más podría volver al mar y que si no conseguía enamorar al príncipe y éste contraía matrimonio con otra mujer se convertiría en espuma de mar. La Sirenita estaba muy asustada pero a pesar de todo, aceptó el trato.

Bebió la poción, y al siguiente día despertó en la orilla del mar, el Lobo y Sam la estaban tambaleando un poco, para que despertara.

-¡Ariel! -ella abrió los ojos, y vió que Sam se los tapaba.

-Ya tienes las piernas que querías, princesa -el Lobo la miraba, demostrando lujuria en su mirada.

Ella, feliz, intentó pararse, pero se cayó.
Se sostuvo sobre una piedra mientras se sobaba la cadera.

Apareció el príncipe, quien la ayudó.

-¿Quién eres? ¿Cómo llegaste hasta aquí?

Ella intentó contestar, pero no le dió la voz. Un poco triste miró a Sam.

-Ella necesita alojamiento, príncipe, ¿nos podría ayudar?

-Claro -sonrió- vengan.

Los tres siguieron al príncipe, quien los condujo a su gran castillo.

Caperucito Rojo (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora