Cenicienta 1

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El Lobo y Sam golpearon fuerte la puerta, una chica rubia y de unos ojos celestes hermosos abrió.

–¡Aquí están! -exclamó aliviada-, ¿dónde estuvieron? Vamos, aún faltan cosas que hacer -dijo sonriente.

–¿Nos conoce? -le susurró Sam al Lobo.
Este se encogió de hombros y entró, Sam lo siguió.

–¿Qué hacen así vestidos? Tomen -les dió ropa igual a la que ella usaba-, vayan al ático a cambiarse. ¡Apúrense!

Los dos subieron rápidamente al ático. Sam comenzó a desvestirse, y el Lobo se le quedó mirando.

–... ¿Qué? -preguntó Caperucito mientras lo miraba a los ojos.

–Eres muy plano.

Sam automáticamente se sonrojó.

–¡Soy un niño! -susurró enojado.

–Lo sé -dijo entre risas y también se desvistió.

Ambos se pusieron la ropa que les dió aquella mujer. Los dos eran vestidos. Sam no pudo contener la risa.

–¡Te ves genial, Lobita!

–Ja ja ja -dijo enojado-. Tú estás acostumbrado.

–Lo sé -le sacó la lengua.

Ambos bajaron rápidamente y recibieron escobas y trapeadores de parte de aquella mujer.
Esos minutos fueron de limpieza, los dos principales no se encontraron con ninguna señal de que haya alguien más en el castillo.
Se escucharon golpes en la puerta.

–Sam -dijo Cenicienta- ¿puedes abrir?

–Claro -asintió y le dio su escoba a el Lobo.

Corrió a la puerta y la abrió con mucha dificultad.

–Buenos días -dijo un señor vestido elegantemente-, es mi deber anunciarle que el rey dará una fiesta para encontrar a su chica ideal

“Cliché”, pensó Sam.

–Ustedes estan invitados -miró a Sam de pies a cabeza-... Sería un placer que le de ese comunicado a la reina.. Y... Eh... ¿eres hombre o mujer?

–Gracias por el comunicado, se lo contaré en seguida -le cerró la puerta en la cara y se acercó a Cenicienta y el Lobo-. Habrá una fiesta hecha por el rey, ¿alguien le avisa a la reina?

–¿Una fiesta? -preguntó Cenicienta muy emocionada.

–Sí.

–¡Yo le diré! -se dio vuelta y chocó con una de sus hermanas.

–¿Decirle que?

–Habrá una fiesta -dijo Sam mientras rodaba los ojos-. Será hecha para que el príncipe conozca a su princesa de cuento de hadas.

–¿¡En serio!? -dijeron las dos hermanastras de Cenicienta al unísono.
Las dos subieron las escaleras de dos en dos, hasta llegar a la habitación donde se encontraba su madre.

–¡Claro que iran! -se escuchó desde lejos.

La “criada”, más que entusiasmada, corrió hacia el ático, los dos principales la siguieron, y ella agarró un hermoso vestido rosa que encontró en un cajón.

–Era de mi madre -susurró mientras lo abrazaba- ¿me ayudareis a decorarlo?

–Claro -Caperucito levantó su pulgar en señal de aprobación.

Luego de buscar objetos en todo el castillo y dárselos a Cenicienta, el vestido quedó más bello de lo que era antes.

–Ahora solo falta esperar... -suspiró.

Cuando volvieron a la limpieza, la madrastra de Cenicienta se acercó a ella y muy firmemente le dijo:

–Tú no iras, te quedaras fregando el suelo y haciendo la comida para cuando volvamos.

–P-pero...

–¿Pero qué?

–... -bajó la mirada- nada.

La madrastra asintió y subió su enorme trasero por las escaleras.

–Tranquila, Cenicienta -dijo Sam, intentando consolarla-, buscaremos algo... Y nos infiltraremos.

–¿Nos? -preguntó el Lobo.

–Nos -afirmó Caperucito.

Caperucito Rojo (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora