Cenicienta 5: Final

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Anastasia y Sam estaban llenos de adrenalina. Emocionados y tomados de la mano dieron un paso hacia delante, pero se detuvieron en seco.

-Sam...

-¿Sí?

-¿Vamos a pie?

Se miraron por unos segundos.

-Mejor vamos a carruaje -dijeron al unísono.

Y eso hicieron. Se subieron a un carruaje con destino al palacio del rey.
Un silencio incómodo se generó en el momento.

El carruaje se detuvo de golpe, ellos, algo desconcertados, salieron de ahí.
Mala idea.
Allí estaban la madre de Anastasia y Drizzela.
Anastasia y Sam se quedaron de piedra.

-¿A dónde intentan ir...? -dijo lentamente la madrastra.

-Ah... Intentamos ir al palacio del príncipe -contestó Sam, con un tono algo dudoso.

-Eso ya lo sabemos, niño bobo -le gritó Drizzela.

-Cierra el pico, bruja del mar.

Lo agarro de la caperuza y lo acercó a su rostro.

-Escucha bien, niño. Yo soy de clase alta y... -ella iba a continuar, pero algo la detuvo.

Cayó de rodillas al suelo, con las manos agarradas en su cabeza. Había recibiedo un gran golpe.

-Wow, tienes la cabeza dura -dijo el Lobo mientras besaba sus nudillos-, ¿Estás bien, Sam?

-¡LOBO! -gritó mientras lo abrazaba-. ¡Me alegra que estés aquí!

-A mí también me alegra verte...

-Oigan -dijo Anastasia-, no quiero arruinarles el momento, pero... Mi madre ya se fué.

-Y Cenicienta tampoco está...

-¿Ella vino?

-Sí, estaba detrás de mí -se dió vuelta-... Estaba.

-Bueno, no importa, ¡llevemos a Anastasia con el príncipe!

-¿¡Qué!? -preguntaron al unísono.

-Lo que oyeron, Anastasia y el príncipe deben quedarse juntos.

-Sam -susurró el Lobo-, así no debe... Terminar. El príncipe debe estar con Cenienta.

-Al diablo con la rubia de ojos azules -dijo con furia-, la pelirroja de buen corazón también quiere amor.

-No te preocupes -Anastasia lo agarró del hombro-, tú me lo dijiste; me merezco algo mejor. Alguien que me ame por quien soy -sonrió.

-Sí, además el príncipe es mío -dijo Cenicienta, asomándose por detrás del Lobo.

-Allí estabas...

-¡Vamos al reino de una maldita vez! -gritó Sam y, a pasos agigantados, caminó hacia el palacio del príncipe. Los demás lo siguieron en fila.

Cuando llegaron, Sam golpeó fuerte la puerta, dejando sus nudillos rojos.
Un señor algo... Enano abrió la puerta.

-¿Qué se les ofrece?

-Se nos ofrece casar a esta egocéntrica con el tonto de su príncipe -gritó caperucito, algo impaciente.

-¡Más respeto, niña!

-SOY UN NIÑO -agarró el tobillo de Cenicienta y lo levantó, haciendo que ella caiga de trasero-, ahora pruebe esa maldita zapatilla de cristal en ella.

-Pero...

-YA.

-Está bien, está bien... -fue rápidamente a buscar la zapatilla y al príncipe.
>>Pruébelo, señor.

Él simplemente puso la zapatilla en el pie de Cenicienta, le quedó perfecta. El príncipe, más que feliz, la ayudó a levantarse.

-¿Tú eres...?

-Soy Cenicienta, la chica con la que bailaste, blah blah blah, casémonos.

-Vale.

Los dos se metieron en el castillo, sin despedirse ni nada.

-Wow... ¿así terminaba la historia originalmente?

-No -dijo el Lobo algo avergonzado-. Bueno... Es hora de irnos, Sam.

-Está bien. Anastasia, fue un gusto conocerte -le extendió la mano para saludarla.

Ella ignoró ese gesto y lo abrazó.

-Muchas gracias, Sam.

Él sonrió y correspondió dulcemente a aquél abrazo.

-Hasta otro tiempo -dijo el Lobo.

-Adiós.

Los dos chicos se fueron hasta el bosque.

-Lobo...

-¿Si?

-¿Cómo qué "hasta otro tiempo"?

-Bueno...

Los dos se detuvieron. Cheshire apareció sin avisar.

-¿Y, Sam, qué dices? -dijo el gato sonriente.

-Que este fue el cuento más raro que he conocido. No he aprendido nada.

El gato rió.

-Espero que con el próximo aprendas...

Todo se volvió negro.

Caperucito Rojo (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora