Hansel y Gretel 3: Final.

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   Se hizo de día. La anciana despertó a Gretel y algo molesta le dijo:
   -Ve a buscar agua, niña. Debo preparar algo de comer.
   Gretel se levantó, despertó a su hermano y le susurró:
   -Intenta buscar a Sam, yo buscaré al Lobo.
   Él asintió y la niña salió por la puerta. Hansel se levantó y buscó a Sam. Abrió cada puerta de la casa, pero no encontró nada... Hasta que abrió la puerta del establo. Ahí estaba Sam. Sentado, cruzado de brazos y con los ojos cerrados.
   -¡Sam! -susurró- ¡Estoy aquí, abre los ojos!
   Caperucito le hizo caso, abrió los ojos y lo miró.
   -Sácame de aquí -murmuró-. No creo que pueda aguantar ni un poco más sin comer.
   -Tranquilo, sólo... -miró por todos lados-... Déjame encontrar la...
   -¿Buscas ésto? -preguntó la anciana mientras levantaba una llave plateada.
   -Eh... ¿sí? -preguntó nervioso.
   La vieja abrió la puerta del establo, empujó a Hansel y lo encerró junto a Sam.
   -Tú también estás flaco -dijo-. Deberías engordar junto a tu amiguito -lanzó una pequeña carcajada y se fue.
   Los dos niños se miraron. Sam le golpeó en la frente.
   -Tonto -suspiró.
   -Perdón...
   -N... No importa. Busquemos una manera de salir -se levantó, pero apenas lo hizo cayó hacia atrás-. No puedo, tengo mucha hambre -suspiró de nuevo y se acostó-. Tampoco he podido dormir...
   -Ahora yo estoy aquí -sonrió Hansel-. Duerme.
   -No debo -se tapó con ojos con su antebrazo-. Tengo que estar despierto para cuando venga el Lobo.
   Se hizo un cementerio. Largos segundos de silencio se hicieron presentes.
   -¿Confías mucho en él?
   -No, pero es el único que me ha ayudado en estos últimos tiempos.
   -¿Ayudado en qué?
   -Estoy perdido. En un gran bosque.
   -¿Literal?
   -Sí -se quitó el antebrazo del rostro y lo miró a los ojos.
   Hansel también lo miró. Nuevamente fue atrapado por los amarillentos ojos de Sam. No tardó tanto en ruborizarse.
   -¿Qué ocurre? -preguntó Sam mientras se sentaba-. Eres un tomate -dijo mientras sonreía y tocaba la mejilla del niño.
   -Ah, eh... Nada -sonrió nervioso.
   Estaban muy cerca, demasiado para lo que podía aguantar Hansel. Estaba muy nervioso, al punto en el cual se hizo bolita y se echó para atrás. Sam rió, mientras seguía mirando (o intentando mirar) los ojos de Hansel.

   Así pasaron los días. Ni una señal de Gretel o del Lobo. Los dos niños fingían que estaban super flacos... Bueno, "fingían", ya que no comían.
   Estaba todo "bien", hasta que un día, la anciana se hartó de esperar a que engordaran, así que le dijo a Gretel:
   -¡Niña, prepara el horno que amasaremos pan!
   Ella no se fió de sus palabras, entonces mintió:
   -No sé hacerlo.
   -Mierda, no sabes hacer nada.
   Cuando la anciana metió la cabeza dentro del horno, Gretel la empujó, haciendo que esa maldita se quemara poco a poco. Sus gritos de agonía aterrorizaron a la niña, así que sin pensarlo dos veces corrió hacia el establo. Sacó a los chicos y se encaminaron a la salida.
   -Esperen -dijo Hansel-. Cuando busqué a Sam encontré algo que seguramente nos servirá... -sonrió y los tres revisaron toda la casa.
   Luego de encontrar joyas, perlas y piedras preciosas salieron de la casa.
   Caminaron, caminaron y caminaron, buscando la choza de sus padres. Pero encontraron algo mejor: al Lobo.
   -¡¡Lobo!! -gritó Sam mientras corría a abrazarlo.
   -¿Dónde estaban? -preguntó él mientras correspondía el abrazo de Caperucito.
   -Luego te cuento -sonrió.
   Los cuatro siguieron buscando la choza, cuando ya cayó la noche, estaban casi sin esperanzas, hasta que vieron una pequeña luz... ¡era la casa de Hansel y Gretel! Todos corrieron hasta allí. Sus padres estaban contentos de volverlos a ver, pero les puso más felices ver lo que traían con ellos, ¡dinero!
   -Nos quedaremos hasta la mañana -le dijo Sam a Hansel-... Así que... Me despido de antemano.
   -Oh... Está bien -el niño, un poco amgustiado, le dio un beso en la comisura.
   Esta vez, el que se ruborizó fue Sam. Y el que se puso celoso fue el Lobo.

   Cuando ya era de día, Caperucito rojo y el Lobo caminaron hasta el bosque y esperaron. Esperaron a que aparezca la fastidiosa sonrisa de Cheshire... Tardó horas hasta que apareció.
   -Tómate tu tiempo -murmuró Sam.
   -Perdonen, tuve un problemilla en mi mundo -rió-. ¿Qué has aprendido, Caperucito?
   -Las apariencias engañan -suspiró-. Vámonos de aquí.
  El gato chasqueó sus dedos y todo se puso negro.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2017 ⏰

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Caperucito Rojo (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora