CAPITULO 9

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ELPIDA

Me encuentro donde siempre soñé estar, rodeada de sus brazos, se siente tan bien, es mi hogar, es donde he querido estar toda mi vida, y al parecer él también ha tenido los mismos sentimientos.

Nos encontramos acostados en su sillón, parecemos uno porque el lugar es muy estrecho pero él no ha querido soltarme por ningún momento, claro que en este poco rato también hemos discutido porque no me deja cuidar su tobillo.

Comienza una caricia en círculos por mis brazos, y me da pequeños besos en el hombro y cuello, los ojos comienzan a pesar pero no me quiero dormir, tengo miedo a dormirme y que todo sea un maldito sueño.

—Duerme mi cielo — me susurra al oído.

—No quiero — le digo y me doy la vuelta para quedar frente a él y sigo — tengo miedo a despertarme y que todo esto sea mentira — le confieso.

—Mírame. — pide y me sostiene el rostro con su mano —. No es ni un sueño, ni menos una broma. Estamos aquí juntos, y te juro que haré lo que pase por mis manos para verte sonreír.

No puede ser que me diga estas cosas y no sea un sueño, no puede ser que él tenga sentimientos hacia mí.

Sus ojos me hipnotizan y sus manos me llevan a un sueño profundo, mi sueño está lleno de besos y caricias suyas hasta que llegan unas manos femeninas que intentan arrancármelo, grito, lo defiendo, no lo dejo ir, él no quiere ir, me lo demuestran sus palabras que se escuchan a lo lejos, lo sé es él, trata de mantenerme tranquila hasta en mis sueños me protege.

Un ruido me despierta y al abrir los ojos Ari está sentado en el sillón justo al frente de donde estamos yo y Mijaíl quien aún sigue dormido, el efecto del calmante. Mi amigo me mira, no demuestra ni un sentimiento, es primera vez que no puedo entender que es lo que de verdad está pasando por su cabeza.

—Buenos días, pequeña. — me saluda completamente serio.

—Buenos días, cariño. —le respondo y le regalo la mejor sonrisa.

Trato de levantarme pero justo Mijaíl se remueve y me aprieta más a su cuerpo sin darme la oportunidad de irme. Le indico a mi amigo a que vaya a preparar un desayuno a la cocina y que iré en un momento a su encuentro.

Me quedo apreciando a mi secuestrador, si mi secuestrador porque no me ha dejado alejarme de él ni siquiera un momento, nunca pensé sentirme tan feliz pero ahora mismo siento poder alcanzar el cielo con mis manos.

—Mijaíl, despierta. —Se queja y comienza a negarse a abrir los ojos—, vamos gruñón —le doy un beso húmedo en sus labios—, despierta.

— ¿Quién es gruñón? —Dice dándose la vuelta para dejarme por debajo de su cuerpo— ¡Me cago en la puta! —su grito me sorprende, pero mucho más a Ari que sale corriendo de donde se encontraba, Mijaíl al haberse dado la vuelta golpeo su tobillo con el brazo del sillón y estoy segura que eso lo hizo ver estrellitas.

— ¿Qué sucedió? —preguntó preocupado mi amigo.

— ¡Por los mil demonios! —Mijaíl sigue quejándose, de verdad debió darse fuerte.

—Tranquilo, déjame ver.

— ¡No...! — me gritó cuando iba a tocarlo y mi amigo de inmediato fue a responderle pero no era asunto suyo sino nuestro, así que lo volví a mandar hacia la cocina sin decir nada, estoy segura que luego me la va a liar pero ahora lo único que me importa es que mi chico, si mi chico, que bien se siente decirlo. Bueno a lo que íbamos, lo único que me importa es que mi chico no sufra.

TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora