CAPITULO 6

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ELPIDA

Al abrir mis ojos estoy en una cama que no conozco, de inmediato me incorporo, y la luz me golpea, cegándome al instante. Poco a poco consigo abrir por completo mis ojos y miro a mi alrededor, la cama es inmensa, con cuatro postes conformando el dosel, como en las camas antiguas, es todo muy blanco, y lo único que hay es un espejo de cuerpo completo, y un pequeño sillón a su lado.

Estoy vestida con la ropa con la que llegué ayer.

¿Pero qué es lo que sucedió? Después de que nuestras manos se tocaron en el coche no recuerdo nada más, en realidad si recuerdo, pero estoy segura que eso fue simplemente un sueño, o mejor dicho, una mala jugada que me ha hecho mi cabeza.

Paso mis dedos por mis propios labios, y siento tan vivo ese beso que hasta puedo sentirlo, aún húmedo y poseyendo los míos.

Era un sueño maravilloso, como en los cuentos de hada, él me tomaba en sus brazos como todo un caballero para llevarme a su casa, y durante el camino me besaba, un beso lleno de sentimientos, un beso deseado cargado de pasión, pero tan dulce y lleno de amor... Claro que fue simplemente un sueño, porque no creo que Mijaíl sienta algo por mí en absoluto.

Me acerco a la mesita de noche, donde se encuentra mi móvil, lo desbloqueo y veo que mi hermanito me ha llamado más de veinte veces, ¡mierda! ayer no lo llamé para avisarle que había llegado sana y salva a casa, de seguro que se ha vuelto loco.

No me importa la hora que es, será mejor que lo llame en este momento, antes de que llame él y se ponga insoportable.

Un toque, dos toques...

— ¿Elpida, donde mierda te has metido? — ya estoy arrepentida de haberlo llamado.

— Hermanito, me da tanta alegría escucharte, buenos días a ti también — me vuelvo acostar para aguantar lo que se viene.

— Pequeña, no sabes cómo me he sentido desde ayer ¿Por qué tenías tu móvil apagado?

— Se me olvido encenderlo al bajar del avión, y luego me quedé dormida, y pues me acabo de levantar.

— ¿Pero es que no pensaste en que podía estar preocupado por ti?

— ¡Por Dios Strato! —Ahora sí que ya se está poniendo insoportable, y no lo voy a dejar que siga así, por mi bien y el de él—. Oye vamos a aclarar una cosa, primero que nada, ¿escuchas bien? no estaba sola, Ari estaba en todo momento conmigo y luego llegó Mijaíl, segundo, ya soy mayorcita como para andar aguantando tus regaños, te quiero y te adoro, pero por una vez en tu vida mira lo que haces con la tuya y déjame en paz a mí.

— Pequeña.

— Ni pequeña, ni nada. —ya era hora de darle esta charla y que mejor estando lejos de él—. Sé que no estás solo, no te perdono que no me lo hayan dicho, pero tendrán sus razones, disfruta y vive, pero primero que nada déjame vivir a mí, me estas ahogando con tu cariño.

—Lo siento. —Se escucha de verdad arrepentido—, sé que muchas veces me lo has dicho, pero sé que tienes razón.

—Te quiero hermanito, eres mi soporte y mi hogar, pero ya es hora de que seas feliz y la verdad espero que lo vuestro funcione.

— ¿Estás de acuerdo con esto?

—Claro que sí, aunque estoy un poco dolida porque no me lo hayan dicho, pero estoy segura que tendrán sus razones.

—Las tenemos. —Me asegura—, así que hermanita por favor no digas nada a nadie, por lo menos no por el momento.

—Tranquilo, no diré nada, pero me deben una explicación los dos.

TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora