CAPITULO 27

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NARRADOR

Ya estando de vuelta en Grecia, donde se realizará la boda de Nefeli y el bautizo de su pequeña perlita. Elpida tuvo que quedarse y llega el día de hoy junto a Ari, Gaby y Hans. Ellos no podieron salir de vacaciones antes.

Mijaíl, como un niño esperando a Papa Noel, se encuentra desde muy temprano en el aeropuerto aguardando por su mujer, sí, su mujer, la cual ya lo ha perdonado; pero tampoco le hace todo fácil.

Hace casi ya dos semanas que Mijaíl puede caminar con la única ayuda de un bastón, los únicos que conocen ese secreto son Ari y por supuesto Elpida; pero decidieron mantenerlo en secreto hasta el gran día de mañana. Quieren hacerlo especial. ¿Qué mejor que poder llevar a su pequeña al altar después de tanto sufrimiento que le hizo pasar?

Al abrirse las puertas de los pasajeros que llegan, el primero en aparecer es Hans y corre hacia él y como siempre le da uno de sus abrazos muy efusivos.

—¿Cómo estuvo el viaje? —le pregunta y su sonrisa indica que lo ha disfrutado a lo máximo.

—¡Ha molado mucho! Y no tuvimos turbulencias.

—¡Me alegro, campeón! —De reojo Mijaíl ve como su mujer, una vez más, se queda al margen para que él termine de hablar con el niño—. Deja saludar a los demás y nos vamos a la casa —le dice al pequeño y éste asiente, se hace a un lado, dando el espacio para que sus amigos lo saluden primero y por último ella. En el momento que va a besarlo la atrae a él y cae sentada en sus piernas.

—¡¿Mijaíl... qué haces? —Ríe—, la gente nos está mirando y lo más posible es que mañana salgamos en la prensa rosa —dice, pero sigue con sus dedos entre el pelo del joven y ríe sobre sus labios.

—¡Pues me importa una puta mierda dónde saldremos y que escriban lo que se les dé la gana! —Un golpe llega a su cabeza y ve como Ari lo mira con mala cara y señala a Hans que está a su lado. El pequeño mira primero a Mijaíl, después a Ari y pone los ojos en blanco.

—El que sean tan maleducados y hablen así, no significa que haré lo mismo yo. Y para que sepan, me deben cincuenta euros por cada palabrota y esas son palabras de mamá —afirma el niño y señala a su madre. Sin decir más se aleja con Iván hacia la salida. Dejando a los dos hombres sin poder reaccionar.

—¡Joder, amigo! —Ríe Ari—. Te ha llamado maleducado un niño de diez años.

—Amigo, eso iba para ti —se burla Mijaíl—. Quizás qué escucha ese crío en su casa.

Sin dejar que Elpida se baje de sus piernas, salen del aeropuerto con rumbo a su casa, la cual la joven aún no conoce. Él espera que pronto ella decida trasladarse a Grecia y poder vivir ahí juntos. La casa se encuentra a las afueras de Atenas, pero no a más de media hora.

Sus manos entrelazadas mientras van en el carro, Mijaíl se siente entre nervioso y eufórico. No sabe cómo reaccionará la joven, o si aceptará irse a vivir con él. Detienen el carro y puede ver el asombro en su rostro.

—¿Dónde estamos? —Elpida no aparta sus ojos de los del joven, esperando impacientemente por una respuesta.

—En mi casa —dice un poco nervioso—, y espero que pronto sea «nuestra casa». —Ella sonríe pero no dice nada en absoluto. Es una casa hermosa, completamente iluminada a estas horas. Se encuentran en el jardín que conduce a la entrada, con antorchas iluminando el sendero, es bastante grande, es de dos plantas. Siguen el sendero hasta la puerta principal. Antes de entrar como es la tradición, si es que fueran novios, Mijaíl vuelve a atraer a Elpida y la sienta una vez más en sus piernas y así cruzan el umbral que los conduce hacia el interior de la casa. La joven mira todo detenidamente. El dueño de la casa le indica a Ari dónde se hospedarán y así quedan los dos solos. Mientras su mujer sigue viendo todo minuciosamente. El salón es enorme, en el centro de la habitación cuelga una araña enorme como lámpara, del lado derecho está la sala, con dos ventanales de piso a techo y una vista al jardín impresionante; del lado izquierdo otra habitación que es el comedor con un ventanal hacia el jardín por el que han entrado y del otro lado otro ventanal hacia el jardín interno, en donde está la piscina.

TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora