CAPITULO 20

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NARRADOR

Elpida había decidido que aunque estuviera ella sola lucharía para que Mijaíl saliera de ese estado, eso significaba que tendría que seguir con sus estudios aunque fuera a la distancia, pero no los dejaría porque así estaría preparada para lo que tuviera que enfrentarse.

Pasaban los días y Mijaíl no tenía ningún cambio, pero ya lo habían sacado de cuidados intensivos y estaba en una habitación donde sus seres queridos podían estar con él.

Y esos primeros momentos fueron de lo más difíciles.

Después de quince días, al llegar la joven al hospital, el médico de Mijaíl le pidió que lo acompañara a su oficina porque tenía una buena noticia que darle.

―Buenos días Elpida ¿Cómo se encuentra? ―preguntó el hombre con verdadero interés, después de tantos días ya le había tomado cierto cariño y la verdad es que sentía una pizca de envidia por ese hombre que se encontraba inconsciente en una cama de hospital, y ¿Qué podía él envidiar? Pues simplemente a la mujer que tenía. En todos los años que ejercía su profesión, eran contadas con los dedos de una mano las veces que una mujer como Elpida, es decir, joven, hermosa, inteligente cuidaba de alguien así, siendo que solamente tenían una simple relación. O eso era lo que él creía porque de simple nunca tuvo nada, pero eso él no tenía saberlo, no era de su incumbencia

―Mientras no vea salir de aquí a mi hombre, ―dijo con total seguridad― yo no estaré bien.

―Bueno, entonces la noticia que tengo espero que ayude a subir los ánimos.

Elpida por primera vez después de días sintió que por fin veía el sol al final del túnel y pudo respirar un poco más tranquila.

― ¿Qué sucede? ―preguntó impaciente.

―Mijaíl hoy será trasladado a una habitación común, donde podrán pasar horas con él, las máquinas ya no están y puede respirar por él solo, pero eso no significa que vaya a despertar hoy, tenemos que tener paciencia. ―Le aclaró para que no se desanimara si no despertaba pronto su paciente.

― ¡¿De verdad?! ― Elpida no podía creer las palabras que escuchaba del hombre que estaba delante de ella― ¡Dios mío has escuchado mis ruegos! ―dijo eufórica poniéndose de pie. No sabía qué hacer, donde ir; pero de un arrebato se acercó al médico y lo abrazó, dando las gracias por todos los esfuerzos hacia su amado―. Muchas gracias Dimitrio de verdad no sé cómo podré pagarte a ti y a todo el equipo médico, lo que están haciendo.

―No hay nada que agradecer Elpida. ―el abrazo lo había sorprendido pero sabía que no podía esperar nada más así que mejor verla como una amiga ahora que los sentimientos aún no iban más allá―. Es nuestro trabajo y el ver que todo avanza como corresponde es nuestra mayor recompensa.

― ¿Cuándo podré verlo?

―Si esperas a que haga una llamada, te diré.

Dimitrio hizo el llamado y le dieron la noticia que su paciente ya estaba en la habitación asignada.

―Elpida. ―Llamó a la chica que estaba perdida en sus pensamientos― ¿Elpida me escuchas? ―volvió a preguntar pero esta vez poniendo su mano encima de su hombro para llamar su atención.

―Perdón, perdón, ―se disculpó la joven― estaba pensando.

―Tranquila, si me di cuenta, como te decía puedes pasar ahora mismo a verlo.

― ¿De verdad?

―Claro, ya lo han trasladado.

― ¿Puedo hacer un llamado?

TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora