MIJAÍL
Después de lo que dijo Ari no me quedó otra alternativa que hacer lo que pedían. Él tenía razón esas palabras se las había dicho yo en su momento y no fui capaz de seguir mi propio consejo.
¿De verdad es posible que lo haya jodido todo por ser simplemente un imbécil? ¿El ser orgulloso y no aceptar la ayuda de quienes me quieren por la simple razón que fuera por lastima?
No tengo idea de dónde vamos, Ari va conduciendo y a su lado está sentada Gaby, que ahora que puedo verla mejor se ve preciosa, está feliz y eso se refleja en su rostro y como sonríe al mirar de vez en cuando a su novio. No decimos nada solo escuchamos la música en la radio, yo como siempre voy perdido en mis pensamientos así que no me doy cuenta en donde estamos hasta que el coche se detiene.
Abren mi puerta y con la ayuda del mecanismo del coche bajo de el.
Ari va a mis espaldas guiando la silla. El lugar es una mansión reconstruida, debe de ser de los años sesenta o setenta de un color café o ladrillo, no estoy muy seguro. Está rodeada por arboles inmensos y césped que lo cubre todo con excepción de pequeños caminos que hay para poder cruzar el patio o para que se estacionen los coches.
Ingresamos y hay por lo que puedo ver enfermeras y médicos vestidos con batas blancas.
―Ari ¿Qué significa esto? ¿Dónde estamos? ―mis inseguridades una vez comienzan a jugarme una mala pasada y quiero desaparecer y encontrarme en la seguridad de mi casa.
―Tranquilo, no te he venido a dejar aquí. ―dice riendo―. Por lo menos no todavía-. No puedo responderle porque nos detenemos justo en lo que parece la recepción de este lugar.
―Buenas tardes señorita. ―La saluda Gaby―. Podría decirme donde se encuentra Nikos Kiusis.
―Un momento. ―Dice la joven mientras busca algo en su computadora y luego nos dice―. Ahora mismo está terminando sus logoterapias. Si desean pueden ir y espérarlo en el café y yo misma le aviso que están aquí.
―Es usted muy amable. ―Agradece esta vez Ari dándole una sonrisa que estoy seguro que se le llagaron a bajar las bragas y Gaby pone los ojos blancos, tratando de aguantar la risa. Nos despedimos los tres y nos dirigimos a lo que creo que es el café del lugar, pero esto pare un restaurante de lujo.
―Me puedes decir donde mierda estamos. ―Digo una vez que ellos ya han tomado asiento.
―Este es un centro de rehabilitación. ―Admite Ari― y estamos aquí para que conozcas a alguien que creo que te ayudará bastante.
― ¿Qué quieres decir con eso?
―Ya verás. ―Dice y se levanta para ir por nuestros cafés.
Ahora que estoy solo con Gaby, estoy tentado a preguntar por Elpida pero no sé si estoy preparado para lo que sea que me responda.
―Ella está bien, claro está, físicamente por que la dejaste hecha una mierda. ―Dice sin siquiera mirarme. Y esas palabras me hacen darme cuenta de la falta que me ha hecho mi mujer. ¡Sí, es mi mujer!― Fuiste un gran imbécil al alejarte de todos y te juro que si quieres que te perdone tendrás que llorar sangre.
―Gaby aun no estoy listo para volverla a ver.
―Eres un hijo de... no puedo decirte lo que debería porque tú madre es una santa para aguantarte todo este tiempo. ―Cubre su cara con las manos y ahoga un grito furioso― Eres tan imbécil y egoísta que solo has visto lo que sientes tú.
―No estás en mi lugar.
―Si claro y dime ¿Ahora si quieres que te tenga lastima? ―pregunta más molesta aún, si eso es posible.
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TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓN
Random¿Cómo contar mi historia en unas cuantas líneas? Sería un puto desastre. ¿Qué si hay una chica? ¡Pues claro! Siempre la hay. Vivía bien, la ayudaba en sus momentos más difíciles y como un estúpido me enamoré de ella y por el bien de ella me largué...