CAPITULO 10

113 5 2
                                    

MIJAIL

—Tierra llamando a Mijaíl. ―El imbécil de mi amigo Pano está delante de mí, tratando de llamar mi atención, pero me da lo mismo, porque el recuerdo de Elpida a mi lado es mucho más excitante que el jodido de mi amigo —, estas cagado hombre, de verdad que esa mujer te ha dado fuerte.

—No jodas Pano, con ella no te metas —advierto a mi amigo porque lo conozco muy bien—, y que ni se te ocurra decir nada a nadie.

—Hombre, Strato también es mi amigo así que no me metería con ella, —dice lleno de ironía —, y sabes muy bien que no me gustaría verla en las revistas amarillas. —Se recuesta en la silla. Nos encontramos en uno de los cafés más concurridos en Madrid, es viernes por la tarde, y llevo tres días sin ver a Elpida.

Aún recuerdo el día que me preparó el baño.

Estoy solo en la bañera cuando ella llega, me queda mirando por un momento, y aunque no abro los ojos, puedo sentir como los de ella me queman, así que abro los míos y la encuentro de pie a mi lado, se ve preciosa con su pelo suelto cayendo por sus hombros, y como hizo con el primer beso que me dio ahora también toma la iniciativa y comienza a sacarse la camiseta, quedándose solo con el sujetador de encaje negro, mierda... ya estoy duro y listo para hundirme en ella, no aparta sus ojos de los míos y veo que con mi simple mirada logro endurecer sus pezones y veo como piden ser sacados de esa prenda que evita que los toque.

Quiero lamerlos y chuparlos, meterlos en mi boca y hacer que se corra con ese simple toque.

Ella también lo desea, lo sé.

Una mueca en su rostro me muestra que algo no está bien. Sale corriendo hacia afuera, como puedo y tratando de no caerme de culo salgo detrás de ella después de encontrar mi bata.

No se encuentra en mi habitación, así que salgo para ver que ha sucedido y no la encuentro en el primer piso pero cuando comienzo a bajar las escaleras ella aparece.

— ¿Qué sucede, cielo? —le pregunto asustado por su reacción.

—Pues que se le ocurrió a mi amiguita aparecer en el momento menos indicado.

— ¿A tú amiguita? —quien mierda llegó a casa y más encima sin saberlo yo.

—Jajajajajaja Mijaíl, es que me ha bajado el periodo. —se vuelve a reír, mierda o sea que no habrá nada de nada, ¡Hombre concéntrate! Y eso es lo que hago. Me rio con ella al verla tan relajada, aunque sé por mi hermanita que se ponen insoportables cuando están en sus días.

Nuestra primera pelea fue cuando quiso irse a dormir a otra habitación, algo que no acepté de ninguna manera, la quiero a mi lado aunque sea solo sentirla cerca de mí...

—Mierda amigo, mejor me voy porque estoy hablando solo, y me siento que sobro. – me dice Pano poniéndose de pie.

—Está bien. ―Respondo porque la verdad es que no tengo ganas de conversar, lo sé, estoy igual que un niño adolescente que por primera vez se enamora, pero me importa muy poco. Por fin Elpida está conmigo y aunque sé que cuando llegue el día que le diremos a Strato que estamos juntos, todo será un puto desastre.

Mi móvil suena y contesto sin mirarlo.

—Hola cariño. ―Me saluda Gaby.

—Hola preciosa ¿Cómo van las cosas? —pregunto por qué aunque algo he hablado con Ari tengo que disimular.

—Tenemos que hablar —me dice sin más—, en una hora te espero en mi oficina.

— ¿Puedo negarme?

TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora