CAPITULO 11

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ELPIDA

Llego a casa, bueno no es la mía, sino de Mijaíl pero se siente tan bien decirlo y de verdad es como si estuviera en "Mi Casa".

—Buenas tardes señora Flor. —Saludo a quien se encuentra en la cocina.

—Buenas tardes se... Elpida —me saluda ella. La costumbre es difícil de quitar y a ella se le hace pesado llamarme por mi nombre pero no soy nadie para que me llame señorita o señora y más encima no me gusta para nada.

— ¿Qué delicia está cocinando? —el olor me está ganando una vez más y me pasa lo mismo con lo que sea que cocina.

—Hoy hay gemistá —y me abre la gastra donde están los tomates, las papas y los pimentones rellenos de arroz, se ven tan deliciosos y con el puro olor se me hace agua la boca.

—Es usted una maravilla. —Y como hacía siempre en casa con Sofi la abrazo y le doy un beso en la mejilla—. Gracias.

—No hay de que mi niña —me responde con una sonrisa en la cara y sigue—, el señor no ha llegado aún, ¿Lo esperará o le sirvo?

—Mejor lo espero, ya es tarde por que no va a descansar.

— ¿Y quién le servirá? Mejor espero a que llegue el señor y luego me voy.

—Mire. —Le muestro mis manos moviendo mis dedos—. Tengo dos manitas y puedo servir yo y creo que Mijaíl también tiene dos así que puede servirse solo.

—Pero...

—No hay pero, así que si ya terminó es hora de descansar. —y comienzo a echarla de la cocina, se pasa todo el día manteniendo esta casa limpia y cuidando a mi gruñón, pues creo que se merece descansar.

Se va sin ganas pero por fin la logro convencer.

Busco donde he dejado botado mi bolso y saco mi móvil.

Un toque, dos toque.

— ¿Ya vienes? —no puedo evitar levantar la mirada al cielo, Dios mío ni siquiera un buenas tardes o hola mi cielo, nada, ¡qué carácter!

—Estoy en casa. —que bien se siente—. ¿Llegarás tarde?

—No cielo, estoy donde Gaby y saliendo de aquí me voy a casa. ―Mierda de nuevo está con ella ¿Será que pasa algo entre ellos dos? Elpida no te vayas por ese camino, si fuera así Mijaíl no hubiera ayudado a Ari para que pudieran conocerse mejor, no seas idiota.

—Está bien. —no puedo evitar estar molesta y sentir celos.

— ¿Estás bien? —me pregunta y puedo sentir en su voz la preocupación.

—Si tranquilo cuando te desocupes yo estaré aquí. — ¿Pero qué mierda me pasa?, es como si le estuviera diciendo termina de follar y yo estoy para después.

—Cielo ¿Estas celosa? —me pregunta y estoy segura que se está burlando de mí—. Porque sabes muy bien que no debes estarlo.

—Vale. —Mejor terminar este llamado porque de verdad es que ya me siento bastante estúpida—. Dale mis saludos y que le dé un gran beso a ese pequeño que tiene por hijo. —le digo un poco más tranquila.

— ¿Y yo? —pregunta y me lo imagino haciendo pucheros y frunciendo sus labios.

—Pues tú ven a casa y te los daré personalmente. —digo y se exactamente qué haré cuando venga.

—Estaré contigo en menos de lo que crees. —dice y cuelga el móvil y no puedo evitar reírme, es como un niño pequeño listo para recibir su regalo.

TÚ, MI ESPERANZA Y MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora