Cap.68

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-¿Habéis llegado de Londres recientemente?

-Sí, majestad. -______ ( TN ) se asombró de lo rápido que corrían las noticias. Miró

a su esposo, el cual parecía decididamente incómodo.

El desasosiego de Zayn también era patente en James Stewart.

-¿Qué os llevó a Londres, lady MacArthur? -preguntó Stewart.

______ ( TN ) se dio cuenta de que había hablado demasiado.

-Nuestros motivos son muy personales, señor. - La muchacha miró de nuevo a la

reina, la cual parecía descontenta con su respuesta. ______ ( TN ) pensó que era

mejor que la tomasen por tonta que por algo más peligroso. Nunca habían decapitado a

nadie por mentecato-. Es extremadamente embarazoso -agregó-, y reconozco que

fue culpa mía. Veréis, me peleé con Zayn y huí a mi casa, a Inglaterra. Naturalmente,

mi esposo me siguió y, como podéis ver, ahora somos la pareja más feliz del mundo.

-¿Viajaste sola? - La reina estaba perpleja.

-Viajé de incógnito.

-¿De incógnito?

-Me puse mis ropas más viejas. -______ ( TN ) echó una ojeada a Zayn, el cual,

descontento con la conversación, la miraba con dureza-. En Londres encontré un

empleo como camarera en una taberna.

James Stewart, que normalmente se mostraba bastante frío, se echó a reír a carcajadas,

lo cual atrajo la atención de la mayoría de los cortesanos.

-Te felicito por tu coraje. -Los ojos de la reina brillaban con buen humor-. Lady

______ ( TN ) es una criatura deliciosa, Zayn. ¿La traerás a la corte a menudo?

-Como deseéis, majestad.

En el otro extremo del concurrido salón, Magnus había sido finalmente acorralado por

el poderoso y perseverante conde de Huntly. Lord George Gordon no era tan fácil de

burlar como Magnus pensaba.

-Magnus, muchacho. -La voz de Huntly sonaba bastante amigable -. He estado

intentando hablar contigo desde que llegasteis.

Magnus sonrió hipócritamente y mintió.

-Ni siquiera sabía que estabais en Edimburgo.

-Pues claro, muchacho. - La sonrisa de Huntly fue tan falsa como la de Magnus -.

De haberlo sabido sin duda me habrías buscado. Tenemos muchas cosas que discutir,

ya sabes.

-¿Ah, sí? - Magnus fingió no saber de qué le hablaba.

-Te lo diré sin rodeos. ¿Quieres casarte con Avril?

-¿Avril? - El desconcierto de Magnus era auténtico.

-Mi hija, Avril Gordon -informó Huntly, observando al joven con una ceja arqueada

-. Estáis prometidos en matrimonio.

Magnus tuvo la decencia de ruborizarse. Después de tantos años refiriéndose a ella

como «la hija de Huntley», había olvidado su nombre.

-Bien, señor -contestó Magnus con evasivas-, yo... yo no he pensado en ello, he

estado muy ocupado con los recados de la reina y todo eso. ¿Tiene edad para casarse?

No recuerdo que la tuviera la última vez que la vi.

-¡Eso fue hace diez años! -espetó Huntly-. Entonces tenía siete.

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