Cap.70

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-¡Es encantadora! -La voz de Nick teñía un matiz de ensoñación.

A unos pasos de distancia se hallaba la mujer más hermosa que había visto en su vida.

Era deliciosamente menuda. Tenía la piel sedosa como el marfil, con dos manchas

rosadas en las mejillas que contrastaban con su pelo color de ébano y sus ojos oscuros.

Parecía una exquisita ninfa del bosque cuya, simple existencia era un canto de sirenas

para Nick.

-¿Disculpad? - Rizzio estaba desconcertado con el extraño comportamiento del

joven.

-Allí -susurró Nick-. ¿Quién es esa belleza de pelo oscuro?

-¿Cuál?

Nick le lanzó una mirada a Rizzio y comprobó que se estaba burlando de él. El joven

MacArthur se rió de sí mismo.

-¿Quiénes?

-Sheena Menzies -informó Rizzio-, recientemente llegada a la corte.

-¿Menzies? - Nick se sintió desalentado.

-¿Hay algún problema?

-Sí, los MacArthur y los Menzies son enemigos declarados.

-¿Y?

-Yo soy un MacArthur -explicó Nick-, y ella es una Menzies. Ni siquiera hablaría

conmigo, así que mucho menos haría otras cosas.

-Os presentaré. Si evitáis mencionar vuestros apellidos, el romance florecerá. Una vez

que una mujer se ha enamorado de un hombre; no le importa que sea el hijo del propio

Satanás. Cualquier italiano puede corroborarlo. - El secretario de la reina hizo que

Nick avanzara unos pasos -. ¿Lady Sheena?

-Buenas noches, lord Rizzio - saludó al italiano con voz suave y melodiosa.

-Éste es lord Nick, y lleva un rato admirando vuestra belleza.

Sheena se ruborizó y dirigió la mirada hacia Nick, el cual cayó atrapado al instante en

las negras y misteriosas profundidades de sus ojos. Cuando se recobró, Nick se inclinó

y dijo:

- Señora.

Sheena sonrió tímidamente. Después de vivir tanto tiempo con la áspera intensidad de

su hermano Murdac, fue atraída al instante por la fácil sonrisa y la despreocupada

postura de Nick.

-¿Señor...?

-Llamadme Nick -dijo mientras Rizzio se escabullía-, como todos mis amigos.

La muchacha sonrió de un modo encantador.

-En ese caso, llámame Sheena.

-¿Tus amigos te llaman así?

-Lo harían, si tuviera alguno.

-Vamos -se burló Nick gentilmente-, una joven como tú debe tener multitud de

amigos.

-No -repuso Sheena-. No hace mucho que he llegado de mi casa, el castillo de

Weem. ¿Dónde vives tú?

-¿Te gustaría bailar? -preguntó Nick, eludiendo su pregunta.

-Oh, sí.

Cogidos de la mano, se unieron a las demás parejas que bailaban.

Lord James Stewart y lord Murdac Menzies estaban inmersos en su conversación en

un oscuro rincón de la sala.

-Como de costumbre, estábamos equivocados - dijo Stewart con desprecio -. No

había nada de clan destino en la visita de MacArthur a Inglaterra.

Una tormentosa decepción hizo palidecer la cicatriz del rostro de Menzies.

-¿Qué asuntos tenía en Londres?

-Perseguía a su recalcitrante esposa -resopló Stewart de modo burlón-. Su

terquedad no será un buen ejemplo para mi hermana.

Menzies abrió la boca para contestar, pero no fue capaz de articular sonido alguno; en

el centro del salón, Sheena bailaba con el menor de los MacArthur.

Sin pronunciar palabra, Menzies se dispuso a avanzar con la intención de separar a los

dos jóvenes, los cuales, a juzgar por sus miradas, tan sólo tenían ojos el uno para el

otro.

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