Chapter II

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Un fuerte golpe en mi estómago me despertó. 

Abrí los ojos y me cegué de la tanta luz que había en el cuarto. Maldita había sido la hora en la que quize mi cuarto de blanco y con un gran ventanal. 

-Princesa de los muertos vivientes, ¡levántate!.- dijo Luca sacudiéndome. 

Terminé empujándolo y el cayó dramáticamente en el suelo riéndose como loco.

-Eres un idiota.- dije algo molesta. 

El frunció el ceño y me miró fijamente, con los ojos oficiales de la familia, los ojos azul cielo. 

-¿Esa es la forma en la que tratas a tu hermano mayor?

Sonreí. 

-Nah, pero ésa no es la forma en la que despiertas a una señorita.-hize un puchero.-Venga, arrastra tu gordo trasero y acuéstate en la cama. 

El se rió y terminó tirándose en mi cama, haciéndome saltar.

-De señorita tu no tienes nada. 

Puse los ojos en blanco y le di un puñetazo en el hombro. Luca era mi mejor amigo sobre todas las cosas, podía confiar con él en todo y nos la llevábamos muy bien, nuestra relación siempre a sido así, a pesar de que somos hermanos y todo éso. Aunque claro, siempre habían peleas demasiado dramáticas e insultos verdaderamente insultantes de por medio. 

-Cambiemos papeles, tu hazte gay y yo me hago lesbiana, ¿qué dices? 

El me miró estupefacto.

-Camila me mataría, ¿sabes? 

-Cambia a Camila por Camilo.- dije mientras movía mis cejas sugestivamente. 

-Estúpida.

-Idiota.

-Pedazo de estiercol. 

Me comenzé a reír como una desquisiada. 

-¿Estiercol? ¿Lo dices en serio?

-¿Querías que dijera "mierda"? -dijo con el ceño fruncido.

-¡Oh vamos! Estamos aquí solos, mamá no te oirá. 

Mamá odiaba que dijeramos groserías o maldicieramos, según ella, eso afectaban nuestros chakras. Porquerías. 

-No lo haré. 

-¡Dios santo, Luca! Tienes 20 malditos años y no puedes decir mierda por el miedo que mamá te escuche y te castre. Si tan solo ella supieras la boquita que tienes afuera de esta casa...

Agarró una almohada y comenzó a golpearme hasta que ésos golpes se conviertieron en cosquillas.

-Eres un lerdo, un idiota, un estúpido, déjame o me hago pipí.- dije entre risas. 

Un golpe en mi puerta detuvo, gracias al cielo, a Luca. 

-Buongiorno, principessa.- dijo mamá mientras abría la puerta.

-No tienen nada de buenos, má.- dijo Luca. 

-Luca, ¿qué carajo haces aquí?- dijo mamá y en un segundo se tapó su boca.- No han escuchado nada. 

-Uhhh, tu energía se está volviendo oscura.- me burlé. 

-Cállate, Sienna.- dijo un tanto cabreada. 

-Relájate má. Estoy aquí por que quería llevarme a Sienna a la feria, ayer que fui con los patines...

-Muy maduro, Luca.- lo interrumpí. 

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