Chapter XII

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XII

Era ése momento épico en que tu corazón se detiene y tu mente se bloquea. El momento en que tus sentidos dejan de funcionar y lo único que sientes son millones de mariposas volando dentro de tu estómago recordándote la razón por la que te encuentras así. 

Le gustaba. 

Era lo único que necesitaba escuchar. 

Lo miré y reí, rompiendo la seriedad del momento. 

-¿Sabes? Quiero besarte, de verdad quiero besarte, pero con ése bigote que traes se me es muy difícil concentrarme.- susurré. 

-Entonces, ¿estás admitiendo que quieres besarme?- susurró de vuelta, haciendo que sintiera su aliento cálido peligrosamente cerca de mi boca. 

-Yo no tengo la culpa de que seas tan sensual.- murmuré encogiéndome de hombros. 

-Sienna, ¿puedo besarte?- susurró más cerca de mi boca. 

Nuestras narices ya se tocaban. 

Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. ¿Qué clase de chico, hoy en día, te pedía permiso para besarte? 

Me mordí el labio y como pude, respondí una afirmativa. 

Yo cerré los ojos, mientras ladeaba un poco mi cabeza. 

Al cabo de unos milisegundos, unos cálidos, masculinos, pero suaves labios estuvieron encima de los míos, moviéndose sincronizadamente.

Aquí fue en dónde me di cuenta de que el destino de verdad existía, que no todo lo que había pasado era solo una casualidad, todo estaba escrito. 

¿Cuál era la probabilidad de que yo volviera a ver a Ian después de verlo en la carretera, la primera vez que lo miré? En realidad, ninguna. Pero después de dos meses, yo estaba en sus brazos, dejándome llevar por sus labios. 

Si me preguntaran algún día si creía en el destino, yo sin pensarlo dos veces, respondería que sí. 

No podría describir nunca, como me sentía en ése momento. Mi cabeza era un balde lleno de emociones que gritaban y saltaban de felicidad. 

Nos dejamos de besar, ya que nuestro cuerpo necesitaba oxígeno. Desgraciadamente. 

Ian me miró por un largo rato antes de abrazarme. 

-Te quiero.- le dije al oído con toda la sinceridad que poseía. 

-Te quiero.- me respondió con intensidad, debilitando cada muro o barrera en mi corazón. 

Sus brazos dejaron de envolver mi cuerpo, y yo me sentí vacía, pero antes de que pudiera protestar, él tomó una de mis manos y la unió con la suya. Sus mano era perfecta para mi mano. Me miró a los ojos y sonrió como él bien sabía hacerlo. 

-Necesitamos ir a una cita real.- me dijo con seriedad. 

-¿Sin insultos ni gritos?- pregunté con una sonrisa en mi rostro. 

-Sin insultos ni gritos. A una cita de verdad. 

Lo miré emocionada. 

-Mañana paso por tí en la noche.

Yo asentí, sin poder hablar. 

-¡Haber tórtolos, pónganse en pose y sonrían!- Dijo Scout que estaba enfrente de nosotros sosteniendo una réflex. 

Ian me acercó a él poniendo su mano en mi cintura y yo puse la mía en la de él posesivamente. Yo sonreí sacando toda la emoción que tenía dentro. 

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