Chapter XVIII

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Eran las 5:30 de la mañana, todavía no había amanecido y yo ya estaba cambiada con ropa deportiva, una cola de caballo alta y audífonos alrededor de mi cuello. 

Hacía dos semanas que me había propuesto salir todas las mañanas a correr antes de ir a la escuela y terminar el día también corriendo. 

Los primeros días había sido muy pesado, mis piernas dolían, pero aún así seguí corriendo. Correr era una buena forma de agotarme tanto física como mentalmente. 

Terminaba de correr a la hora en que amanecía. Nunca había visto amanecer aquí, y sinceramente me sorprendí al ver el amanecer. Era uno de los más hermosos que había visto. Al momento que la luz terminaba de salir, los pájaros comenzaban a cantar y volaban libres. Me sentaba a la orilla de la playa a ver salir el sol. 

Las cosas que uno se pierde por dormir. 

-3 espressos, 1 té chai y un americano sin azúcar, por favor.- me decía una chica de unos 14 años, que ya traía la nariz perforada y el cabello de color morado. 

Apunté todo rápidamente en la libreta e hize cuentas. 

-De acuerdo.. Serían 23 con 67 centavos.

Ella me pagó exacto. 

Comencé a preparar el café. Pulsé los botones que tenía que pulsar, licué y herví. 

En menos de 10 minutos ya tenía la orden de la chica. 

Me había vuelto una experta en preparar todo tipo de bebidas. 

El frío comenzó en cuanto Diciembre empezó. Gracias a éso, la cafetería estaba mas llena, por lo tanto yo trabajaba muchísimo más y cerraba más tarde. 

Lo bueno era que la tarde había estado tranquila, yo había podido sentarme un rato a terminar mis tareas sin que nadie me molestara. 

-Un Caramel Macchiato y una magdalena de naranja por favor.

Puse los ojos en blanco en cuanto escuché aquella voz. 

-¿Vienes a acosarme? Porque si es así te puedes ir yendo.- rezongué. 

Mike me sonrió alegre. 

-No, nada de éso. Sólo vengo por un Cara...

-Caramel Macchiato, lo sé.

-Sabes mis gustos, perfecto. 

-¡Pero si lo acabas de pedir!

-Shhh.- puso su dedo en su boca. 

-Ugh, eres tan molesto.. ¿Por qué no te fuiste con Ian a dónde quiera que haya ido?

-Porque sabía que me extrañarías. 

Los únicos clientes que había en la cafetería se habían ido. Sólo estábamos Michael y yo. 

Perfecto. 

Apunté la orden de Mike y me puse a prepararlo. 

-¿Álgebra?-preguntó. 

-¿Eh?

Volteé a verlo, él señalaba mi libro abierto. 

-Ah, sí. Tengo éxamen mañana, no sé si vaya a dar, odio la álgebra más que a nada. 

-¿Mas que a mí? 

Puse los ojos en blanco y continué haciendo su café. 

-No te odio. 

-Claro que sí. 

Puse caramelo encima de la espuma.

Extendí mi mano, dándole el café. 

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