5. Lanzando el anzuelo

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Bo Ah sonreía recordando la noche anterior, aquella fantasía de violación  había sido extremadamente excitante.  Yunho lo había hecho muy bien y ella, bueno, no fue nada difícil meterse en ese papel.  Ahora debía complacer a Yunho con su fantasía del trío. Y mientras más lo pensaba, más segura estaba, que ella era la indicada para cumplir esa fantasía. Necesitaban a alguien que no les fuese a pegar una enfermedad... alguien manipulable, alguien que no intentara clavarle un puñal por la espalda, queriéndose quedar con su marido, cuando el juego terminase... Y, ¿quién mejor que ella, quien parecía admirarlos a ambos por igual? Además, era tan obvia con su fascinación por Yunho, que casi estaba segura no iba a negarse. Aunque claro, debían irse despacio, como un depredador acechando a su presa.

Esa misma noche, luego de regresar del trabajo, tocó a su puerta.

―¡Buenas noches! ―la saludó con una sonrisa afectuosa.

Los ojos de Jayden resplandecieron al verla.

―¡Buenas noches!

―Hace tiempo quería venir a verte.

―¿En serio?

Su emoción era casi infantil.

―Sí, por supuesto. Quería agradecerte por el pastel que nos obsequiaste, estuvo realmente delicioso. A mi esposo le encantó, de hecho se comió más de la mitad.

―Me alegra que le gustase... a ambos, claro.

―Realmente tienes talento. Yo la verdad soy muy mala en la cocina. Aunque no es bueno que lo diga... cuando estoy aquí para invitarte a cenar. Sé que tu hermana ya se fue de viaje y quizás te aburras de pasar la mayor parte del tiempo sola. ¿Qué dices?

―¡Oh! ¡Sí, claro! ―exclamó Jayden sin disimular su entusiasmo―. ¿Cuándo? ¿A qué hora?

Bo Ah sonrió al notar su emoción, la suya parecía la sonrisa de una vampiresa poco antes de clavar sus colmillos en su víctima.

―Esta misma noche ―dijo mirando su reloj―. ¿Te parece en una hora? Así te doy tiempo de mudarte de ropa.

―En una hora estará bien... pero, ¿cómo debo vestirme?

―Un vestido de cóctel estará bien.

Jayden asintió no muy segura de contar con un vestido adecuado en su guardarropa. Así que en cuanto Bo Ah se retiró, corrió hacia la habitación de Yara, ella tenía ropa mucho más apropiada. Sacó vestido tras vestido, colocándoles sobre la cama, hasta encontrar el que estaba buscando. Un trajecito rojo, ceñido al cuerpo, con el que Yara se veía sofisticadamente sexy. Buscó los zapatos que hacían juego, maquillaje, perfume, accesorios... todo lo necesario para verse más atractiva y sumarse un par de años.

Bo Ah estaba terminando de poner la mesa, cuando sonó el timbre. Miró el reloj en la pared, al parecer Jayden era una persona puntual.

―¡Yunho...! ―gritó para que éste le escuchase―. ¿Puedes abrir la puerta, por favor? Estoy poniendo la mesa.

―¡Ya voy! ―respondió éste bajando las escaleras.

Llevaba puesto un pantalón caqui y un suéter rojo de cuello redondo y puños arremangados. Su cabello castaño lo llevaba un poco despeinado, dándole un aire de informalidad. Cuando abrió la puerta, se quedó pasmado ante la imagen que tenía frente a él.

―¡Buenas noches! ―dijo un poco atontado por la sorpresa―. Pasa, Bo Ah está terminando de poner la mesa.

―Buenas noches ―dijo Jayden abriéndose paso dentro de la casa―. Tienen una casa muy bonita.

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