8. Tu corazón es solo mio.

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A la mañana siguiente, Jayden despertó en su cama creyendo por un instante, que lo ocurrido con su vecino se había tratado de un sueño. Pero no, todo fue real, había hecho el amor con un hombre casado y sin ningún tipo de reparos. Lo peor de todo, es que no sentía un ápice de culpa. Él, con la rapidez de una serpiente había logrado envolverla y aunque estaba segura que su final no sería diferente que el de un desprevenido ratoncito, no iba hacer ni el más mínimo intento por escapar. Si ella era el insecto, que atraído por la luz de una vela muere abrasado por el fuego, estaba dispuesta a ser ese insecto.

Yunho se había convertido en su todo.

BoA sostenía una taza de café mientras contemplaba, desde la terraza, el hermoso jardín en el que algún día jugarían los hijos que tendría con Yunho. Apartó la taza de los labios y la estrelló contra el suelo. ¿Por qué diablos lo había permitido? ¿Por qué se había torturado a sí misma siendo testigo de aquello? ¡Y esa pequeña ramera! Una carcajada escapó de sus labios, si ella creía que se iba a convertir en la amante habitual de su esposo, estaba equivocada. La utilizarían como cualquier juguete sexual y luego la desecharían igual que a un preservativo usado.

—¿Estás aquí? —Yunho se acercó e intentó darle un beso en la mejilla; pero ella lo esquivó.

—Debo irme —dijo poniéndose de pie para entrar a la casa.

Yunho miró los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo.

—Creo que debemos hablar —la tomó de una mano.

—No hay nada de qué hablar.

—¡Claro que sí! —Ambos entraron a la casa—. Desde anoche has estado distante conmigo.

—¿Y qué esperabas? —gritó BoA mirándolo a la cara—. ¿Qué te aplaudiera?

—Pero eso es algo que hablamos y estuviste de acuerdo.

—Tú lo acabas de decir, lo hablamos y del dicho al hecho... hay una distancia muy grande. Acaso, ¿tú estarías tranquilo si fuese yo, quien hubiese hecho el amor con otro hombre?

—Pero yo no he hecho el amor con Jayden, solo tuvimos sexo.

—¿Cuál es la diferencia si al final lo disfrutaste?

—Para mí hay diferencia, tú eres la única mujer a la que le hago el amor, con la que quiero pasar el resto de mi vida. Jayden es solo una fantasía, nuestro juguete, nada más.

Yunho dijo aquellas palabras sin tener la absoluta certeza de que fuesen sinceras; pero logró tranquilizar a BoA.

—¡Tú eres mío, me oyes! —dijo ella con firmeza—. Si hemos de seguir con esto no lo olvides, eres mío y aunque puedo compartir tu cuerpo, no estoy dispuesta a compartir tu corazón.

Dicho aquello puso sus manos sobre su pecho obligándolo a retroceder hasta caer sentado en uno de los sillones de la sala de estar. Él sonrió mordiéndose el labio, si había algo que le excitaba de su mujer es que tomase completamente el control. Le sacó la corbata y abrió la camisa de un tirón, haciendo saltar varios de los botones. Luego se apoderó de su boca besándolo desenfrenadamente, se alejó para sacarle la correa y bajar el cierre de su pantalón. Sonrió satisfecha ante la potencia de su erección, masajeó su miembro un poco antes de sentarse sobre él.

—¡Estás deliciosa, cielo! —gimió Yunho al sentirse dentro de ella.

Ella sonrió, la suya era como la sonrisa de un vampiro a punto de clavar sus colmillos en su víctima. Y es que así se sentía en ese momento, sólo pensaba en saciarse de un modo brutal y salvaje. Empezó a moverse rítmicamente, al tiempo que clavaba sus uñas en la espalda de su marido, quería marcarlo como se marca una res. Aquello dolió, pudo verlo en el rostro de Yunho; pero su expresión estaba entremezclada con el placer, él disfrutaba cuando ella se convertía en una gata salvaje y dominante. Bajó la intensidad de sus movimientos para ver como la erección de su marido se perdía dentro de ella y luego continuó moviéndose, gimiendo, era casi como si estuviese galopando un potro salvaje.

—¡Así quería sentirte! —susurró Yunho, acompañando sus movimientos—. ¡Oh, sí! ¡sí...!

—Más fuerte, Yunho —exigió ella, montándolo cada vez con mayor urgencia—. Más fuerte, muévete más.

Él la tomó por las caderas, apretándola contra sí, para llegarle aún más hondo, al tiempo que aumentaba el ritmo. Ambos podían sentir como chocaban internamente, hasta que llegaron juntos al clímax. 

De repente, la habitación se hizo casi silenciosa, solo podía escucharse la agitada respiración de ambos, que poco a poco iba haciéndose cada vez más lenta. Permanecieron así durante algunos minutos, hasta que ella se apartó.

—Tendremos que cambiarnos, no podemos ir a trabajar así —dijo ella acomodándose la falda.

Yunho miró su pantalón, ella solo le había bajado el cierre por lo que este estaba completamente humedecido por el sexo.

—Yo tengo una mejor idea —dijo masajeando su miembro—, quedémonos en casa.

BoA observó con una sonrisa pervertida, como el miembro de su marido, iba endureciéndose nuevamente.

—Si lo pides de esa manera, no puedo negarme.

Pocos minutos después, ambos estaban desnudos, recostados en el sofá, Yunho se hallaba detrás de ella, envistiéndola de lado. Desde aquella perspectiva podía verse claramente como su miembro entraba y salía, robándole suspiros y gemidos de placer a su mujer, en cada embestida. Sus movimientos eran tan certeros que en pocos minutos le estaba dando su segundo orgasmo.

—Así vale la pena no ir a trabajar.

Esa noche Jayden se durmió esperando la llamada de Yunho; pero esa llamada nunca llegó. Ni ese día ni al día siguiente, incluso llegaron a toparse una mañana cuando iba para el colegio; pero éste ni siquiera la determinó. Acaso, ¿ahora que había obtenido lo que quería no tenía más interés en ella? Sintió un nudo en la garganta al pensar en ello. Se armó de valor y después de una semana de no tener noticias suyas decidió llamarlo. El teléfono sonó una, dos, tres, cuatro veces sin que contestara. Cerró y volvió a repetir el mismo procedimiento varias veces; pero después del quinto intento la llamada se fue directo al buzón de mensajes de voz.

Ya no tenia dudas, la estaba evitando. 

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