40. Amor a primera vista

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Cuando Jayden vio las fotografías de Yunho durmiendo al lado de BoA, sintió como si le hubieran arrojado un balde de agua fría a la cara. Las falsas esperanzas a las que se aferraba se deshicieron en un instante, se sentía devastada. Si tan solo tuviera los medios para sacarla de su vida, lo haría sin dudar. En una oportunidad le había dado dinero a una amiga, cuyo novio se movía en el bajo mundo; pero solo consiguió que la estafasen. Nunca más volvió a saber de ellos.

─¡Seguro lo arrastraste hasta tu cama! ─le escribió furiosa.

─Créeme ─respondió BoA─, no hubo necesidad de arrastrarlo.

─¡Maldita ofrecida!

─¡Estás loca! ─BoA movió la cabeza de un lado a otro, la lógica de esa niña estaba al revés─. Quiérete un poco, a ver si así alguien llega a quererte algún día. Porque por el camino que vas, terminarás igual de promiscua que tu hermana.

Luego bloqueó su número, ya había tenido suficiente de Jayden, no quería saber de ella nunca más. Ni de ella, ni de su hijo, ese niño que era como una piedra en el zapato. La razón primordial por la que deseaba vengarse de Yunho.

Cuando una de las enfermeras entró a la habitación de Jayden, encontró el celular en el suelo, estaba roto.

─¿Qué ha pasado aquí? ─exclamó agachándose para recogerlo.

─Tíralo a la basura ─dijo Jayden sin expresión alguna─. No lo quiero.

─Voy a colocarlo en esta gaveta ─indicó la joven acercándosele─. Ya luego verás que haces con él. Creo que solo tienes que cambiar la pantalla.

Jayden alcanzó el teléfono y lo arrojó al bote de basura, junto a su cama.

La enfermera suspiró y se limitó a tomarle la presión en silencio.

─Está un poquito elevada, será mejor que descanses sobre tu lado izquierdo.

La enfermera le ayudó a acomodarse, colocando una pequeña almohada debajo de su vientre.

─¿En qué me ayudará esto?

─Es para quitar el peso del bebé de los principales vasos sanguíneos. Si tu presión no baja, quizás el doctor te prescriba medicamentos para controlarla.

Cuando el médico vino a verle, le explicó las consecuencias de la hipertensión.

─Puede impedir que la placenta reciba suficiente sangre. Y en este caso, tu bebé recibirá menos oxígeno y alimento. Lo que puede resultar en un bajo peso al nacer. Asegúrate de beber suficiente agua, ocho vasos diarios. Además, voy a reducir el uso de la sal en tus alimentos.

Durante las semanas siguientes, los médicos lograron controlar su presión arterial sin necesidad de medicamentos. Sin embargo, cuando estaban por cumplirse las treinta semanas de embarazo, volvió a sentir esa presión en el bajo vientre, que llevó a que le hospitalizaran. Llamó a la enfermera, cuando ésta entró a la habitación, la encontró en medio de un enorme charco, que goteaba desde la cama hacia el piso.

─Simplemente fluyó ─exclamó algo avergonzada de haber hecho todo ese desastre─. Lo siento, no me dio tiempo de avisar.

─No es lo que crees ─le dijo la enfermera─. Has roto fuente.

Lyn recibió la llamada cuando se preparaba para dormir, su marido que ya se había acostado despertó por sus gritos.

─¡Ya va nacer! ! ─exclamó reiteradas veces─. ¡Nuestro nieto ya va a nacer!

─¿Qué? ¿En este momento? ¿Ya?

─Sí, en este momento, los bebés no avisan, lo sabes.

Lyn llamó a su hijo cuando iban de camino hacia el hospital. Yunho había regresado con su mujer; pero tenía que decírselo.

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