Todo cambió en la vida de Juliette O'Connor con una decisión que sin ella imaginarlo cambiaría todo lo que conocía hasta el momento y conocería así al único y gran amor de su corta pero intensa vida.
Allí estaba yo, Juliette, enfermera recién graduada, metiendo 25 años de mi vida en dos enormes maletas. Mirar mi habitación con todos los recuerdos me producía tristeza, pero a la vez una alegría inmensa. Sabía que mis padres me miraban y velaban por mí en todos los sitios a los que acudía. Y sabia también que si ellos estuviesen conmigo sentirían la misma alegría que yo sentía en estos momentos. Cerré la maleta de la ropa y los accesorios, y terminé de llenar la de los recuerdos. Esa sería la más difícil de terminar. Aunque todo lo que no me pudiese llevar lo metería en cajas y lo llevaría a casa de mis abuelos, pero a pesar de saber que iban a estar en muy buenas manos me costaba mucho decir adiós. Sentía que le decía adiós a mi vida y a todo lo que conocía y me hacía sentir segura hasta ese momento. Una vez que terminé con la segunda maleta, comencé con las cajas y una vez llenas me dirigí a la puerta con mis dos enormes maletas y eché un último vistazo a aquella habitación, parte de mi hogar durante mis 25 felices, aunque a la vez duros años de mi vida. Lo único que esperaba es que de esta casa disfrutase una familia, tanto como lo hicimos mis padres y yo de ella.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una vez fuera cogí el taxi y me dirigí al aeropuerto. Fueron 45 minutos los que tardé en llegar, pero se me hicieron muy cortos. Una vez allí me dirigí a facturar mis maletas y con lo único que me quedé fue con una mochila.
Una vez pasé el control de seguridad y monté en el avión, lo primero que hice fue intentar dormir. Me esperaban diez largas horas hasta Barcelona y sabía por lo que mi tío me había contado que una vez que llegase allí no tendría mucho tiempo para descansar, así que iba a intentarlo en el avión. Desperté y lo primero que hice fue mirar el reloj. Había dormido dos horas seguidas y me encontraba muy bien. Enseguida nos trajeron la comida y después de eso el vuelo se me hizo muy corto. Empecé a hablar con la chica que tenía al lado. Nuestras situaciones familiares eran tan parecidas que parecía que nos conocíamos de toda la vida. Se llamaba Alaïa y también había perdido a sus padres. Hablamos tanto que decidimos cambiarnos los números de teléfono. Dudaba mucho que pudiese quedar con ella, pero siempre estaba bien tener alguien conocido. Cuando llegamos a Barcelona fuimos juntas a por nuestras maletas y compartimos taxi, hasta que yo me baje en mi hotel y nos despedimos con un caluroso abrazo y deseándonos la mejor de las suertes.
Una vez en el hotel ya estaba mi tío esperándome, tan serio como siempre. Nos saludamos con dos besos y un abrazo y luego nos dirigimos a mi habitación durante los cuatro días que estaríamos en Barcelona. Al entrar me sorprendió lo grande que era. No era grande era enorme.
Cuando entramos a la habitación descubrí que había otra maleta y había también dos camas. Enseguida le pregunté a mi tío de quien era la maleta. Él me explicó que como mi incorporación al equipo de Toro Rosso había sido tan precipitada no habían tenido tiempo de pedir una habitación para mí y tenía que compartir habitación con uno de los dos pilotos del equipo. No sabía cómo sentirme con eso, pero decidí tener la mente abierta y ser positiva. No podía ser tan malo eran solo cuatro días. Además, iba a ser su enfermera, así que me vendría bien ir conociéndole. No me dio tiempo a reaccionar cuando de repente un chico alto, moreno y con una gorra de Red Bull entró por la puerta. Me quedé impresionada de lo guapo que era. Nos presentaron y mi tío nos dejó solos. Él cómo todo un caballero me ayudó a subir las maletas a la cama. Después de darle las gracias me respondió guiñándome un ojo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Se llama Carlos y tiene 22 años. Ahora sí que estoy cada vez más segura de que unirme al equipo ha sido la mejor idea de mi vida.