Capítulo 12:
Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo. Cuando todas las mujeres que ya habían tenido hijos me decían que el embarazo pasa tan rápido que ni siquiera te das cuenta pensé que exageraban. Pero a día de hoy y embarazada de 37 semanas les doy la razón. Las niñas estaban perfectas y muy sanas, pesaban 2kg 400 gr aproximadamente y podían nacer cuando ellas quisieran, ya que en esta semana de gestación no necesitarían incubadora, en principio y siempre que todo saliese bien. Y todo iba a salir bien. No paraba de repetir esa frase en mi cabeza. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. Estaba deseando que naciesen porque a estas alturas del embarazo todo me dolía.
Desde hacía dos meses pasábamos mucho tiempo con Carlos y con su novia. Shara era una chica estupenda y me estaba ayudando un montón con todo lo de las niñas. Carlos y ella se habían ido a vivir juntos y eran muy felices. Me alegraba tanto por él. Se merece todo lo mejor.
Un día antes de cumplir las 37 semanas estabais Max y tu durmiendo cuando de repente te sentiste rara. Empezaste a sentir una presión muy grande debajo de la tripa y enseguida despertaste a Max.
-Juliette: ¡Max! Despierta por favor. No me encuentro bien.
-Max: ¿Qué te pasa?
-Juliette: me duele mucho la tripa y la espalda.
-Max: tranquila nos vamos al hospital.
Mientras Max cogía la mochila que teníamos preparada para mí y para las niñas empecé a sentirme mareada. De repente el dolor aumentó mucho y cuando miraste al suelo viste sangre. No te dio tiempo a decir nada más y perdiste el conocimiento.
Despertaste. No sabias cuanto tiempo había pasado, pero te diste cuenta de que no sentías nada del pecho hacia abajo. Cuando empezaste a estar más consciente te sentiste vacía. Te empezaste a poner nerviosa. Cuando pudiste hablar buscaste a Max.
-Juliette: Max...
-Max: hola mi amor. Vaya susto me has dado.
-Juliette: Max ¿y las niñas?
-Max: tú ahora no te preocupes por nada, todo va bien.
-Juliette: ¿Dónde están mis hijas?
-Max: en la incubadora. Te tuvieron que hacer cesárea y a ellas al nacer les costaba respirar
-Juliette: ¿pero están vivas no?
-Max: sí, tranquila. Los médicos han dicho que en una semana aproximadamente nos podremos ir a casa los cuatro. Por cierto, el Doctor ha dicho que cuando quieras puedes ir a verlas, bueno podemos.
-Juliette: quiero ir ahora a verlas.
-Max: está bien. Voy a avisar a los médicos.
Cuando conseguí sentarme en la silla de ruedas, nos dirigimos hacia donde estaban mis pequeñas. Max por el camino iba explicándome lo que iba a encontrarme cuando llegase a verlas. Me explicaba que al principio asustaba verlas en la incubadora pero que no había nada por lo que preocuparse ya que ellas estaban bien y estaban tranquilas que era lo que importaba. Una vez llegamos allí Max tocó un timbre y dos puertas se abrieron automáticamente a los pocos segundos. Una vez dentro me sorprendió la cantidad de bebes que había. Nunca me imaginé que pudiese haber tantos bebes prematuros. Empecé a ponerme nerviosa porque parecía que no llegábamos nunca a donde estaban las niñas. De repente la enfermera paró la silla de ruedas delante de dos incubadoras. En ellas podía leerse "Bebé 1" y "Bebé 2". Teníamos que ponerles nombre lo antes posible. Allí estaban ellas, parecían tan solas e indefensas. Max me acercó a la primera incubadora e instintivamente empecé a hablar con ella.
-Juliette: hola mi princesita. Yo soy tu mamá. Tienes que ponerte bien pronto para que puedas salir de aquí con tu hermanita y papá y yo os llevemos a casa. Os va a encantar vuestra casa. Tiene un jardín muy grande para que podáis jugar este verano, y tiene también una pequeña piscina. Aunque aquí en Londres el tiempo no es muy bueno, no os tenéis que preocupar de eso, porque papá y yo preparemos cosas muy chulas dentro de casa para hacer los días en los que llueva. Tenéis que saber que, aunque vuestro papá es muy joven, es el mejor padre del mundo. Nosotros dos vamos a cuidar y a quereros siempre por encima de todo. Solo habéis llegado hace unas horas a este mundo, pero ya os queremos más que a nada ni nadie en este mundo.
Después fuiste a hablar con la otra bebé y le contaste más o menos lo mismo que a la primera. Habían tenido un inicio en la vida complicado, pero solo era el inicio. Enseguida miraríamos atrás con una sonrisa recordando estos momentos solo como una historia más, una historia que los cuatro unidos superamos y seguimos con nuestras vidas.
Mientras las miraba una enfermera vino y las colocó a las dos en la misma incubadora para que se diesen calor la una a la otra y se hiciesen compañía. Cuando estuvieron juntas parecía que se habían relajado y las dos se quedaron dormidas. Max y yo nos quedamos embobados mirándolas. Era increíble que ya estuviesen aquí con nosotros. Eran preciosas.
-Max: mi niña, tenemos que decidir nombres. Las enfermeras los necesitan para sus informes.
-Juliette: que te parece si cada uno decidimos uno. Así será la más fácil.
-Max: me parece muy buena idea.
-Juliette: la de la derecha se va a llamar Alaïa
-Max: es precioso mi amor. Y la de izquierda se va a llamar Chloe.
-Juliette: me encanta Chloe.
-Max: ha sido bastante más fácil de lo que me imaginaba.
Bueno ahora era hora de avisar a todo el mundo. Ya éramos una familia.
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The Driver and The Nurse
RomantizmTodo cambió en la vida de Juliette O'Connor con una decisión que sin ella imaginarlo cambiaría todo lo que conocía hasta el momento y conocería así al único y gran amor de su corta pero intensa vida.