Capítulo 11:
Después de enterarnos de la noticia del embarazo el tiempo parecía pasar muy rápido. Max y yo decidimos establecer nuestra casa en Londres. No hacía el mejor clima, pero para viajar era lo mejor. Desde allí los vuelos iban a cualquier lado, y era lo que íbamos a necesitar. Había noticias nuevas, y me fastidiaba decir que Max tenía razón. Parecía que había predicho el futuro. Cuando fuimos a la primera ecografía enseguida todos lo pudimos ver: ¡eran dos! Los primeros días no sabía si reír o llorar, pero enseguida nos acostumbramos a que venían dos. Yo en cierto modo me lo imaginaba porque para estar embarazada de solo seis meses tenía mucha tripa.
Aunque todavía quedaban tres meses para el nacimiento de los gemelos, eso si no nacían antes, Max quería empezar a prepararlo todo. Ya teníamos preparada la habitación. Que ya era algo. Ahora nos quedaba el carrito y la ropa. Max quería un carrito moderno y futurista, pero yo en cambio quería algo practico para poder llevarlo en el avión sin necesidad de facturarlo, porque con el ritmo de vida que íbamos a tener no había tiempo para esperar a que nos devolviesen el carrito en la cinta de facturación. Esa misma tarde fuimos a por el cochecito y al final después de muchas pruebas por fin nos habíamos decidido. Max estaba agotado, y eso que la que estaba embarazada era yo.
Decidimos comprarlo en rojo, ya que, aunque nosotros ya sabíamos el sexo de los bebes, no queríamos que nadie más lo supiese. Y menos la prensa, que desde que anunciamos el embarazo parecían estar en todos los sitios. Menos mal que no se podían meter en nuestra casa, aunque así fuese no sabrían que esperamos dos niñas, porque la habitación no da pistas de ello. El día que nos enteramos la cara de Max era un poema. Siempre decía que quería niño y niña porque si no con tres mujeres en casa la iba a tener clara. Pero ahora es el que más encantado está y está deseando que nazcan. Íbamos a ir a un restaurante a cenar, pero yo no me encontraba muy bien y al final optamos por irnos a casa. Cuando llegué no pude evitar pasar por la habitación de las gemelas y me quedé allí mirando un buen rato. Estaba tan concentrada mirando, que no escuché a Max acercarse. Los dos estábamos deseando tenerlas aquí con nosotros para estrenar la habitación, y vivir muchos momentos allí con ellas.
Pero todo a su tiempo. De momento quedaban tres meses y tenían que mantenerse dentro de mí por lo menos hasta las 36 semanas. A partir de ese momento podían nacer cuando quisiesen.
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The Driver and The Nurse
RomanceTodo cambió en la vida de Juliette O'Connor con una decisión que sin ella imaginarlo cambiaría todo lo que conocía hasta el momento y conocería así al único y gran amor de su corta pero intensa vida.