23. Tu eres mi yo

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—¿Pero con tan solo 22 años dos hijos Alissa? — Pregunto aquella niña que me parecía conocida.

—Si, bueno se que soy joven y que es algo loco, pero aveces los accidentes ocurren.  Ademas no es algo que me aflija, si se que va a ser difícil, pero desde niña había querido que mis hijos crecieran juntos, porque desde mi punto de vista eso hacia que los hermanos sean inesperables. —Respondí sinceramente. —¿ Ademas Porqué no?— Agregue yo, con aquello anterior retumbando en mi cabeza.  —Liam esta estudiando y le faltan apenas dos años para terminar su carrera, ya que consiguió hacerla mas rápido de lo habitual, además tiene un trabajo estable que nos permitió tener una pequeña casita y hace un año independizarnos de nuestros padres, yo por mi parte hasta mi segundo embarazo tenia un trabajo de bibliotecaria bien pago y que retomare cuando el niño crezca un poco. Fue duro el proceso, pero lo logramos, formamos una familia con todas las letras. No seremos la pareja perfecta, pero nos amamos y amamos a nuestros hijos y eso es lo que cuenta. —Explique seriamente  mientras la niña jugaba con su trenza amarilla y me miraba atentamente.

—No es lo que se debe — Solo dijo, sentándose a mi lado, decidida a no irse.

—¿Porque? ¿Porque privarme de vivir mi vida como quiero solamente porque ser madre adolescente es un tabú para la sociedad? ¿Acaso la gente no esta equivocada al juzgar así a las personas? ¿Porque todos debemos hacer lo que hacen los demás y vivir como ganado obediente? Esta es mi vida y la vivo como quiero y puedo y nadie puede juzgarme, porque tener hijos a una corta edad no digo que sea lo adecuado, pero tampoco es un pecado si tenes los recursos y una familia para sostenerlos. —Conteste defendiendo mis principios de la tonta niña entrometida.

—Tonta, tonta Alissa, si tan solo supieras...

—¿Si supiera que cosa? —Pregunte con mucha intriga.

— Que la vida no es tan fácil como crees, aveces es necesario tomar decisiones sabias, sin dejar que el orgullo te domine y seque tu corazón. — dijo la niña que ya no era mas niña, sino que se había convertido en una anciana de blancos cabellos y ojos celeste pálido. —La vida es dura niña, ya aprenderás.

—¿que? — Pregunte, <<¿Acaso esta persona estaba loca? Estoy segura que no habla cuerdamente>> se quejo mi mente sin preguntarse por el cambio de edad.

—Ya aprenderás que no todo es lo que parece — solo añadió levantándose lentamente y mirándome con esos ojos que ahora eran pura tristeza.

—¿Porque me dice esto? —Pregunte con un nuevo sentimiento de melancolía en mi alma.

—Porque ahora tu eres mi yo —respondió sin sentido,  y se fue como llego, Caminando lentamente, pero ahora sin la sonrisa en su rostro.

.

.

—Peeeeeep Peeeeeep Peeeeep —sonó el despertador, todo había sido un sueño, un extraño sueño del que no entendí mucho. Se que la mente humana es un sin fin de cosas, pero mi inconsciente estaba tratando de decirme algo y no sabia que. —Peeeeeep Peeeeeep Peeeeep —volvió a sonar la alarma y abriendo un ojo la apague. Di media vuelta a la cama y  olvidando mi sueño sacudí a mi flamante prometido para que se levante.

—Liaaaaam —Exclame mientras me sentaba sobre las blancas y nuevas sabanas.

— ¿que? —Dijo el abriendo los ojos suavemente, esos bellisimos ojos que me derriten.

— Hoy te toca Universidad tontito — Le explique mientras le depositaba un beso en sus suaves labios, beso que me respondió al instante con mucho amor.

Numerosos sentimientos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora