Capítulo 7. "Escoria"

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    Amanda.

    Y me dejó muda. Anoche tuve que dejarlo ir así sin decir nada más. Es que me dijo en palabras no directas, que está enamorado de mí.
    ¿Por qué tuviste que hacerlo, Stephen?
    Esta mañana no he querido salir de la cama tras solo pensar en lo ocurrido anoche en esta habitación.
    No me saco de la mente la imagen de Stephen diciendo que no quería vivir conmigo lo mismo que vivió con sus ex amores.
    Es claro. Se enamoró de mí y no supe cómo reaccionar ante eso. Solo me lo dijo, sonrió una vez más y sin decir palabra alguna se fue tranquilo, sin siquiera dejarme expresar lo que yo podía sentir.
    No lo puedo creer, un vampiro enamorado de mí... Y encima de todo eso, también la preocupación que me dejó al hacerme saber lo peligroso y psicópata que es Zein.
    ¿Por qué Zein? ¿Por qué alguien con sus características físicas tan fascinantes tiene que ser un demente asesino serial? Debería darme un golpe en la cabeza. No debería pensar en el atractivo de ese monstruo ahora ni nunca. Es un asesino y eso nada lo va a cambiar, es todo lo que importa de Zein. Pero si las chicas y yo corremos peligro deberíamos irnos. Aunque Stephen dijo que nos protegería. Lo que tiene en contra es que Zein logró asesinar a sus otros amores. Eso no me hace sentirme muy segura.
    Debo darme una ducha y salir a despejar las ideas. Quizás le diga a Tiffany que me acompañe al bar, aunque no soy fan del alcohol.
    Salgo de la cama solo con mi sostén y bragas puestas rumbo a la ducha.

    Zein.

    Adoro ver caer la noche en la ciudad desde esta pequeña colina. Seguir al idiota de Stephen hasta ese maldito bosque ha sido de las cosas más aburridas que he hecho. Lo único bueno que conseguí fue conocer a su nuevo amor. Ese pequeño no sabe ni cómo disimular cuando se atrae por una mujer. Será divertido verlo retorcerse de dolor y tristeza de nuevo.
    A veces no comprendo por qué me gusta tanto verlo sufrir, aunque quizás pueda justificarlo con que odio que siempre trate de hacer lo correcto, el chico bueno, el sufrido y abnegado.
    Idiota. Voy a acabarte.
    Esa chica es tan diferente. Tiene algo distinto a todas las demás con las que Stephen ha sostenido un romance. Doy por hecho que algo llegará a suceder entre ellos, pero yo me ocuparé de que todo se le venga abajo. Por ahora iré a divertirme un rato como uno de estos humanos inútiles, quizás encuentre algo que comer.
    Recorro las calles de la ciudad hasta encontrar un bar que podría tener una mejor fachada, pero es lo que hay, al menos aquí cerca. Entro y me encuentro en un ambiente oscuro y con poca luz, pero con muy buena música, un poco de indie no le cae mal a este sitio. El lugar está repleto de personas que abarrotan las mesas, es toda una fiesta, o más bien, son como decenas de fiestas esparcidas por todo el bar, una fiesta en cada mesa entre ese montón de ebrios.
    Decido que iré a la barra por un buen trago, me siento y pido un trago de su mejor ron. No pasan ni cinco segundos, cuando me doy cuenta de que la hermosa y sensual Tiffany y la callada y traviesa Amanda están a mi lado conversando sin haberse fijado que yo llegué.
    Me sirven mi trago de ron y le doy un sorbo completo, coloco la cristalería en la barra y me giro hacia Amanda que está de espaldas.
    — Hola, Amanda, que sorpresa —le digo con una sonrisa hipócrita.
    Ella se gira asustada, casi se le salen los ojos de sus órbitas, se quedó muda. Paralizada. Fría.
    Me acomodo apoyando los antebrazos en la barra.
    — No pensé que la noble Amanda Wright frecuentara estos sitios. De verdad que le hace falta una decoración al lugar, parece del siglo XIX.
    — Por lo que veo sabes mucho de épocas pasadas.
    Me carcajeo.
    Eso no me lo esperaba. Esta chica es de armas tomar.
    ¿Será que el idiota de Stephen ya abrió la boca?
    — Oh, yo sé mucho. Tengo un amplio conocimiento sobre cuestiones de algunas décadas pasadas. Te sorprenderías.
    — No sé qué me sorprende más de ti; si tu cinismo o las cosas tan terribles que has hecho en el pasado.
    — Parece que el buen Stephen ya tuvo tiempo para contarte su historia tan sufrida.
    Tiffany se pone inquieta y curiosa.
    — ¿De qué cosa hablan ustedes?
    Amanda la calma.
    — Tranquila, no es nada que deba preocuparte, yo te lo diré luego. Y en cuanto a ti, Zein, espero que tengas la decencia de marcharte de aquí ahora.
    — ¿Marcharme yo? —Me río—. Pero nos la estamos pasando muy bien aquí. ¿Acaso no piensas lo mismo?
    — Bien, si tú no te vas, nos vamos nosotras.
    Amanda toma de la mano a su prima y se levantan rápidamente. Pero yo les salgo al paso y le sujeto el brazo con fuerza.
    — ¡Te vas a quedar aquí! ¡Ambas se quedan! —La miro fijamente a los ojos y bajo la voz—. Escúchame bien, si se mueven de aquí, todo este bar se va a convertir en la peor carnicería del planeta, y no creo que quieras cargar con decenas de muertes en tu conciencia. Ahora ¡siéntense!
    Las dos chicas regresan a sus lugares con el miedo en los ojos muy visible. Me siento al lado de ellas y ordeno tres tragos al bar tender.
    Ellas están muy calladas, ya no platican entre sí. Creo que conseguí darles un buen susto.
    El sujeto de la barra nos trae las bebidas. Tomo la mía, pero las chicas no tienen el valor de hacer lo mismo.
    — Vamos, tómenlas, van por mi cuenta.
    Siguen sin hacer lo que les pido, lo cual me irrita.
    — ¡Que tomen las malditas bebidas!
    Parece que alzar la voz funcionó. Toman la cristalería y les digo <<salud>>. Ellas asienten con temor y bebemos juntos.
    — Me gustaría saber qué es exactamente lo que te contó nuestro buen amigo Steph.
    — ¿Para qué quieres que te lo diga si ya conoces la historia?
    — Porque sería perfecto para iniciar una buena y acalorada conversación.
    — No necesitas que te lo diga.
    — Tal vez. Pero creo que también merezco contar mi versión de los hechos. Te lo voy a resumir. Stephen te ha dicho todo exactamente como pasó, pero estoy seguro de que ha dejado pasar algunas cosas, porque él no las sabe. Seguramente te habló de las veces que asesiné a sus grandes amores, y claro, debe estar creyendo que haré lo mismo contigo. ¿Tú qué opinas?
    Se queda callada. Está temblando.
    — Te ves tan hermosa cuando tienes miedo, al igual que tú, Tiffany. Pero es en ti, Amanda que me gusta centrar más mi atención.
    Doy otro pequeño sorbo.
    — Verás, desde que conozco al pequeño Steph, he estado siguiéndole el rastro. Quizás por malicia, sí quizás. También puede ser porque él me debe algo, puede ser cualquier cosa. Una forma magnífica de hacerlo sufrir es darle donde más le duele; el corazón. Stephen es tan sentimental que me enferma. Ese es el problema con los enamorados, son los más débiles y vulnerables, las presas más fáciles. Cada una de esas chicas que he asesinado por él, han sido como un cero a la izquierda para mí. Digamos que las he matado por diversión.
    — Y piensas hacer lo mismo conmigo —me dice Amanda con la voz quebradiza.
    — Claro que no. Le dije eso a Stephen para que se asustara.
    — No entiendo. Entonces, ¿qué pretendes conmigo?
    — ¿Crees que debería decírtelo con tu prima aquí presente?
    Amanda capta la idea e intenta abofetearme, pero detengo el impacto al sujetarle la muñeca.
    — No creo que sea buena idea, pequeña.
    Me mira como si tuviera los ojos desorbitados. Me gusta cuando tiene miedo de mí, la siento tan indefensa, tan bella, como si pudiera tomarla cuando yo desee.
    — Lo que quiero contigo es más de lo que imaginas y menos de lo que crees. En otras palabras, lo que quiero contigo es algo tan extraño que no puedo ni explicar. ¿Sabes? La razón por la que fácilmente he acabado con la vida de esas chicas es porque no he sentido absolutamente nada por ellas. Pero por ti, Amanda. Contigo las cosas son diferentes.
    — ¿Cómo puedes decirme eso? —pregunta desconcertada.
    — Amanda, Amanda... Quizás no te has dado cuenta de las cosas que eres capaz de provocar en un hombre. Despiertas las sensaciones más turbias en cualquiera. Eres por encima de atractiva, muy diferente. Por supuesto que yo no te diré que esto es amor, no conozco ese sentimiento, puesto que no lo poseo.
    Me acerco al rostro pálido de la chica.
    — Escucha una cosa: tú serás mía, lo serás y lo querrás.
    Se aparta con brusquedad.
    — ¡Estás loco si piensas que voy a terminar enredada contigo! Yo jamás voy a ser tuya. No puedo estar con un asesino que solo piensa en sí mismo, que es capaz de matar por diversión.
    Sigo sonriendo.
    — Eso lo veremos, pequeña. Nunca digas que no saltarás la barda, porque nunca sabes cuándo unos perros querrán morderte, entonces no tendrás otra opción. Piénsalo. No por ser un vampiro soy tan diferente a ti. Tú y yo tenemos más en común de lo que crees —Me alejo unos centímetros—. Por ahora te he dicho suficiente, será mejor que me vaya. No quiero seguir asustando a tu prima. Aunque a ti... a ti me gusta verte así. Eres exquisitamente tentadora, Amanda. Y piensa: ¿Alguna vez te descubriste? ¿Sabes realmente quién eres? No sabes ni qué deseas, o quizás lo reprimes. ¿Te has puesto a pensar en si es amor lo que deseas?, porque tal vez no sea eso —Acerco mis labios a los suyos, sin rozarnos—. A lo mejor lo que deseas es una aventura apasionada que te lleve al límite del éxtasis, que te haga soltar a la bestia lujuriosa que llevas por dentro, la que te tiene prisionera de ti misma. Descúbrete...
    Me alejo y me pongo de pie.
    Hiciste lo correcto, Zein. Y lo correcto es hacer lo que me beneficia siempre.
    Saco de mi billetera el costo de las bebidas y dejo el dinero sobre la barra.
    — Hasta pronto, Amanda —Le sonrío y me marcho.
    Por fin saldré de este basurero que se hace llamar bar.

    Stephen.

    En esta vida anormal, cualquier cosa es vacía. Ni siquiera esta enorme casa me llena. Me inquieta este silencio nocturno y el único sitio de la casa donde me siento acogido es en esta sala de estar con la chimenea ardiendo. Ese vacío que me ha dejado la ausencia de mis amores me tiene casi seco. Odio tener que decir <<amores>>, pero si Zein nunca se hubiese interpuesto en mi vida seguramente hablaría de un solo amor. Quiero amar solo a Amanda, solo a ella, por eso no pienso permitir que Zein vuelva a cruzarse en mi camino. Esta vez será diferente.
    Escucho ruidos en la calle, me levanto del sofá y voy a la ventana para mirar entre las cortinas. Hay un grupo de 5 vampiros, y sé que lo son, porque veo la sangre derramada en su ropa y el contorno de sus bocas también manchadas con la sangre de alguna o algunas personas. Esos malditos un día van pagar por todo. Un día van a desaparecer esos 887 vampiros y si eso también implica que yo voy a morir, pues que así sea. Que el mundo se libere de los peores 888 experimentos será lo mejor que podría suceder a la humanidad. Por ahora no haré nada, hasta que sepa cómo enfrentarme a todos ellos que, por lo visto, se han esparcido por todo el estado, o por todo el país.

    Marcus.

    Mi motocicleta y yo

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    Mi motocicleta y yo. La carretera y yo. La noche y yo. La ambición y yo. Cuando encuentre a los suficientes vampiros experimentales voy a dar inicio con la posesión del planeta. Nadie se ha atrevido antes, y quizás parezca un loco al pensar que podré hacerlo, pero lo haré. Yo soy diferente. Yo soy un vampiro auténtico.

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