Capítulo 33. "Balas de Sangre"

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    Stephen.

    Llego a casa de Amanda al anochecer, después de haber meditado un poco sobre lo ocurrido con ella

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    Llego a casa de Amanda al anochecer, después de haber meditado un poco sobre lo ocurrido con ella. Odié discutir y no quiero que vuelva a ocurrir, así que lo mínimo que puedo hacer es pedirle una disculpa, ella no merece que la trate así. Subo hacia su habitación con cuidado de no hacer ruido al caminar. Creo que debería llamar a la puerta de la habitación antes de entrar, pero decido simplemente abrir la puerta lentamente para ingresar. Una vez dentro, la miro ahí acostada, pero detrás mío siento la presencia de alguien más, me giro a ver hacia la puerta y ahí está Tiffany viéndome.
    — Se puso muy mal esta mañana —informa Tiffany.
    — ¿Qué le ocurrió? —Estoy preocupado, pero no lo demuestro.
    Suspira.
    — Se desmayó en medio de la calle. La encontré en el hospital y no estaba muy bien. Seguramente se puso mal por ti.
    La miro un poco enfadado ya que siento que me está culpando directamente por lo que le ocurrió a Amanda.
    — Gracias por decírmelo. Ahora necesito estar a solas con ella.
    — No creo que debas —cuestiona.
    Me acerco a la puerta y la veo directo a los ojos.
    — Quien no debería hacer ciertas cosas eres tú, Tiff. Deberías estar agradecida por permitirte estar con Mike, ya que es el único vampiro experimental que no está encerrado en una cueva volviéndose más sanguinario. ¿Te imaginas lo que diría Amanda si lo supiera?
    Ella sonríe confiada.
    — Ya se lo dije.
    — ¿Qué?
    Es una desgraciada. Salió adelante de mí. Ahora no cuento con ese recurso para mantenerla al margen de mis cosas.
    — Se lo dije hoy. No se lo tomó bien, pero al final se trata de mi vida y de mis decisiones. Amanda no debe aprobar o reprobar a los chicos con los que salgo. Eso no le incumbe y a ti tampoco.
    Me río suavemente para no despertar a Amanda.
    — Estás equivocada. Tiene mucho que ver conmigo ya que soy yo quien le ha dado a Mike la oportunidad de estar contigo. Estando bajo mi dominio él hará lo que yo desee, y si te queda duda de que eso es cierto, podría ordenarle dejarte y largarse lejos aunque él sienta cosas por ti.
    Tiffany parece entender, su cara de preocupación y repudio hacia mí hace notar lo que está pasando por su mente. Mira a su prima frunciendo el ceño y luego me mira fijamente.
    — Odio en lo que te has convertido. Ahora hasta te pareces a Zein. Estás haciéndolo todo mal, estás lastimando a Amanda y te estás comportando como un idiota.
    La miro en silencio por unos segundos y sujeto la puerta.
    — Vete.
    Tiffany se va molesta por el pasillo y yo cierro la puerta para estar a solas con mi novia. Necesito arreglar ciertas cosas. Aunque sé que en parte Tiffany tiene razón, que estoy equivocado en muchos aspectos, no puedo retroceder en todo. Al menos con el asunto de los vampiros experimentales no puedo retroceder. Teniéndolos en esa cueva protejo a las personas inocentes y acabo con los delincuentes, todas esas ratas de la sociedad que existen en la ciudad y quizás en todo el país luego.
    Me siento en la cama y observo a Amanda, la contemplo y pienso en las idioteces que he hecho con ella, y no hablo únicamente de la discusión en el parque, me refiero a todo, todo en lo que le he fallado antes. Le acaricio el rostro y al parecer mi acción la ha hecho despertarse.
    Amanda me mira un poco asustada, pero en seguida se corre hacia atrás y se sienta recostada en la pared.
    — ¿Qué crees que haces? —pregunta molesta.
    Frunzo el ceño y bajo la mirada. Estoy apenado por lo sucedido.
    — Habla, Stephen. ¿No fue suficiente para ti decirme esas cosas en el parque?
    Alzo la mirada.
    — Lo lamento...
    — ¿Lo lamentas? ¿Eso es todo? Me sentí ofendida porque dudaste de lo que siento por ti.
    — Es que Zein siempre...
    — ¡Zein aquí, Zein allá! Siempre es lo mismo. Vive tu vida, Zein ya no es parte de ella. Solo aprende a ser feliz.
    Sus palabras son fuertes pero ciertas. Yo debería dejar de preocuparme tanto por lo que haga Zein y simplemente ser feliz con Amanda. La amo y no quiero perderla por mis estúpidos celos sin sentido. A partir de ahora olvidaré que Zein existe.
    — Quiero estar contigo. Sé que mi comportamiento ha sido el de un imbécil celoso que lo único que ha hecho es lastimarte. Lo admito, me comporté muy mal y estoy arrepentido de eso. Perdóname.
    Amanda calla y mira hacia la ventana.
    Tomo su mano y me mira como si acabara de tomarla por primera vez. Parece querer expresar algo, pero las palabras no salen de ella, así que debo ser yo quien continúe.
    — Amanda, jamás estuve tan convencido de lo que siento por ti, hasta que pensé en la sola idea de perderte por una estupidez. No quiero que eso ocurra y quiero estar el resto de mi vida contigo.
    — Yo...
    Vamos, dime lo que tengas que decir.
    — Yo quiero lo mismo, Stephen. Es solo que me dolió mucho que desconfiaras de mí, y fue así porque sé muy bien que te amo y que no podría dejar de hacerlo jamás.
    — Me queda claro, Amanda —Me acerco a ella reclinándome sobre la cama—. Hay cosas que me tienen muy alterado y es muy difícil lidiar con ello.
    — Entiendo —dice mostrándose comprensiva. Pero hace seguidamente un gesto de incomodidad, al menos así lo percibo.
    — ¿Te pasa algo? —le pregunto intrigado.
    — Necesito que me respondas algo muy serio.
    — Dime.
    — Antes prométeme que me dirás la verdad y no seguirás ocultándome cosas.
    Inspiró hondo y me limito a asentir.
    — ¿Dónde están los vampiros experimentales que quedaron?
    — Suponía que estaría relacionando con eso. Bien, están en una cueva ubicada al interior del bosque, y cuando digo "al interior del bosque", me refiero a muy en el interior. Están tan ocultos que nadie podría encontrarlos en varios años. Los encerré ahí para que no lastimaran a más personas inocentes y que, al mismo tiempo, pudieran ser utilizados para acabar con los delincuentes de la ciudad. Estoy invirtiendo el papel que esos infelices estuvieron ejerciendo durante tantos años.
    — Pero ¿piensas sacarlos de ahí alguna vez?
    — No lo sé por ahora. No sé bien lo que haré con ellos. Por ahora seguirán siendo un arma para el bien. Les entrego delincuentes para que ellos los asesinen. Puedo erradicar dos plagas a la vez.
    Amanda piensa por un momento mi información. Entiendo que es complicado y un poco loco, pero es lo mejor que puedo hacer por ahora con ese montón de imbéciles vampiros.
    — Está bien, Steph.
    — ¿Hablas en serio?
    — En serio —afirma.
    Me acerco a su rostro y sin soltar sus manos la beso con delicadeza. Definitivamente no hay nada que pueda compararse con la dulce sensación de besar sus labios y sentir cómo su cuerpo comienza a temblar junto al mío. Estoy totalmente convencido de que el amor que siento por Amanda es alocadamente irrompible. Interminable. Eterno.

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