Capítulo 32. "Sangre y Fuego"

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    Amanda.

     Estoy abriendo mis ojos con dificultad y siento la molestia de la luz en ellos

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     Estoy abriendo mis ojos con dificultad y siento la molestia de la luz en ellos. Veo todo borroso, pero poco a poco voy viendo todo con claridad. Estoy acostada en la camilla de un hospital, justo en uno de los pasillos. La gente pasa a mi lado con rapidez. Algunos parecen ser pacientes o familiares de los pacientes y otros que por sus batas blancas evidencian ser doctores. Todavía no comprendo lo que hago aquí, ni cómo es que vine a parar a este lugar. Me duele la cabeza y estoy aturdida, seguidamente veo venir a Tiffany conmocionada y comienza a agitarme y hablarme como si acabara de salir de una situación alarmante.
    — ¡Amanda, Amanda!
    Sigue agitándome y todavía no me considero capaz de responder debido a la debilidad que tengo.
    — ¡Amanda, dime algo! —insiste.
    — ¿Qué pasó? —pregunto con la voz arrastrada.
    — Te desmayaste en plena calle. Recibí la noticia de parte del hospital. Vine lo más rápido que pude. Haces bien al llevar tus documentos de identidad contigo.
    Apenas estoy entendiendo lo que me dice, pero en seguida recuerdo a Stephen.
    — ¿Dónde está? —le pregunto.
    — ¿Quién?
    — Stephen —exclamo.
    — Es lo mismo que me pregunto yo. Le he llamado al celular más de 20 veces, y no es una exageración, llamé 23 veces, y nada.
    Miro a la pared evitando explicar lo que sucedió con él. Ya recordé la discusión que tuvimos y no quiero que Tiffany se preocupe demás por mí.
    — ¿Pasó algo que yo no sepa, Amanda?
    Simplemente suspiro delantándome.
    — Lo imaginé. No me digas que terminaron.
    — No —respondo sin mirarla.
    — ¿Entonces? —insiste.
    — Fue por una tontería sin importancia —Vuelvo a verla—. No es nada que deba preocuparte. Fue de esas típicas discusiones entre parejas que acaban remediándose en un instante. Nada serio.
    — Eso espero, prima. Bien, iré a buscar al médico que te atendió para saber si te puede dar el alta. Dijo que no fue nada serio. Te tomó la presión y al parecer no hay nada para preocuparse.
    — Me alegra saberlo —comento sin hacer ningún gesto, ni bueno ni malo.
    — Ya regreso.
    Tiffany se va y me quedo pensando en lo que pasó. Stephen enojado conmigo porque dije algo que parecía una defensa hacia Zein. No sé si debería disculparme, ya que considero que también su reacción fue la menos indicada. Me hizo sentir como una insensible hacia él, cosa que no es cierto. Ahora lo único que sé, es que no quiero estar peleada con él. Si está en casa cuando yo llegue tendré que hablar con él y buscar la manera de arreglarlo, pero si sigue con la misma postura no creo que vayamos a llegar a ningún lado.
    Ahora, si pienso en lo que me ocurrió cuando estaba caminando sola, la explicación que me dio Stephen sobre eso no me resulta del todo convincente, puesto que si los duendes o los fantasmas no pueden hacerme daño, no veo cómo es que escuché esas voces, o no recuerdo si era una sola. Pero para terminar desmayada en plena calle, quien esté asechándome no parece ser tan inofensivo.

    Tiffany y yo entramos a casa y ella me sostiene como si acabase de salir de una cirurgíadelicada. Ya sé que estoy un poco débil, pero puedo cuidarme en este momento. No quiero sentirme una inútil. Tiffany cierra la puerta sin soltarme y me guía por las escaleras y luego por el pasillo hasta mi habitación en el segundo piso. Entramos a mi refugio, en donde al menos puedo estar segura de que nadie va a molestarme. Me ayuda a sentarme en la cama y me acomoda la almohada.
    — Trata de recostarte. Has pasado un muy mal rato y necesitas reponer fuerzas.
    Me recuesto sobre la almohada y me acomodo, luego pongo las manos juntas sobre mi vientre.
    — Estoy bien, ya puedes estar tranquila, Tiff.
    — De cualquier modo voy a estar al pendiente de cualquier cosa que necesites. Solo tienes que gritar y yo vendré de inmediato.
    — De acuerdo.
    Mi prima camina hacia la puerta y antes de abrirla se detiene para verme otra vez desde donde está.
    — Luego quiero hablar algo contigo.
    ¿Qué se trae en tres manos esta vez?
    — ¿Es algo grave?
    — No... No es grave... El hecho es que sí tiene importancia.
    — Podrías decírmelo ahora. No tengo nada por hacer durante las próximas horas y me gustaría entretenerme un rato. Prefiero charlar contigo a que me trates como una enferma que no puede hacer nada por sí sola.
    Tiff piensa un poco y se muerde el labio, lo que me indica que eso que quiere contarme no es algo tan fácil de digerir para ella y, si por la misma razón no sabe cómo decírmelo, tampoco será fácil de digerir para mí. Pero mi ansiedad me exige insistirle hasta que acabe con el secreto.
    — Vamos. Habla. —Insisto.
    — Bien —Vuelve a mí y se sienta a la orilla de la cama. Se mira los dedos de las manos mientras los pasa uno sobre otro, de manera tal, que evidencia todavía más su nerviosismo y ansiedad.
    — ¿Quieres contarme de una vez?
    — No sé si vaya a caerte en gracia lo que voy a decirte, pero creo que es mejor que lo sepas, ya que no quiero que existan secretos entre nosotros.
    Sigo esperando su noticia.
    — Lo que tengo que decir es que...
    — ¿Qué? ¡Habla de una vez! —sentencio.
    — Tengo novio.
    — ¿Eso es todo? ¿Tanto rodeo solo para decirme que tienes novio? Contrario a lo que pensabas, la noticia me cae muy en gracia. Ya te merecías estar con alguien de verdad. ¿Conozco al chico?
    El silencio y la manera en que Tiff me niega su mirada me dicen que conozco al chico con el que ella sale. Pero no es solo eso, pues también deduzco que quizás sea alguien que no me cae tan bien.
    Tiffany balbucea y comienza a irritarme más de lo que ya estoy.
    — ¡Ya dime quién es!
    — Mike —confiesa con voz tímida.
    ¿Mike? ¿El mismo que trató de secuestrarme?
    Estoy totalmente atónita y enmudecida ante tal noticia descabellada. Mi loca prima acaba de rebasar los límites de indecencia.
    — ¿Estás demente? ¡Es un vampiro! Y no solo eso; es uno de los vampiros que querían lastimarme directamente, uno de los causantes de decenas de muertes en la ciudad. ¿Qué rayos te pasa? ¡Has perdido la cabeza!
    Se levanta con rapidez de la cama y sus ojos llenos de lágrimas unidos a su voz rota, hacen ver que en serio está deslumbrada por ese sujeto.
    — ¡No me hables así! —Lleva las manos sobre sus ojos.
    — Pero es que, Tiffany... —Me muevo sobre la cama para estar más cerca de mi prima—. Él no es bueno, él solo sirve para matar, para hacer cosas por sí mismo. No hay una poca de decencia en Mike y debes darte cuenta de eso. No hay manera de que alguien así pueda ofrecerte algo bueno como un futuro lleno de amor y prosperidad.
    Tiffany entrecierra los ojos y se pone de pie frente a mí.
    — Creo que eres la persona menos indicada para decirme eso. Tú te enamoraste de alguien como Mike. Zein era y es la muerte en persona, pero tú sucumbiste ante él. Ahora piensa un poco y pregúntate: ¿Quién lastimó a quién?
    No sé qué decir. Es tan hiriente y siento que me ha lanzado arena en los ojos, quiero llorar, quiero gritar y huir de aquí.
    — Sí, prima, tú dejaste a Zein por Stephen. No te importó nada y lo abandonaste como cualquier objeto que ya no te interesaba o servía.
    — No sabes cómo fueron las cosas —argumento con voz suave y temblorosa. Mi mirada está negándole el contacto a la de Tiff.
    Mi prima suspira y muy determinada se marcha de la habitación sin decir más.
    Esto es tan malo que no sé adónde va a parar. Pero algo de lo que dijo se ha quedado en mí y ahora me siento culpable. Me siento responsable de lo miserable que pudo sentirse Zein, y es todavía peor porque al principio hice lo mismo con Stephen, dejándolo por Zein. Ahora que Steph debería estar conmigo me encuentro más sola que nunca, con una hermana que me odia, una prima que me culpa por todo, un novio que desconfía de mí y un ex novio que me detesta por haberlo hecho sentir usado.
    Estoy sola... muy sola.

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