Amanda.
Una semana ha pasado desde los acontecimientos trágicos que cobraron la vida de tantas personas. No es tanto tiempo, pero para mí ha sido una eternidad. Yo estoy totalmente feliz con Stephen, viviendo un verdadero amorío, el más puro de mi vida. Él decidió dejar su casa para venir a vivir a la mía junto a mí y a Tiffany. Para ella no hay ningún problema. De hecho, ella está feliz con la noticia de que volvimos a ser novios, pues es lo que siempre prefirió. Yo estaba consciente de que a ella no le hacía mucha gracia mi relación con Zein, por suerte o por fortuna, aunque significan prácticamente lo mismo, ahora las cosas marchan de la manera correcta. Ahora lo que menos quiero es cometer errores.
Hoy es una mañana para pasar en la sala de estar viendo la televisión. La programación todavía tiene un algo de la calamidad sufrida por causa de los vampiros. Ahora ya no es un tema que se comentaba como parte de una leyenda. Es real. Los vampiros sí existen y están entre nosotros, al menos eso creo. He evitado preguntar a Stephen sobre ese tema ya que no quiero arruinar ningún momento más a su lado, así como este. Yo estoy recostada en su pecho y él recostado en el respaldo del sofá, acariciando mi cabello. Si las cosas van a empezar de nuevo, supongo que también yo debo renovarme, y no como lo hice antes. Estoy pensando en algo como lo que hacen la mayoría de las chicas de mi edad; tintes en el cabello, maquillaje y ropa nueva.
— Quiero ir al centro comercial —comento a Steph con entusiasmo.
Me mira con asombro y se ríe.
— ¿Quieres ir ahora? Pero, Amanda, dudo mucho que los centros comerciales estén en buen estado. Aunque ya algunos han abierto, creo que no todas las tiendas por departamento están reconstruidas.
A mí lo que me interesa es salir de esta casa y vivir plenamente como se debe.
— Vamos. Quiero ropa nueva y un cambio de look.
— ¿Otro cambio? Pero si este que llevas no tiene mucho tiempo.
— Lo sé, pero siento que debo ser más como las chicas de mi edad. Mirar más mi apariencia y esas cosas. Vamos.
Al final he hecho que Stephen acceda y nos vinimos al centro comercial, al menos destruido de la zona, para buscar un sitio en donde pueda arreglar mi cabello.
La estilista ya se ha llevado más de una hora haciendo y deshaciendo maniobras con mis mechones. Se trata de una chica que me recuerda mucho a mi hermana. Tiene ese aspecto serio y esa mirada intimidante, incluso su cabello y sus rasgos faciales son parecidos a los de Alessa. Mirarla por el espejo me hace volver a preguntarme cómo estará mi hostil hermana.
Después de un largo rato adicional, la estilista me quita todo el revoltijo de cosas que me puso en el cabello y, al verme al espejo, me quedo helada... Hay una rubia extravagante frente a mí y me cuesta aceptar que soy yo. Yo jamás me he visto así, tan... tan bien.
Tengo a Stephen esperándome en una sala aparte. Él está viendo televisión. Es uno de esos programas de entretenimiento en donde se concursa por obtener dinero.
Aparezco por detrás de él.
— Stephen.
Voltea a verme y se pone de pie. Sus ojos se abren mucho más, producto del impacto al verme. Pero me pregunto si su asombro se debe a que le gusta cómo me veo o si es por lo contrario.
Me siento un poco incómoda.
— ¿Qué te parece? ¿Está mal?
Se acerca y me mira como si examinara mi rostro, luego sonríe.
— Luces despampanante. Me encanta tu cabello.
Jugueteo con algunos mechones, producto de mi nerviosismo.
— ¿Tú crees? Sentí que el rubio era exagerado para mí.
— Para nada —Stephen me acaricia las manos que juegan con mis mechones—. En ti nada está demás. Todo lo que haces y llevas es tan acorde a ti todo el tiempo.
Ha vuelto a encontrar las palabras correctas, las mismas que me hacen vibrar y me estremecen todo el cuerpo. Es como cuando nos conocimos.
— Ahora necesito ropa nueva —le digo, entusiasta.
— De acuerdo. Iremos por ropa nueva —Me ofrece su brazo—. Hay mucho por hacer todavía, señorita Wright.
Acepto tomar su extremidad y nos vamos a muchas tiendas de ropa. Hay tantas, y de cada una me llevo al menos una prenda. Son muchos vestidos holgados, de varios colores, faldas con revuelos y blusas en todos los tonos posibles.
Ya que tengo el dinero suficiente, no puedo olvidarme de comprar zapatos nuevos. Se supone que los zapatos son una gran debilidad para las mujeres... para la mayoría al menos. He visto como muchas de las chicas de la universidad se enloquecen hablando de zapatos todo el tiempo. Supongo que eso es natural, sobretodo en las chicas de mi edad. Seguiré esa línea. Supongo que no me caerá mal apegarme un poco a las cosas que hacen las chicas como yo.
El resto de horas son aún más maravillosas, pues al lado de Stephen todo me resulta como una refrescante lluvia en un día caluroso.
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Nuevo Amanecer
FantasiaAmanda dejará de ser irrelevante para dos seres totalmente opuestos entre sí; Stephen y Zein, dos vampiros cuyo pasado ha sido marcado por la desgracia y la sangre. Stephen es un vampiro, fruto de un experimento masivo hecho hace siglos, el cual bus...