Capítulo 14. "Enemigo Contra Enemigo"

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    Amanda.

    Las horas pasan una tras otra, sin dar señales de Stephen

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    Las horas pasan una tras otra, sin dar señales de Stephen. Las chicas han pasado diciéndome que todo estará bien, que no me preocupe, que tenga calma y que él volverá. Pero es ese el problema: no saber si Stephen se llevó a esos vampiros o si ellos se lo llevaron a él, y ¿si ese fue el caso, si lo habrán asesinado?
    Quiero sacar esa idea de mi mente.
    Parece que esta noche estaremos en vela en la sala de la casa. Ya son las 11, estoy cansada, pero no pienso cerrar los ojos sin antes saber algo de Stephen.
    Las chicas están sentadas en el sofá más grande. Alessa tiene la cabeza recostada en el hombro de Tiff, noto que tiene mucho sueño, pero está decidida a quedarse despierta con nosotras. Stephen podría volver, o lo que es peor; podrían aparecer otros vampiros, incluso los mismos, y no queremos que nos tomen desprevenidas. Sabemos que poco podríamos hacer, pero tal vez así tendríamos tiempo para escondernos.
    El silencio que nos embarga se ve interrumpido por un ruido frente a la casa. En seguida las chicas, al igual que yo, se ponen atentas a lo que pueda ser. Las tres tenemos los nervios de punta y el corazón al 100.
    Me levanto del sofá en silencio y voy hacia la ventana, procurando no hacer ni el menor ruido, nada que pueda hacer pensar que hay alguien en la sala de estar.
    Ahora pienso que debimos apagar la luz antes.
    Me asomo entre las cortinas para mirar con discreción hacia afuera de la casa, justo donde debería ver a alguien, si acaso nos están rondando. Pero no hay nadie, ni un alma fuera de la casa.
    — ¿Viste algo? —me susurra Alessa desde donde está.
    Le respondo de la misma manera ya que no podemos hablar fuerte.
    — No... Creo que fue un gato o algo así. Deberíamos apagar la luz.
    Las chicas asienten y se levantan para ayudarme a apagar las luces de la sala, a fin de que todo el lugar parezca estar vacío, pero la ventana rota en la habitación de Tiffany podría llamar mucho la atención. Es algo a lo que deberemos atenernos.
    Una vez están apagadas todas las luces de la sala de estar y por ende de la casa, volvemos al sofá. Ahora nos quedamos las tres en el mismo: el más grande. Yo estoy al centro de las chicas.
    Hace un frío horrible. Nosotras estamos soportando las bajas temperaturas, simplemente para evitar ser sorprendidas por algún ente extraño.
    De pronto se escuchan ruidos en el segundo piso.
    — ¿Escucharon eso? —les pregunto.
    Tiff me mira asustada.
    — Suena como a pasos.
    — Hay alguien arriba —agrega Alessa.
    Salgo del sofá y Tiffany me sujeta del brazo.
    — ¿A dónde crees que vas? ¿Perdiste la cabeza? Si arriba hay más vampiros te van a matar. Es mejor que te quedes aquí.
    — Tal vez. Pero necesito saber de qué se trata.
    — Buenas noches —nos dice un chico entre la oscuridad.
    Reconozco esa voz.
    Las tres volvemos a ver hacia la parte alta de las escaleras.
    Es Zein.
    Comienza a descender y se va dejando ver, aunque con dificultad debido a la falta de luz.
    — ¿Qué hacen en la oscuridad, preciosas? ¿Juegan al escondite? Yo quiero jugar.
    — ¡Lárgate de aquí! —le grito.
    — Me duele que me trates así. Es de mala educación tratar así a los invitados.
    Suena tan antipático.
    Retrocedo cuando lo tengo cerca.
    — Seguramente vienes a hacer lo mismo que hicieron los otros.
    — Ya me estaba preguntando por qué la ventana de tu prima estaba rota. No me digas que tuvieron visitas.
    — Vete... —le repito.
    — No quiero hacerles daño, menos a ti, Amanda. ¿Dónde está Stephen?
    — Deberías saberlo ya que eres uno de ellos —le responde Alessa, desde el sofá.
    Zein presta su atención a mi hermana.
    — Querida Alessa, te ves espectacular en la oscuridad. Veo que es algo de familia verse hermosas en situaciones incómodas.
    — No es momento para tonterías, Zein —alega Tiff.
    Zein blanquea los ojos y va a buscar el interruptor para encender la luz de la sala.
    — De acuerdo, señoritas, ¿dónde diablos está Stephen?
    — Ya te dijimos que alguien vino —insisto.
    — No me lo han dicho con esas palabras exactamente. Pero bien, ¿quién o quienes eran?
    Trato de no alterarme al recordar lo que pasó.
    — Vinieron algunos vampiros y se lo llevaron.
    — ¿Vinieron precisamente en busca de Stephen?
    — No, realmente lo que pasó fue que, Tiffany estaba en su habitación mirando por la ventana, entonces los vio en la calle y ellos la vieron.
    — Y luego no soportaron la tentación de comérsela. Tiffany, pero que descuidada te estás volviendo.
    Mientras Zein dice sus tonterías, yo me empiezo a quebrantar ahí mismo; de pie y frente a Zein. Él lo nota y se queda callado. No estoy viendo su rostro ni el de nadie, no quiero que me vean así...
    Estoy entre sollozos que me dejan al descubierto, pero de repente siento unos dedos debajo de mi barbilla, son los dedos de Zein. Lentamente me va levantando la cara hasta que puedo mirarlo a los ojos, y por primera vez sus ojos verdes no me representan una amenaza.
    Me mira como si tuviera pena de mí.
    — No llores —me pide con voz suave.
    No puedo responderle, mis sollozos continúan y no me permiten expresar palabra alguna.
    — No me gusta verte así, Amanda. Tú no naciste para pasar por estas cosas. No naciste para llorar.
    Por fin logro con dificultad expresar algo.
    — Es tu culpa...
    — ¿Mi culpa?
    — Todo esto sucede desde que apareciste.
    Me suelta la barbilla y se pone serio.
    —¿Te das cuenta de lo que dices? Me culpas a mí, solo por el hecho de ser diferente de Stephen. Es cierto; soy un maldito asesino que no mide las consecuencias de sus actos, egoísta, egocéntrico, vanidoso y más. Pero sea lo que sea, yo no te he causado lo que estás viviendo en este momento. Estoy seguro de que los vampiros experimentales hicieron esto. Yo vine a la ciudad buscándote, pero esos vampiros ya estaban esparcidos por ahí, haciendo daño a muchas personas. Yo no les dije que entraran a tu casa y que atacaran a tu prima. Ellos solo iban de pasada y Tiffany tuvo la mala fortuna de toparse con ellos. Deja de culparme a mí. Sí, yo maté a tus compañeros de clase, pero nunca haría algo que te lastimara.
    — Me lastimó ver la clase de persona que eres.
    Zein se queda callado, como si lo que le he dicho tuviese un efecto arrollador en él.
    Frunce el ceño.
    — No tienes que recordarme la escoria que soy —Se pone en marcha hacia la puerta.
    Le grito desde atrás.
    — !No te vayas!
    Se detiene y se gira para mirarme.
    — ¿Me pides que me quede?
    — No quiero estar sola.
    Sonríe de esa manera tan irónica.
    — Ese es el problema, Amanda: no quiero que desees estar cerca de mí simplemente para no sentirte sola. De la misma manera en que amas a Stephen, yo te amo a ti. Eso es algo que quizás jamás llegues a entender. No quiero estar aquí si no es porque lo deseas como yo —Vuelve a girarse hacia la puerta y sale de la casa, dejando solo el eco del ruido de la cerradura al entramparse.
    Una vez más me siento devastada. Pensé que se quedaría conmigo y con las chicas. Pero quizás tenga razón. No es justo para él quedarse al lado de alguien que no logra verlo con los ojos que él desea. Y quizás ahora empiezo a entender a Zein. Él está solo en el mundo, no tiene a nadie, y creo que no ha habido alguien especial en su vida desde hace mucho tiempo.
    — ¿Qué haremos ahora? —me pregunta Alessa.
    La noto molesta.
    — Seguiremos esperando.
    — Ojalá que la espera no sea larga. Si Stephen no aparece me iré muy lejos de aquí.
    — ¿Irte a dónde, Alessa? ¿Crees que existe un lugar seguro para alguien en esta ciudad. Por lo que sé, esos vampiros están por todo el estado.
    — ¡No me importa, cualquier lugar es más seguro que este!
    En este momento me siento impotente ya que no sé cómo hacer para sacar esa idea de la cabeza de mi hermana.
    Necesito un vaso con agua.
    — Iré a la cocina.
    Voy hacia la cocina en penumbras. La sorpresa que me llevo al entrar es grande. Zein está ahí con el vaso lleno de agua en su mano.
    — ¿Gustas? —me pregunta.
    — ¿Cómo entraste de nuevo?
    — Es más difícil entrar a Disney Land. Tu casa es como una casita de las que hacen los niños para jugar —Pone el vaso cerca del fregadero.
    — ¿Por qué volviste?
    — Lo pensé mejor...
    — ¿Qué pensaste?
    — Que por una vez en mi vida dejaré de pensar solo en mí.
    — Pero...
    — Amanda, ¿sabes cuándo recuerdo que fue la última vez que hice algo bueno por alguien?
    — No lo sé.
    — Nunca —me confiesa.
    — ¿Nunca?
    — Nunca hice algo bueno por alguien. Pero ¿sabes la razón?
    Niego con la cabeza.
    — Fue porque nunca hubo alguien tan importante para mí como ahora lo eres tú.
    — Por favor...
    Debe detenerse. Sus palabras me duelen. Me duelen porque no estoy con él, porque amo a Stephen y porque no logro descifrar lo que siento por Zein.
    — Amanda, si estoy aquí, es porque pienso ayudarte. Tengo la idea de dónde puede estar Stephen.
    — Pero, Zein, tú lo odias.
    — No lo haré por él, lo haré por ti, aunque me duela. Pero no quiero seguir viviendo con el pensamiento de no haber hecho algo bueno por la mujer que amo. No es sacando a Stephen del medio como quiero robarle tu amor. Quiero hacerlo de la manera más justa, así, si eso ocurre, sabré que me amas porque me gané ese amor.
    No puedo creer que de alguien como Zein salgan cosas como esa. Estoy... fascinada con sus palabras.
    — ¿De dónde has sacado todo eso?
    — No me parece extraño que te sorprendan las cosas que dije. Pero todo es verdadero y jamás me sentí tan dispuesto a pelear el amor de una mujer.
    Es la primera vez que lo oigo hablar tan lindo. Pero debo ser honesta.
    — Zein... yo... yo no quiero que te hagas expectativas que quizás yo no pueda cumplir. Estoy con Stephen, amo a Stephen y no quiero fallarle.
    — Jamás doy algo por hecho. Confío más en el tiempo que en las disposiciones de las personas.
    No hay manera de lidiar con su obstinación.
    — Dijiste que quizás sepas dónde puede estar Stephen.
    — Hay un vampiro auténtico en la ciudad que está reclutando a los vampiros creados en 1710. Al parecer los ha puesto bajo un hechizo para que obedezcan todo lo que les ordena. Lo que Marcus pretende, es controlar el planeta entero al tener el control sobre los experimentos y posteriormente sobre los demás vampiros auténticos. Obviamente no está solo. Debe haber alguien más en la parte alta de este movimiento demencial.
    — ¿Quién puede ser?
    — Una bruja, en el peor de los casos se podría tratar de un brujo. Ellos tienen más poder. Seguramente querrán hacer el hechizo con Stephen. Ahí es donde entro yo.
    — ¿Qué piensas hacer?
    — Buscaré la madriguera de la rata de Marcus. Estoy seguro de que ahí tiene al buen Steph. Existe la ventaja de que se rehúsa a hacer el mal, en otras palabras; se rehúsa a divertirse. Pero de cualquier forma, el tiempo es nuestro mayor enemigo.
    — ¿Cómo vas a encontrar a ese tal Marcus?
    — No lo haré. El maldito siempre me encuentra —Sonríe—. Será más fácil que matar a mil personas en un hora.
    Niego con la cabeza.
    — Pero tú también estarás en peligro y, probablemente si Marcus te atrapa, tratará de ponerte bajo el hechizo.
    — He ahí mi ventaja. Marcus tiene planeado antes hacer eso con todos los experimentos. Pero yo no lo soy... Yo soy un vampiro auténtico.
    ¿Qué?
    ¿Zein un vampiro auténtico?
Eso significa que es más fuerte de lo que todos creíamos. Es también por eso que representa una amenaza mayor... Pero... necesito su ayuda, además parece ser sincero en las cosas que dice. Deberé confiar en él.

    Zein.

    Creí conveniente esperar la mañana para salir en busca de Stephen o de la pista que me lleve a él, por eso he salido esta mañana a las calles del vecindario a dar algunas vueltas en mi Audi S8, negro

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    Creí conveniente esperar la mañana para salir en busca de Stephen o de la pista que me lleve a él, por eso he salido esta mañana a las calles del vecindario a dar algunas vueltas en mi Audi S8, negro. Llevo la velocidad muy baja, pero tengo la ventaja de que por estos rumbos no circulan demasiados autos, casi ninguno.
    Me estaciono a un costado y pongo algo de música: Love Is Not Enough de Above & Beyond, me gusta la música de estos DJ's.
    Apago el motor y me relajo en el asiento. Tengo la ventana abajo y solo me resta esperar.
    ¿Por qué estoy tan seguro de que estando aquí me encontraré con Marcus?
    Porque ese sujeto parece tener un sensor o un radar incorporado para dar conmigo.
    Quizás no me reconozca yo mismo al querer ayudar a Amanda para encontrar al idiota de Stephen, pero es la única manera en que me sentiré satisfecho cuando consiga su amor.
    Cierro los ojos y no veo cómo las horas van transcurriendo. Me he relajado mucho. Entonces comienzo a escuchar ese motor. Abro los ojos y miro el reloj del tablero del automóvil. Ya son las 10 de la mañana. Me estacioné aquí a las 7.
    ¿No pasó ningún otro vehículo por aquí todo ese tiempo?
    Es increíble.
    Este vecindario parece casi abandonado.
    Miro por el espejo retrovisor y ahí viene Marcus en su motocicleta.
    No me ha encontrado por el hecho de estar buscándome. Ese tipo simplemente gusta de pasear por estas calles muy seguido, además de habermelo encontrado también en el bar, así que era fácil suponer que me lo encontraría por aquí si esperaba paciente.
    Cuando está cerca se detiene justo al lado de mi auto. No se baja de se su motocicleta ni yo del auto.
    — Zein, de verdad que eres muy escurridizo. Me impresionas.
    — Te daría las gracias por eso, pero tus falsos halagos no me impresionan a mí.
    Se ríe.
    — Mataste a mis vampiros. Tuviste la osadía de asesinar a 8 de los 888. Nadie lo habría hecho antes.
    — Soy un tipo al que le gusta marcar la diferencia, ya sabes, presumir de grandezas y uno que otro experimento destruido. Es interesante acabar con los sueños de un loco difunto que creyó que creando a centenares de vampiros podría ser el rey del mundo.
    — Lo que ese tipo hizo no fue nada. Yo estoy marcando la historia, y aunque mates a más de mis vampiros, también contaré con la ayuda de vampiros auténticos. Aún tengo 880 experimentos.
    — ¿Quieres decir que ya los hechizaste a todos?
    — Dedujiste que se trataba de un hechizo. Que listo eres, Zein. Es por eso que sería de gran ayuda que te unieras a mí.
    — Claro... Pero como te lo dije antes; no obedezco órdenes de nadie.
    — ¿Quién está hablando de ponerte bajo el hechizo?
    — ¿Ah no?
    — No. Al ver tu poder y tu actitud, me parece que puedes estar al frente como yo. Piénsalo: tú y yo nos adueñamos del planeta. Tenemos todo para hacerlo.
    Pienso un poco.
    — Suena interesante. ¿Puedo pensarlo?
    — Por supuesto. Pero estoy seguro de que no vas a pensarlo demasiado. La propuesta es demasiado grande.
    — Bien. Yo te aviso —Esbozo una sonrisa.
    Marcus asiente y se marcha rápidamente.
    Dejo que se aleje un poco y es aquí donde entro yo.
    Enciendo el Audi y me pongo en marcha tras él, a una distancia en la que no logre verme. Me guío por el sonido del motor de su motocicleta. Aprovecho que el oído de los vampiros está un tanto más desarrollado que el de los humanos y que el motor de mi auto no es tan ruidoso.
    Te estás yendo justo a mi trampa, Marcus.
    Después de un breve recorrido detengo el auto cuando dejo de escuchar el motor de la motocicleta. Aparaco y me bajo para seguir el rastro a pie.
    Estando a una distancia considerable, logro ver a Marcus entrando en una casa que no tiene nada de especial. Es una casa como las demás.
    El escondite perfecto para alguien como él.
    Stephen debe estar ahí.
    Me escabullo hasta que llego al patio trasero. Quizás por este lado es más seguro.
    Debo encontrar un lugar por dónde entrar.
    Si tengo suerte, Stephen aún estará libre del hechizo, sino... Bueno... habrá sido tarde para él.
    Cuando miro hacia arriba me doy cuenta de que hay una ventana semiabierta.
    Escalo sosteniéndome de algunas cosas que sobresalen de las paredes, como trozos de madera, tubos y bisagras. Cuando llego arriba, deslizo la ventana y me meto en la habitación. Una habitación aparente normal.
    Estoy dentro.

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