Capítulo 16. "Cruce De Emociones"

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    Amanda.

    He esperado impaciente en casa desde que Zein se fue en busca de Stephen, y la verdad

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    He esperado impaciente en casa desde que Zein se fue en busca de Stephen, y la verdad... aún no estoy totalmente segura de si puedo confiar en él.
    Escucho el motor de un auto sonar. Salgo corriendo hacia la ventana para ver de quién se trata.
    ¡Son Stephen y Zein!
    Están bajando del auto.
    Abro la puerta y cuando mi mirada se cruza con la de Stephen, siento que mi alma se ha vuelto a colocar en su lugar. Él me sonríe feliz, tanto como si no me viera desde hace mucho tiempo.
    Ambos caminamos el uno hacia el otro hasta encontrarnos con un abrazo frente a la casa. Lo abrazo tan fuerte como si no quisiera soltarlo, y es eso; no quiero soltarlo jamás.
    Nos besamos como si no hubiera nadie más cerca, como si nada más que nosotros importara.
    Por mí que se venga el mundo abajo, pero quiero estar con él en este y en cualquier momento.
    Stephen me pone sus manos a los costados fe mi rostro y me acaricia con suavidad.
    — Nunca voy a dejarte sola. Perdóname por irme así, por favor.
    — Yo no tengo nada que perdonarte, Stephen —le digo entre sollozos y lágrimas.
    — No ha sido fácil estar lejos de ti, pero lo único que me dio fuerzas para soportarlo fue que estabas en mi mente.
    — Temí lo peor...
    — Pero estoy aquí, sano y salvo. No voy a volver a alejarme de ti. ¿Entiendes?
    Sonrío tan aliviada.
    — Entiendo. Tú eres tan increíble, y lo último que quiero es que estemos lejos.
    — Eso no va a suceder, Amanda. De ahora en adelante estaré más cerca de ti.
    Volvemos a besarnos brevemente, pero cuando vuelvo a poner la mente en este mundo, veo a Zein mirándonos, parado desde fuera de su auto, sosteniendo la puerta del piloto. Veo en sus ojos una tristeza que jamás vi en alguien.
    Se mete al auto y arranca el motor. Seguidamente se va tan rápido como puede.
    No sé por qué me siento culpable aunque no lo sea. He sido clara con Zein. Sea como sea, no me gusta que alguien se sienta mal por mi causa, y lo peor es que no sé cómo acabar con esta situación.
    Por mucho que Zein me parezca atractivo, no puedo ignorar todas las cosas que ha hecho.
    Stephen me toma de la mano y me lleva hacia la casa.
    Adentro ya se ha dado el reencuentro entre las chicas y Steph. Con abrazos y sonrisas le demuestran que les ha dado mucho gusto verlo de nuevo sano y salvo. Le preguntan cómo se siente, si se la ha pasado muy mal y cosas como esa.
    Tiffany va a la cocina en busca de unas bebidas para los cuatro mientras Alessa se acomoda en el sofá pequeño.
    — Deberíamos sentarnos también —le sugiero a Stephen.
    Nos sentamos en el sofá grande, juntos, abrazados, felices y aliviados por fin.
    Alessa está de repente muy cayada y con la mirada baja. Titubea un poco y luego nos mira a mí y a Steph.
    — Es un alivio verte aquí de nuevo... Es grandioso verlos juntos otra vez, así tan acaramelados y enamorados... Pero... ¿Qué pasó con Zein? ¿Dónde está?
    Esperaba que se preguntara por él.
    — Él se fue... —le respondo.
    — ¿Se fue? Pero debió entrar a la casa también. Zein debería estar aquí, después de todo, fue él quien salvó a Stephen.
    Tiene la razón, pero fue mejor que Zein se marchara.
    — Alessa, entiendo que quieras verlo, y claro, gracias a él ha vuelto Stephen. Pero Zein es así; solitario, apartado.
    Alessa no logra evitar su tristeza, aunque piense que nosotros no la notamos.
    — Bien... Creo que tienes razón. Pero siento que Zein está en busca de un lugar.
    Y una vez más tiene razón.
    Me levanto del sofá y, a pesar de no estar segura de lo que hago ahora, voy hacia mi hermana y me agacho frente a ella, pongo mis manos sobre las suyas y se las aprieto suavemente.
    — Entiendo cuánto te gusta Zein. No sé si lo que sientes es amor o simple atracción, no te lo preguntaré, pero debes entender que él es como es. No es como el resto o como quisieras que fuera. Zein es todo un mundo aparte. No quiero que nadie te haga daño, y debes comprender que él ha hecho mucho mal a muchas personas desde hace siglos.
    Alessa asume una postura seria, pero es notorio que sus ojos se humedecen.
    Se suelta de mis manos.
    — No quiero escuchar más. Zein es solo mi problema. Ya sé que él está interesado en ti. No necesito de tus palabras ya que seguramente has de sentirte como la chica más especial del mundo. Pero no lo eres. Mírate nada más. No tienes gracia. Nadie podría quererte realmente usando esas trenzas ridículas todo el tiempo. Si Stephen está contigo debe ser por lástima, y si Zein quiere estar cerca de ti, seguramente es solo porque te quiere llevar a la cama. Así que deja de hablar como si existiera un lazo de hermandad entre nosotras, porque no lo hay. La sangre no te hace mi hermana.
    Alessa se pone de pie con brusquedad y me deja agachada frente al sofá.
    Me ha dejado helada. Sus palabras se sienten como hielo en el pecho. Duele mucho. Duele que me diga estas cosas, cuando lo único que quiero es su bien.
Se me ha hecho un nudo en la garganta. Pero Stephen viene a mi para envolverme con sus brazos. Enseguida siento una calma abrazadora que evita que yo me rompa como vidrio.
    Entra Tiffany con una charola en sus manos y sobre ella cuatro vasos con té.
    Se detiene antes de llegar a nosotros.
    — ¿Qué hacen agachados? ¿A dónde se fue Alessa?
    Stephen y yo nos miramos y tratamos de no evidenciar tanto lo sucedido con mi hermana. Nos ponemos de pie y nos separamos un poco.
    Debo inventar algo.
    — Alessa se molestó un poco por una tontería.
    — ¿Ah, sí? Bueno, la pondrá de buen humor la noticia que recibí esta mañana —comenta Tiff.
    — ¿Noticia? —pregunto.
    Tiffany coloca la charola sobre la mesa de centro para contarnos evidentemente feliz.
    — Ya hace unos meses te comenté que estoy en el comité de bienestar estudiantil de la universidad. Así que con mis demás compañeros creamos una carpeta de correos compartidos en la web, en donde nos pasamos información y donde hacemos sugerencias sobre actividades que podríamos realizar para que todos los chicos de la universidad pasen buenos momentos entre amigos y para que se olviden de las tareas por un rato.
    — ¿A qué quieres llegar con eso? —le pregunto.
    Se ríe.
    — Dentro de algunos días haremos una reunión de alumnos. Esto con el fin de que todos olviden lo sucedido, o para que traten de volver a la normalidad. Muchos necesitamos volver a clases. Pero desde lo que hizo Zein las clases se suspendieron y ya muchos creemos que no podemos perder más valiosos días. Lo que se ha dicho de eso es que, no se sabe con claridad qué o quién mató a todos esos chicos. Amanda, tus compañeros de clase tenían todo tipo de cortes y heridas en sus cuerpos. No se ha podido determinar lo que pasó.
    Stephen irrumpe.
    — Creo que no es buena idea. Quizás Zein no vuelva a repetir lo mismo ahora que ya ha mostrado claramente sus intenciones con Amanda. Pero es peligroso por el simple hecho de que hay centenares de vampiros queriendo controlar a los humanos, sin importarles que para eso deban asesinar a muchos.
    Tiffany insiste.
    — Vamos, Stephen. Todo va a estar bien. Se ha acordado hacer una reunión discreta para solo algunos de los estudiantes. Ya sabes que hay demasiados y no se puede invitar a todos. Serán menos de la cuarta parte.
    Stephen me mira poco convencido de los argumentos que ha dado mi prima, pero parece que dará el brazo a torcer.
    — Bien, quizás tengas razón -dice Stephen.
    Mi prima se emociona al escuchar lo que dijo mi novio vampiro. Enseguida ella vuelve a mirarme y me pregunto: <<¿Quiere algo más?>>.
    — ¿Por qué me miras así, Tiff? Ya Stephen te dio la razón.
    Ella niega con la cabeza, pero sin eliminar su sonrisa.
    — También quiero saber si tú estás de acuerdo, Amanda.
    Ella no tiene igual. Es de las pocas personas a las que les importa mi opinión. Eso lo valoro mucho.
    Me tocará no ser la aguafiestas.
    — Si dices que será algo discreto y con pocas personas, no veo por qué oponerme —agrego finalmente.
    De inmediato mi prima se va sobre nosotros y nos abraza a mí y a Stephen. Está muy feliz y eso me agrada mucho.
    Después de todo confío en ella.
    ¿Qué puede salir mal?
    Absolutamente nada.

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