Capítulo 20. "Una Elección Sospechosa"

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    Amanda.

    Zein me trajo hasta la playa para platicar

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    Zein me trajo hasta la playa para platicar. Me sorprende un poco que haya elegido un sitio como este para estar conmigo, lo digo porque siento que este no es su estilo, me parece que más bien su estilo habría sido llevarme a alguna calle solitaria, una cafetería o su casa... Yo asumo una postura abierta a escuchar lo que tiene que contarme para que no se eche para atrás y me abra su alma. Quiero saber por qué es como es. Hemos estado callados durante el trayecto hasta aquí, quizás porque no quiere decir algo erróneo antes de tiempo. Él continúa con las manos en los bolsillos de la chaqueta y yo sigo de brazos cruzados, al tiempo que caminamos sobre la arena.
    — Entonces ¿vas a contarme? —le pregunto sin poder contener mis ansias.
    — Sí, creo que ya es hora. Por mucho tiempo fui un tipo feliz. Creo que mis mejores años fueron los que viví como humano. Quizás tu pienses que ser vampiro para mí representa algo magnífico, y claro, los primeros años como vampiro yo creía eso, hasta que me di cuenta de que esto tiene un alto precio y muchas limitaciones.
    — Puedes decirme, no te juzgaré —le susurré.
    — Cuando una persona se vuelve vampiro, no hay nada más para esa persona, pierde más cosas de las que gana. Deja de hacer cosas tan simples como alimentarse de la manera en que lo hacía antes. Aunque un vampiro en algún momento consuma la comida humana, eso no quiere decir que la necesite, lo hace por solo disimular o por simple antojo. Un vampiro puede vivir para siempre solo consumiendo sangre humana, lo cual también termina siendo otro problema para algunos, puesto que toca matar personas para que ese vampiro pueda sobrevivir.
    — Entonces aún eres capaz de saber que matar a personas inocentes no está bien.
    Mira hacia la arena y sonríe.
    — Sucede que, cuando se es vampiro, se pierden aquellos valores, aquellas leyes y reglas de la vida que te dicen lo que está bien y lo que está mal. Eso deja de importar, es como un instinto animal, como cuando un león ataca a una persona, nadie le dice <<no hagas eso, está mal>>. El león no lo comprende, actúa movido por un instinto de supervivencia. Es igual con los vampiros.
    — Pero Stephen logró olvidar ese "instinto" y comenzó a alimentarse de personas impuras.
    Frunce el ceño, se detiene y alza la voz.
    — ¡Yo no soy Stephen! ¡Deja de hacer ridículas comparaciones entre él y yo! ¡No somos la misma persona ni lo seremos jamás!
    Inmediatamente me encojo de hombros. Es evidente que dije una tontería. Me siento idiota e ignorante tras haber dicho lo que dije.
    Lo siento —dije apenada.
    Escuché a Zein suspirar ya que evité mirarlo debido a lo que dije, luego él me habló más relajado.
    — Perdóname tú a mí, no debí reaccionar así, solo entiende que dos personas nunca son iguales, ni un par de gemelos será igual.
    — Está bien —He vuelto a verlo—. Acepto que yo también cometí un error. Puedes seguir hablándome de ti con toda libertad.
    — De acuerdo. No creas que mi manera de ser se debe exclusivamente a eso de ser vampiro, esto más bien es como lo que me libera de la causa. Es decir, soy lo que soy porque algo más ha pasado en mi vida, ser vampiro y asesinar hace que me libere de esas cosas.
    — Entonces dime qué ha sido de tu vida.
    — La soledad me ha hecho así.
    — Es lo que supuse, lo mismo que me dijo Alessa.
    — Sí, quizás te parezca ridículo o absurdo. No me gusta decir eso ya que la gente puede pensar que soy un idiota que aparenta ser rudo, pero que se queja solo por la soledad.
    — Nadie pensará eso. Nadie tiene el derecho de juzgarte.
    — Lo sé, pero no todos piensan como tú. Hay personas y otros vampiros que viven de su orgullo, así como yo. Es lo único que tengo.
    — No es lo único que tienes, también tienes a personas que te quieren.
    Se ríe.
    — ¿Ah, sí? Me gustaría saber quiénes son. Hasta la fecha no sé nada de eso. Mi familia murió naturalmente con el pasar de los años. Me alejé cuando me volví vampiro. No sé si ahora hay algún pariente vivo, descendiente de primos, tíos, etcétera.
    — Aunque no estés con ellos, hay dos personas seguras de que te quieren; Alessa y yo.
    Pareció impactarse tanto por lo que le dije que, sus ojos brillaron fuerte y su rostro se puso pálido, como si hubiese recibido un baño de agua fría. Lo que me inquieta es no saber si su reacción se debe a que le molestó, le gustó o quién sabe.
    — ¿Estás bien? ¿Estuvo mal lo que dije?
    — No —Mira el mar, el ir y venir de las olas—. Es que... no recordaba que alguien me quisiera desde que me volví vampiro.
    Pongo mi mano en su hombro y me paro a su lado para contemplar el agua del océano.
    — Alessa te ama, yo te quiero. No puedes decir que nadie te quiere. Tienes nuestro aprecio.
    Por increíble que me parezca, decir estas cosas a Zein me hace sentir muy bien. No puedo creer que le dijera que lo quiero. Es que, después de las cosas que ha hecho debería tener solo mi desprecio. Pero no puedo aborrecerlo. Además de las cosas malas, también ha hecho cosas buenas por mí, y lo peor es que eso solo suma más apego hacia él ya que desde antes de que hiciera esas cosas en mi favor, yo ya lo estaba queriendo. Pero no puedo olvidarme de lo que mi hermana siente por él. Eso es... un obstáculo muy grande.
    Zein me mira fijamente con esos ojos que se vuelven mi Océano Atlántico, turbulento y verdoso.
    — ¿Tú no me amas? Pero no quiero que sigas dándole vueltas a esto. Ya me cansé de tus dudas, quiero una respuesta más directa.
    Yo también estoy cansada de no poder aclarar mis dudas. Ni Stephen ni Zein se han merecido mis inseguridades.
    — Zein, yo no sé lo que siento. Sé que me enamoré de Stephen, pero no estoy segura de que aún sienta eso por él. De ti he sentido una fuerte atracción, pero no sé si esa atracción es más fuerte que yo y me ha hecho amarte.
    Sus ojos se abrieron mucho más y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
    — ¿Sientes que me amas?
    — Eso es lo que quisiera saber.
    Me toma de las manos y se me acerca tanto que puedo oler su aroma tan masculino.
    — Entonces descubrámoslo juntos. Empecemos algo nuevo, algo que no vivimos antes. Yo estoy seguro de lo que siento, y si tú no comprendes aún lo que sientes por mí, yo te voy a ayudar a hacerlo. Conmigo vas a estar segura. Te ayudaré a descubrir quién eres realmente.
    — Le temo a eso —admito con un hilo de voz.
    — No le temas a ser quien verdaderamente eres. No puedes huir de tu ser verdadero por siempre. Dame solo una pequeña oportunidad y haré que todas las estrellas te alumbren solo a ti.
    Estoy temblando, totalmente estremecida por fuera y por dentro. No logro controlar mis sensaciones. Que sujete mis manos, que esté tan cerca de mí y que al mismo tiempo esté diciéndome estas cosas, es demasiado para mí, pero quiero estar así, quiero estar a su lado y sentir su respiración frente a mí, sentir y oír los latidos de su corazón y que me envuelva con la mirada. Hoy quiero dejarme llevar, así que, sin pensarlo más, sin decir nada más, sin siquiera razonar, lo acerco más hacia mí para que nuestros labios se unan con un beso precioso. Fuerte. Real. Devorador. Es un momento incomparable, que no puede igualarse a nada, un momento en que lo único que pasa por mi mente es la imagen nuestra besándonos y acariciándonos.
    Es... El beso perfecto; frente al mar, sobre la arena, con esta brisa, él y yo.

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