07.

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—¡Ha despertado! —grita Beth con emoción haciendo que me levante al mismo tiempo que Rubén— ¡Padre a despertado!

Inconscientemente una sonrisa se dibujó en mi rostro: —Creo que tienes razón —afirme sin ver sus ojos verdes olivo, mantengo mi mirada fija en cómo Beth besa la mano de su padre con felicidad.

— ¿La tengo?

Soltando una leve risa asiento para que se de cuenta que no bromeo.

— Es bueno imaginar varias imposibilidades al iniciar el día, creo que es muy reconfortante— añado volteándolo a ver— no me imaginaba que unas palabras tuyas me ayudaran demasiado.

—Debes saber que ahora qué cuentas con alguien más —contesta viéndome directo a los ojos— Quisiera saber el por qué eres así...

— Son cosas difíciles Rubén, pero ahora tengo que aprender vivir con ello y seguir mi vida así —afirmó girando sobre mis propios talones comenzando a caminar hacia fuera de las celdas— eso es parte de crecer.


—Y parte de la soledad —dice, frene de golpe a la par que escuchaba sus pasos acercarse a mí— No puedes soportar todo tú sola si no quieres hablar conmigo lo entiendo, hazlo con Rick, Daryl, Glenn, Carol, pero no puedes aguantarlo tú sola un día solamente vas a explotar y no te vas a detener.


Sin contestarle seguí caminando ignorando su mirada que se mantenía en mi hasta que gire en el pasillo de la derecha encontrándome que Rick apuntaba a los mismos presos de antes, acercándome hacia el moreno que temblaba alce mi arma apuntando nuevamente.

—¿Qué sucede aquí? —susurro.
—Problemas Agnes, eso está ocurriendo aquí—responde T-dog.

—Les mostraremos el exterior, y podrán ver que no mentimos —indica nuestro líder elevando la voz guardando su arma en su espalda.

—Podría matarlos desde aquí —digo para mí misma sintiendo como unos de los presos no dejaba de verme de pies a cabeza.

Antes de cualquier otro intento una mano se colocó arriba de mi arma bajándola con lentitud, Rubén me negaba con la cabeza dando entender lo que había escuchado salir de mi. Rick guiándolos hacia afuera, lo seguimos desde atrás observando los movimientos de aquellas personas.

—Jamás me alegre de estar aquí, me siento tan seguro —dice un hombre alto de tez morena.

El líder del pequeño grupo se posiciona a lado mío, provocando que mis nervios aumente a su mirada. Pero antes de poder decir algo este se abalanza hacia mi tirándome al suelo a la par que los hombres atacan a mis demás compañeros.

El pelinegro se posiciona arriba mío asfixiándome por un inútil intento llevo mis manos a su rostro rasguñándolo pero en su respuesta alzo mi cabeza para después azotarla en el duro pavimento abajo de mi, este no se detiene por nada a los constantes golpes que me da, mi visión se vuelve borrosa provocando que poco a poco su rostro se vuelva opaco ante mis ojos, la fuerza en mi cuerpo va disminuyendo haciendo que baje mis brazos al costado de mi cuerpo. Dispuesta a cerrar los ojos algo hace que vuelva entrar en razón, ese algo es color rojo escarlata, el aire vuelve a mis pulmones notando como el preso tenía enterrado un machete, un golpe seco a la nuca.

Buscando con la mirada a mi salvador me doy cuenta que Rubén arrepentido se deja caer al suelo a la vez que retrocede ante lo que ha hecho, el cuerpo cae a lado mío pero ni siquiera hago el intento por moverle solo me quedo ahí viendo fijamente el cielo que es demasiado prometedor para un día como el de hoy.

— ¡Agnes! —gritan mi nombre a todo pulmón pero aún así no me muevo, el hecho de pensarlo hace que duela más mi cabeza.

Rick dejándose caer de rodillas a lado mío coloca mi cabeza en su regazo, nuestros ojos azules chocan mostrando que ya no existe tensión entre nosotros.

—Grimes, recuerdas el día que sucedió la pérdida de la granja ¿cierto? —este asiente pausadamente— ¿qué fue lo que te dije en el momento que volvimos a ver que todo estaba derrumbándose?

— Que jamás dispararías para salvarme de nuevo —contesta seguro de sus palabras.

—Perdón —arrepentida de mis actos fue la única palabra que pude decir— apostaría de nuevo por ti Rick. No dudes por ello

—¿Hablas enserio? —cuestiona provocando que suelte una risa— creí que me odiabas...

—Shane merecía eso y más.
—¿Por qué este cambio de opinión?
—No lo sé...

Moviendo un poco la cabeza observó al ojiverde viéndome a la distancia con lágrimas en los ojos, este arrastrándose se acerca a mí para quedar a mi lado.

—Gracias —agradezco dándole una sonrisa— Creo que ahora necesitaré una pastilla para el dolor de cabeza.

—Veremos qué también nos irá en la búsqueda de la enfermería ¿vale? —responde burlonamente el líder provocando que suelte una risa.

—Quiero tomar unas vacaciones a una playa—conteste cerrando mis ojos.

—Rubén ¿puedes llevarla a su habitación?

Claramente esa era la voz de Rick, pero en respuesta hubo silencio hasta que sentí mi cuerpo alzarse quedando a un latido de corazón sumamente tranquilo provocando que me sintiera en... ¿casa?

—Rubén —susurro apegándome a su pecho en busca de un poco de calor.

—Creía que no te agradaba —dice provocando que diera una pequeña sonrisa de lado— ya casi llegamos.



Como había dicho a los pocos segundos sentí como me dejaba en algo cómodo. ¿Hace cuánto no había dormido en una cama? ; abriendo los ojos note como Rubén a una corta distancia se mantenía muy cerca de mi.

—¿Sucede algo? —pregunte haciéndome un poco hacia atrás tomando una distancia adecuada.

—Tus ojos —susurra señalando sus propios ojos para que entendiera a lo que se refería—están demasiado rojos, y tienes muchas ojeras en eso me estaba fijando.

—Oh —respondo llevando mi mano a mi ojo derecho cubriéndolo— supongo que están rojos por la falta de oxígeno que tuve... no lo sé claramente.

—¿Las ojeras?

—Creo que fueron los turnos de vigilancia acumulados durante este último año, cuidar de una mujer embarazada junto con dos personas no es lo más lindo que puedas experimentar—respondo encogiéndome de hombros— pero si este lugar resulta lo que hemos querido será perfecto.

— ¿No se turnaban? —cuestiona sentándose a la orilla de la cama.

—Si, pero normalmente unos caminantes siempre nos visitaban constantemente así que era correr o encargarse de ellos para que los demás pudieran descansar.

—Entiendo...

El silencio inundó la habitación solo se podían escuchar nuestras respiraciones tranquilas, la cabeza comenzaba a dolerme pero lo único que pude hacer fue cerrar los ojos en busca de tranquilidad. Recargando mi cabeza en la pared abrí un ojo dándome cuenta que Rubén se mantenía en la misma posición.

—¿Y tú? ¿dónde has estado todos estos años?

El guarda silencio a la vez que niega con la cabeza, se levanta sin decir nada para caminar a la salida de la celda.

—Hablaremos luego de eso, duerme un poco—dice sin verme para poder desaparecer de mi vista.





Imposibilidad número tres; no conocer a Rubén.

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