Negué con la cabeza ante aquella idea, sin embargo Rubén tomo mis hombros con fuerza.
—Por favor —pide— tú me has enseñado todo lo que se y me has ayudado en todo. Estaré bien.
—Todo estará mejor si voy —digo colocando una mano en su pecho, este ante aquella propuesta niega con la cabeza— está bien, me quedaré pero con una condición.
— ¿Cuál?
—Que vuelvas con vida —advertí cruzándome de brazos— no quiero perder a otro amigo.
—Yo cuidaré de él —dice— T-Dog a lo lejos a la par que sale del pabellón con una risa traviesa.
—Ya tengo guarde espaldas —dice encogiéndose de hombros provocando que le de una pequeña sonrisa — no te preocupes volveré y tratare de volver en una sola pieza.
—Advertido Doblas.
Este asiente para después darme una sonrisa, y aquí va de nuevo esa mirada cargada de tantas emociones provocando que agache mi cabeza avergonzada.
—Solo cuídate ¿quieres? —pido dando una sonrisa al suelo.
¿Qué era esto? Aquel cosquilleo que hace años había desaparecido volvió aún más fuerte en mi estomago. Esto es tan raro, tan estupido e ingenuo; ¿por qué me encanta la sensación?
—Lo tendré —asegura dándome un pequeño beso en la frente.
Alzando la mirada note como este salía del pabellón; esto era extraño para mí, jamás fui una de las personas más sociables que digamos pero estas mariposas las he sentido antes sin embargo ahora mismo no las quiero volver a sentír nunca.
—Veo que ahora estás mejor que antes ¿no es así?
La voz de Carol hace girarme, esta me da una sonrisa sin mostrar sus dientes. Asiento en a su pregunta; la única Peletier comienza a caminar hasta sentarse en una mesa del extenso comedor, sin pronunciar ninguna palabra.
—¿Cómo te sientes? —continúa a la par que juega con un vaso entre sus manos.
—Creo que bien, estoy mejor que desde hace meses.
—Esto si es una buena noticia, hace mucho que no escuchaba tu risa; desde la granja te habías vuelto un poco más...
—¿Muerta? —la interrumpo, sentándome al otro extremo del comedor. Nuestras miradas no se separaban, sin embargo la última vez que le preste atención a Carol, ella era débil, asustada. Ahora su mirada se mostraba segura a cada palabra que era pronunciada por ella.—Si lo sé, ahora me siento un poco más viva que antes.
—Yo lo hubiera definido como decaída.
Ambas soltamos una pequeña risa a la par que Carl se sentaba aún lado mío con su hermana, la cual nunca he podido ver de cerca, el hecho de que podía ser de Shane provocaba que el sentimiento de incomodidad creciera en mi interior.
— Agnes— me llama el menor en un susurro—¿Quieres ver a Judith?
Sus ojos esperaban una respuesta por parte de mi, como única alternativa tome a la pequeña bebe entre mis brazos. Sintiendo el calor inundar en ellos, una lagrima sale de mi ojo derecho, con una sonrisa observe a Carl. Este se mantenía de igual manera sonriéndome; Carol me observaba desde el otro extremo del comedor con una sonrisa que mostraba sus dientes. Todo era tan perfecto aquí y él ahora.
La pequeña niña comenzó abrir lentamente sus ojos, al verme esta dio una sonrisa. Apreté los labios por un inútil intento de no soltar un sollozo.
—Se parece a ti Carl —dije elevando mi mirada al pequeño, este me da una mirada avergonzada.
Al igual que se parecía a Carl, me recordaba tanto a Lori. Tiene la misma forma de su nariz al igual que sus labios. Pero en sus ojos se muestra el mismo retrato de los dos Grimes.
—Es preciosa —añado entregándosela a su hermano mayor— Y tiene aún hermano muy valiente.
Carl me da una sonrisa para poder marcharse del comedor hacia su celda.
—Creo que si Sophia hubiera vivido lo suficiente, se llevaría bien con Carl y Judith—comenta Carol— Hemos llegado demasiado lejos ¿no lo crees?
—Concordamos en ello; pero no debes de pensar en ello. Es como si quisieras matarte lentamente.
El silencio inundó en el lugar, pero no era un silencio incómodo. Cada una de las dos estaba sumergida en nuestros pensamientos; sorprendentemente agradecía a quien fuera
–destino, quizá– el hecho de a ver superado todo lo que había sucedió hace un par de años.
Atlanta.
Rick Grimes.
Shane Walsh.
Lori Grimes.
La CDC.
Sophia.
La granja.
Sonreí inconscientemente, ahora podría ser feliz sin ningún problema. Solo había un pequeño inconveniente que me hace demasiado feliz y no quiero olvidarlo y mucho menos apartarlo de mi, ahora y nunca.
Rubén Doblas.
Imposibilidad del día;
No enamorarme de Doblas...
