19.

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Mis pies por sí solos se arrastraban por las hojas secas, hasta que por fin estos subieron con lentitud el pórtico.


—¿Qué piensas de esta Ras? —le preguntó al cachorro, agache mi cabeza para verlo, este ladra, saca la lengua y comienza mover la cola —Espero que encontremos algo, nos hace falta agua.



Sin decir algo más, comencé por golpear la puerta tres veces. Pero no se escucho nada a través de la madera de aquella vieja cabaña, girando lentamente la perilla empuje la puerta notando que está como era de esperarse, estuviera vacía. Haciendo una mueca abrí la puerta por completo, provocando que Raspberry entrara corriendo a la vez que ladraba de felicidad.


—Lo sé amigo —digo cerrando la puerta nuevamente a la vez que la atranco— será un buen refugio por estos días ¿te parece si preparamos algo para Rubén?


Girando sobre mis propios talones, el cachorro aulló tras decir ese nombre.

—Lo sé —dije en voz baja viendo como dejaba de mover la cola y bajaba lentamente sus orejas— yo también lo extraño demasiado.


Comencé a caminar y cuando pase a lado el, le di una pequeña caricia en la cabeza que provocó que diera un pequeño salto de felicidad. Este me seguía por detrás a cada paso que daba por toda la cabaña, sin embargo cuando entre a la cocina, este se marchó hacia la sala de estar mientras que parecía buscar algo. 


Llevando mis manos hacia los estantes con suerte encontré dos botellas de agua y un paquete de cereal.

—Hey, que estamos de suerte. Comeremos como Reyes esta noche —digo elevando mi voz a la par que camino fuera la cocina con ambas cosas en las manos.


Pero mis pasos se detuvieron al ver como Raspberry tenía en su hocico una pelota. Movía constantemente la cola a la par que sus patas de frente estaban extendidas provocando que su cadera se alzara. Emitió dos ladridos seguidos.


—No —negué bajando las cosas a los costados de mi cuerpo— Rubén juega contigo, no yo.



El pequeño animal emite lo que es un aullido, se vuelve a colocar recto y camina con sus orejas agachadas hasta que llega al sillón, se sube en este y se hecha escondiendo la pelota entre sus patas.


—Ve el lado bueno —digo caminando hacia él—pronto lo encontraremos.


Aúlla, y comienza a hacerse lo que parece bolita. Confundida, deja las cosas en la pequeña mesa y me acerqué donde se encontraba echado, me coloqué en cuclillas frente a él.


—¿Verdad? —pregunto con la voz quebrada, lo observe esperando a que este se dignara a ladrar pero sus ojos azules se volvieron cristalinos y los cerró sin más.


Ante aquella respuesta, mis ojos de igual forma se volvieron cristalinos. Sin embargo, levantándome de golpe di un paso de atrás, como si hubiera sido una agresión su respuesta.


—Yo creo que lo volveremos a ver, volveremos estar juntos, al igual que veremos a Daryl, a Rick, a Michonne, Glenn, Maggie, Carl, Judith.


Ras por un momento alzó su cara, me dio una mirada fija, pero lo único que hizo fue aullar y volver a la misma posición de antes.


—Yo lo creo —me convencí a mí misma ya que mi compañero me había ignorado— y si tú no lo quieres creer, déjame decirte que Rubén debe estar decepcionado de ti. A él no le hubiera gustado que actuaras a sí.



Podría a ver jurado, que si los perros hablaran me hubiera contesta un...


Ya no está aquí.


El sonido de unos disparos hicieron que ambos nos sobresaltáramos, afuera apenas comenzaba amanecer -la noche había pasado demasiado rápido- sin embargo, sin dejar pasar un segundo más, tome mi mochila con fuerza y abrí la puerta para dejarla abierta.


Las pisadas del cachorro y mías se hicieron presentes, sin embargo, lo único que pude encontrar fue aún hombre siendo devorado en la distancia. Cerré los ojos decepcionada y seguí caminando, notando de reojo que mi compañero había traído la pelota en su hocico todo el tiempo.


Con furia se la arrebate del hocico, y la arroje al suelo.


—¡Tenías razón! —exclamé en un grito— ¡Deja de cargar esa pelota, como si esperarás que juegue contigo. Yo no lo hacía, lo hacía Rubén, él está muerto. Él no va a regresar a lanzarte una estupida pelota al aire para que la alcances, él murió, ya no está!



Dejándome caer el suelo, di un golpe a este a la par que las lágrimas cada vez salían con más fuerza aún. Cubrí mis manos con mi rostro, deje caer mi espalda en un tronco y lance mi cabeza hacia atrás para ahora ver el cielo despejado.


Los pequeños aullidos de Raspberry se hicieron más cercanos a mi, este se acercaba lentamente a mi, cuando estuvo cerca mío, entró en el hueco que se hacía en mi brazo y se sentó a lado mío mientras que mi brazo derecho lo abrazaba.


—¿Sabes? Desearía saber dónde se encuentra. Sé que él se fue y esta muerto. Pero creo que en las personas no desaparecen completamente. Afuera está muy oscuro y estoy convencida que sigue por ahí, me gustaría dejarlo entrar.



Raspberry en respuesta lame mi rostro.

—Lo sé, yo también lo extraño demasiado. Pero a él le hubiera gustado que siguiéramos.

Ladro en respuesta, pero ni si quiera hice el amago de levantarme.

— Hace tiempo tenía ese hábito de plantarle una imposibilidad cuando iniciaba el día —añado viendo hacia el cielo— es hora de que ese hábito vuelva.




Mi compañero recarga su cabeza en mi hombro en respuesta.


—¿También quieres decir imposibilidades? –pregunte, buscando su mirada, este solamente la desvío— tomare eso como un sí.



Cerrando mis ojos, imagine cada una de las posibles imposibilidades que tengo que lograr, por que en sí, nada es imposible, solamente si lo crees así.



—Imposibilidad del día; Olvidar a Rubén. ¿Te parece?


Ras en respuesta da un leve ladrido.

—Lo superaremos juntos.

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