13.

1K 128 8
                                    






Abrí lentamente mis ojos sintiendo el dolor constante de mi brazo soltando un pequeño quejido, me enderecé percatándome de un ronquido demasiado sonoro, asustada deje caer mi espalda en la pared buscando de dónde provenía.


Mi mirada acabo en terminar en un Rubén dormido en una silla, su boca estaba entreabierta y de ahí desprendía un hilo de saliva.

—Asqueroso —balbuceo para mí misma.


Tratando de levantarme, fue como si colocarán un peso extra en mi hombro obligándome a volver a la posición del principio. Negué con la cabeza, sin embargo, algo pasó por debajo de mis rodillas y por mi cintura levantándome.

—Lo siento, me quede dormido —se disculpa el rubio, cargándome.

Sin decir nada me llevó al comedor donde ahora rodeaba la oscuridad y no se podía escuchar ruido alguno.

—Rick está haciendo vigilancia junto con Carol. Los demás están durmiendo —explica Rubén— no has comido nada así que no te quejes ¿vale?

—Muero de hambre.


Rubén acercándose con un plato que parecía ser avena me lo entregó colocándolo enfrente mío. Sin vacilar comencé a comer de este, ganándome una sonrisa por parte del rubio.

—Me recuerdas cuando comía pizza —dice—. Dios como volvería él tiempo atrás para poder comer una rebanada de pizza. Curioso ¿no lo crees? ¿Cómo abra nacido el tiempo?

—¿Me estás hablando del "eterno-retorno"? —pregunte cuándo pase aquel bocado de avena, Rubén enarca una ceja a mi pregunta, negué con la cabeza creyendo que él sabía de eso— olvídalo.

—No, no, dime —pide sentándose muy cerca mío a la par que me veía fijamente.

—"Eterno-Retorno" es una visión general del tiempo, todos los acontecimientos que genere este siguen las reglas de la casualidad. Hay un principio del tiempo, y un fin, que a su vez vuelve a tener un principio —digo con una sonrisa, recordando el pasado— En sí habla de los mismos acontecimientos que se repiten en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación.

— ¿De dónde has sacado eso tía? Es decir, ¡suena la jodida polla! me gusta.


Sonreí de lado: —Era bibliotecaria. A mi alrededor solo se encontraban millones de libros, enciclopedias, biografías, teorías, leyes. Mi universo.

—Parece que eras muy feliz en el pasado —comenta Rubén tomando una postura recta.

—¿Tú no?

Rubén gira de golpe hacia mí y frunce ceño.

—Por supuesto que sí —afirma, pero su tono de voz no era seguro de sí mismo —o no lo sé, comencé a ser conformista con las cosas que me rodeaban.

—"Es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho, es mejor sócrates insatisfecho que un loco satisfecho" —cite la frase de un viejo libro provocando que Rubén me viera confundido— la frase que cite dice que "Es mejor ser alguien insatisfecho que un cerdo satisfecho, porque un cerdo lo único que hace es comer y dormir a diferencia del hombre. Luego dice es mejor sócrates insatisfecho porque aunque este insatisfecho podemos asegurar que se esforzó aunque no dio muchos frutos y un loco satisfecho podemos estar seguro que no trae nada bueno."



Rubén suelta una pequeña risa, mostrándome sus hoyuelos. Este asiente.

—Me gusta cuando cuentas cosas inteligentes—confiesa recargando su cabeza en la mesa, sin dejar de verme— Me da mucha calma.

—¿Calma?

—Es como si supieras todo pero a la vez nada, y eso hace que no me sienta tan estupido.

Solté una pequeña risa, negué con la cabeza para volver a retomar mi acción de comer.

—Agnes, ¿Puedes contarme cómo eras de niña?


Un poco confundida asentí, tragué, y proseguí.



—Le tenía miedo a cualquier clase de cosas, la oscuridad, los payasos, las miradas de los demás niños y niñas, me gustan diferente cosas; el helado, saltar en los pequeños charcos de agua. Que mi madre me peinara mi cabello mientras que cantaba una canción, el chocolate caliente mientras veía mi programa favorito de televisión. –dije con notable melancolía. —¿Por qué la pregunta?

—Quería ver si era él único que hablaba con melancolía sobre el tema. —dice encogiéndose de hombros— extraño las noches frías de Noruega, cuando me abuelo me contaba historias de la Segunda Guerra Mundial y los días de pesca. —sus ojos se volvieron cristalinos— quiero que esta pesadilla acabe. Solo eso



Dejando caer mi cabeza en su hombro, este apoyo su cabeza en la mía. Coloque mi mano sobre la suya.

—Debemos enfrentar la realidad, o si no está viene tarde o temprano. El mundo no va a parar solo porque tú te sientes así —conteste dándole una leve caricia en su mano.



Este costosamente asiente, cerré mis ojos escuchando el latir de su corazón, sin embargo los abrí a tope cuando noté como Rubén entrelazo su mano lentamente con la mía.

汽油Donde viven las historias. Descúbrelo ahora