10.

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"Se dice que cuando una persona deposita un beso en la frente; siente protección y amor. La persona que te deposite el beso quiere que tengas un mundo mejor, que seas feliz y estés protegida"










—Oye Doblas —le llamo— necesito ayuda con las rejas. Maggie y Glenn todavía no regresan de su búsqueda de leche para la bebe.

—Pelirroja si no lo has notado estoy teniendo aún pequeño humano entre mis manos— dice elevando a Judith por los cielos ganándose risas de la pequeña bebe— La fea de Agnes nos quiere separar ¿verdad que tú no quieres eso?—pregunta en tono mimado haciéndole un puchero a la bebé— No, no quiere.

—¿Para qué le preguntas si a fin de cuentas te respondes solo?

Ante mi pregunta de gira a verme con una mirada incrédula: —Deja de arruinar mis conversaciones con la bebe —advierte en tono gracioso.

—Bueno, como sea, te necesito en las rejas conmigo ahora. —digo girando sobre mis propios talones.


Caminando a través de ese patio sucio llegue a las rejas, captando la atención de todos los caminantes llegaron azotandose donde me encontraba.

—Que bonita sonrisa —digo para mí misma al notar como un caminante comienza a morder la reja.

Tomando aquel viejo fierro del suelo procedí a matar al primer caminante dándole en medio de sus cejas. Retire de golpe el fierro provocando que este cayera de inmediato al suelo; repitiendo el mismo procedimiento con cada uno de los que se estaban acomunando, me acerqué a la última reja pero antes de poder matar a otro caminante, un cuchillo ya había atravesado su garganta.


—Tardaste Doblas —digo dándole una sonrisa de lado.

—La bebé no me quería soltar, no es mi culpa que sea irresistible hasta para las menores—responde llevando su mano a la nuca colocando una pose de diva.

—Bueno, 'todas mías' ¿Me ayudas a terminar con los demás caminantes?

—Eso no me decías a noche.

De manera cómica sube y baja sus cejas, sin poder evitarlo solté una pequeña carcajada. La mirada verde de Rubén se posó en mi, me observaba con cierre brillo; cuero brillo que me atemorizaba pero me gustaba a la vez. Haciendo un mechón de mi cabello hacia atrás de mi oreja, una sonrisa apareció en el rostro de Rubén.


—¿Por qué me miras tanto?

Ante mi pregunta, comienza a parpadear y desvíe la mirada un poco incómodo. Sin contestar regresa su labor a matar a los caminantes dejándome a mí con un silencio incómodo.

— Agnes —me llama viendo fijamente aún caminante; su mirada refleja tristeza— No te acostumbres a mi.

Su comentario hace que abra mis ojos a tope; ¿A qué se refería? Pero lo más importante ¿Por qué me afectó lo dicho por él?

—¿Cómo así? —pregunto irónica, sintiendo como mi voz se quiebra al decir la última letra.


Solo un mes a estado aquí, y a logrado hacerme reír, sonreír, cantar. ¿Y se piensa ir así porque sí?

—Que no te acostumbres a mí —repite viendo fijamente al caminante enfrente suyo— ni a mí risa, ni a mí hiperactividad, a mí olor, ni a mis risas atemporales. No te acostumbres a llamarme "marica", ni a que me cuentes tus cosas o que yo te cuente las mías.

— ¿A qué viene eso? —pregunto dando un paso enfrente sintiendo la desesperación en las que recibo sus palabras.

—A nada, un día simplemente moriré por una de esas cosas y me iré y echarás de menos esas cosas a las que ahora te estás acostumbrado.


Desesperada ante aquella confesión me acerco a él para tomarle de la mano con desesperación.

—Todo el tiempo estuve queriendo olvidar, desde que empezó a doler, y ahora ya no lo hecho de menos. Desconfiaba de todo mundo—confesé viéndolo directamente a sus ojos—Tenias razón, ganaste. Me rindo, yo me equivoque; solo necesitaba de hablar con alguien. Y ese alguien eres tú, no pienses en irte cuando me has hecho hacer la misma que antes. ¿Crees que puedes irte cuando me has hecho feliz?


—Todos nos vamos... —dice en un susurro.

—¡No! —lo interrumpo— ambos vamos a sobrevivir, ambos vamos a vivir enfrentando a todas están cosas que nos rodean.


—¿Hasta cuando seguiremos luchando, viendo a nuestros amigos caer, cuánto tiempo es el necesario?

Siempre —afirmó dándole un leve apretón de mano.


Antes de que el rubio pudiera contestar, algo se azoto contra la reja llamando nuestra atención. Entre los caminantes se encontraba una mujer de tez morena viéndonos fijamente ahí sin decir nada.


—Agnes —dice dando un par de pasos hacia atrás— ¿estoy quedando loco?

—Yo también la veo —afirme, fruncí mi ceño al ver que los caminantes no la tocaban; sin embargo algo colgando de su mano capto mi atención por completo.— ¿De dónde conseguiste eso?


Sin embargo no hubo respuesta, Rubén que se mantenía a mi lado firme comenzó a caminar hacia la salida de la reja. Ayudando sin ningún problema a la mujer que cojeaba. Caminando hacia ella, pase un brazo suyo por mis hombros ayudándola a mantenerse de pie; en el momento en que entramos al pabellón, la dejamos en una de las sillas del comedor, el rubio sin dudar corrió por el mayor a su celda.

—¿Cómo sabes que necesitábamos esa leche?—pregunte colocándome en cuclillas frente de ella.

—Una mujer bonita —responde entre quejidos — y un chico asiático. Estaba huyendo de alguien cuando me los tope sin embargo no se dieron cuenta de mi presencia pero el hombre que me seguía, parecía conocerlos. Se los llevó, mencionaron una prision y si no me equivoco es la más cercana al lugar donde se los llevaron.

Sacando mi arma de mi espalda le apunte aún sin moverme de mi lugar.

— ¿Cómo puedo confiar en ti? -la oración dicha fue acompañada por la acción de quitarle el seguro a mi arma.

— No me hubiera arriesgado al venir hasta aquí, pude a ver tomado la canasta e irme lejos. Pero ellos no merecen esto, al igual que ustedes.

Sonreí levantándome de mi lugar para poder guardar mi arma en mi espalda. Antes de poder decirle otra cosa a la morena, Rick entró a la habitación para dirigirse hasta ella.

—Quiero hablar a solas con ella. —ordena.

Acatando su orden salí del comedor para dirigirme a las celdas. Pero una mano en mi brazo me detuvo seguido de un beso en mi frente.


—Gracias por lo que me dijiste en las rejas—susurra Rubén.

Sin contestar, él me envolvió en un abrazo cálido. La diferencia de estaturas se hacía más notable.



Podía escuchar el latir de su corazón a la par que el depositaba un beso en mi cabeza.

Comienzo amar mi estatura.

汽油Donde viven las historias. Descúbrelo ahora