24.

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Sin importar las miradas que me daban a mí y a Aiden, comenzamos a comer todo lo que nos había preparado Carol.



Extrañaba tanto su comida.




—Bueno, a vista que todos los del grupo vivimos con alguien y no tenemos un poco más de espacio en nuestras casas –dice Rick dándonos un rostro de sorpresa al ver como comíamos — ¿Les importa si viven ambos en una casa?



—Me da lo mismo —responde Pearce con la boca llena. Asentí apoyándolo.


—No creo que sea una buena idea Rick —interviene Rubén dando un paso enfrente llamando la atención de todos.



—Tranquilo Romeo, que el amor de Agnes te pertenece —agrega burlonamente Daryl— que te a estado buscando todo este tiempo.





—Lo sé —afirma Rubén entre dientes— sin embargo no lo conozco de nada a él.




Pearce tragó lo que haya sido, limpio su boca con su chaqueta y hablo:


—Mi nombre es Aiden Pearce, vengo de Chicago. Tengo 28 o 29 años, estoy con Agnes desde hace un año más o menos. Me gusta mucho el café por las mañanas, soy bueno usando armas de cuerpo a cuerpo, no tengo idea de cuantos caminantes e matado pero sé que son los suficientes para saber defenderme por mí mismo.



—¿Novia? —agrega con rabia Rubén.



Baje lentamente la cuchara que iba directamente a mi boca, gire un poco a ver a Aiden, este se ocultaba con su gorra pero alcance a ver cómo una lagrima salía de su ojo.




—Creo que no debemos hablar de eso —intervine—Podemos vivir juntos, no hay problema, somos amigos, también Raspberry vendrá con nosotros.



—Y de hecho le urge que lo bañen, hace mucho que no tenía el olor a caminante en mi nariz —comenta Carol provocando que el can que estaba en la habitación ladrara y siguiera comiendo.



Un poco dudosa de mis palabras deje de comer, y con nerviosismo mire a Rick.

—¿Estuvieron aquí, desde que me separe de ustedes?


—No —se apresura a decir— Tuvimos complicaciones con unas personas lo cual provocó que estuviéramos un año vagando por bosques, carreteras, pueblos, después Aarón nos encontró. Desde esos entonces jamás vimos más sobrevivientes.



—Ya veo —susurre algo incomoda ante ello.


—Creo que algunos no tenemos esa suerte —espeta con furia Pearce— en fin. ¿que haremos aquí?


Lo que haya sido anteriormente mi compañero, se parecía demasiado a Rick lo cual provoca que el shérif le de una mirada de total incredibilidad.


—Bueno, está es su casa, creo que ambos quieren darse un baño y dormir un poco. Lo aceptaremos, pero... dentro de una semana retomarán los labores que hacemos en la comunidad, Deanna —Raspberry gruñe ante ese nombre— les asignará sus actividades. Solo queda decir "Bienvenidos a Alexandria"




—¿Sin un tour, ni nada? —dice Pearce ganándose una mirada de fastidio de parte de Rick. —Ya entendí, bueno yo iré a bañarme, creo que me servirá de mucho. Adiós Ras.



Rubén frunció notoriamente su ceño, y se cruzó de brazos fastidiado ante aquel nombre que pronunció Pearce.




—Yo creo que bañare a Ras, como dice Carol, es como si un caminante estuviera aquí adentro. Yo...—dije comenzando a rascar mi nuca nerviosa.




Todos entendiendo mi nerviosismo, comenzaron a retirarse de poco a poco. Apreté los labios viendo la última persona que se había quedado.





Rubén.







—No hemos tenido oportunidad de hablar a solas—susurra despeinando su cabello— Realmente no sé por dónde empezar a decirte lo mucho que siento que hayas pasado por todo tu sola. —sus ojos se humedecieron— Lo siento tanto que pasaras eso por ti sola... y peor aún con un extraño que no me da confianza. Desde la pérdida de la prision no sabes cómo me lamenté a ver corrido para ayudar a Rick.


—No estuve tan sola —conteste viendo a Raspberry acostarse en el suelo— nuestro hijo estuvo siempre conmigo.


—Ahora puedo entender que puedes ser una madre —comenta soltando un par de lagrimas— No merezco tu perdón... Realmente no lo merezco. Si me dejaras de amar yo... yo...





Te perdono —interrumpo con desesperación, sin embargo Rubén giro dispuesto a irse, aunque Aiden estuviera arriba quizá escuchando todo, y probablemente se burle de mí. Me levanta de mi lugar con mi cordura dependiendo de un hilo, las lágrimas salieron sin control. Como ya era de costumbre—Te perdono, por nuestro primer beso que sacudió mi alma, por hacerme volar cuando llegaste y por dejarme caer cuando te fuiste, por haberme partido el corazón, pero ahora estás aquí Rubén y si aún me amas... —se giró a verme con una mueca de dolor— Te perdono por todo.




—Yo me voy...





Entreabrí mis labios sorprendida al notar su única respuesta, sin embargo, no recorrí medio año vagando por bosques buscándolo para obtener ese tipo de respuesta.



—¡Espera! —grite— Dame una vida... Una vida junto a ti, y juro que te haré feliz.



—Es que... no sé si... Es un lío.

—¿Qué es un lío?

—Mi cabeza, Te amo, jamás dudes de ello, pero tan solo de verte con esas ojeras, sé que soy enfermizo para ti.


—Te amo —respondo segundos después— Y si no es lo suficiente para que te quedes... No sé qué más hacer.


Rubén apretando los labios camino con fuerza hacia dónde estaba para después envolverme entre sus brazos.



Después de tanto tiempo, no me volvía a sentir segura pero en los brazos de Rubén me sentía perfecta, segura... con vida.



—Siento que sin ti estoy mal y contigo siento que todo es diferente. Hicimos tan mal en separarnos—dice sobre mi oído con voz rota.




—¿Me das un beso? —pedí.


Rubén separándose de mi, acuno mi rostro entre sus manos.


—¿Dónde? —pregunta observando mi rostro.


Sonreí de lado.



—Sorpréndeme.

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