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Me permití acariciar una vez más el cabello rubio de Ruben mientras este me abrazaba por la cintura. Entre risas negué con la cabeza.




— Mujer, no me hagas repetírtelo o si no esta vez tomare serias consecuencias sobre el asunto. Tienes menos de un segundo para decirme lo que ocurre—advierte buscando mi mirada, sin embargo cierro los ojos con fuerza para evitar que vea sus ojos verdosos.— Estas perdiendo tiempo valioso para poder decirme lo que te a estado preocupando estos días.






Abriendo lentamente un ojo note como Rubén ya se encontraba enfrente mío observándome con el ceño fruncido, este espera una respuesta sería.




—No me has besado desde que estoy aquí —conteste haciendo un puchero con los labios.



— Oh, ¿solo era eso? Me hubieras dicho desde un principio, tengo todos los que quieras guapa—responde subiendo y bajando una ceja de una manera divertida.





Con una sonrisa este se acerca a mis labios para rozarlos suavemente con los míos, –¿Te he dicho que me encanta la forma de corazón que se forma en tus labios? —pregunta aún sobre ellos, negué con la cabeza con cuidado de permanecer aún cerca de él— Me encanta.



Y con aquel comentario junto mis labios con los suyos, llevando mi mano a mi nuca me permití a darle una leve caricia a este a la par que el rubio me otorgaba un leve apretón en mi cadera. Separándonos ambos jadeantes, observe de nuevo aquel brilló con el cual me miraba desde la época de la prisión.




—Nunca te lo dije pero me encanta en la manera en la que me miras —susurre permitiéndome acariciar sus dos mejillas.



—Lo sé, machorradice burlón a tal apodo que no me decía en años. Simplemente cuando tenía miedo se escondía detrás mío y temblaba.


Marica.





Ambos soltamos unas risas evidentes difíciles de ocultar, en el momento en que Ruben volvió a colocarse a mi lado. Me dediqué a observar su perfil —¿Sabes? A pasado mucho tiempo, ahora las cosas cambian. Creo que ahora la que va a temblar y se esconderá, serás tú —dice seguro Ruben de sus palabras para después mirarme— espero que mi espalda sea un escudo para ti.



— ¿La mía era eso para ti?


— ¡Por supuesto! Cada vez que alzabas un arma para mí era lo mejor del mundo ver a una chica siendo ruda. Me lastimabas con tus palabras pero joder que me gustaste cuando choque contigo, fue en plan ¡Ostia puta, una chica te a salvado y esta como quiere, impresiónala! —exclama con evidente emoción en cada una de sus palabras.




— ¿Sabes qué actuaste como un idiota no? —cuestione provocando que su sonrisa se borrara.


—Tía, que no tienes porque ser tan dura —ataca con un puchero.




— ¿Ya pueden dejar de derramar amor por todos lados?



Ambos asustados giramos para poder ver a Carl
-que ahora posee una venda en su ojo derecho- este jugando con una pelota pasándola en mano a mano se acerca para poder sentarse en un sillón del otro lado de la habitación.


— Me enferman —comenta llegando a este.


— Si claro, como no tengo una larga cabellera—dice Ruben fingiendo tener el cabello de mujer—color castaña, como no tengo un diminuto cuerpo de adolescente y como no me llamo ¡Enid!


汽油Donde viven las historias. Descúbrelo ahora