Capítulo 12 - Nerviosismo

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Nerviosismo

El estridente grito de Lólindir me hizo activar mis ojos sin pensarlo, inmediatamente un fuerte crujido golpeó mis oídos haciendo que diera un salto hacía un lado, gracias a mi habilidad podía ver todo en cámara lenta, dándome el tiempo suficiente para alcanzar el rifle que se encontraba descansando mi espalda, al caer al suelo rodé y giré apuntando el arma hacía el origen de aquel escalofriante crujido. De mi lado derecho se encontraban Nindë y Merenwen con sus brazos extendidos y con una mirada retadora, por mi lado izquierdo Finrod, Fëanáro y Lólindir adoptaron una postura defensiva hacía la misma dirección.

Un gigantesco estruendo golpeó la tierra de tal manera que la hizo vibrar bajo nuestros pies, haciendo que todos se quedaran mudos por unos segundos, dicha paz no duró más de tres segundos gracias Lólindir.

- Al menos me da gusto que pueden reaccionar de menara agresiva contra un árbol.

Su voz lanzó una combinación de vergüenza y risa entre todos, ya que el crujido que escuchamos se trataba de un árbol que empezaba a caer sobre nosotros.

- Al parecer, los idiotas de movilidad no calcularon bien el destino y el hechizo destruyó la base del árbol.

Acto que parecía totalmente cierto por la calma de todos al volver a enfundar nuestras armas y objetos. Con esa forma de iniciar no quiero imaginarme cómo puede evolucionar esto... tal vez se trate de una misión extremadamente fácil pero disfrazada de compleja para subirnos el estima... o puede tratarse de otra de las tontas pruebas de Huor... no sé y no creo que sea el momento para pensar en ello.

- Muévanse, somos vulnerables si nos quedamos aquí, sería fácil identificar un portal de traslado si ha derribado un árbol.

Fue así que empezó a caminar Lólindir dentro del bosque, mientras me ponía en marcha, giré la cabeza y noté un corte casi perfecto en la mitad del diámetro del árbol... ahora entiendo porque seríamos fáciles de detectar.

Durante el trayecto, Lólindir repitió todas las instrucciones que nos ha dado Huor, igualmente no pretendía perderme cualquier detalle que pudiera ser importante. Aunque por otro lado, el lugar era maravilloso, un riachuelo totalmente cristalino fue nuestro acompañante eterno, la luz apenas se colaba entre las hojas de los árboles tan altos como titanes, una brisa fresca y húmeda que otorgaba un ambiente sumamente acogedor, pero el sentir el constante golpeteo del martillo del arma en mi espalda se aseguraba el no olvidar el motivo para estar aquí.

- Fëanáro, usa tu flauta, necesitamos apoyo aéreo.

Le indicó Lólindir con tono calmo pero sin despegar la mirada del frente. Él acató la orden sin titubear y al soplar aquella flauta con grabados bastantes obvios en forma de un cuerno de dragón no escuché sonido alguno. Inmediatamente entramos a un pequeño valle dentro del bosque rodeado por múltiples montañas.

- Este hubiera sido un mejor lugar para transportarnos... en fin, los idiotas de movilidad nunca aprenden. ¿Cuánto tardará Idril en llegar?

- Idril sin jinete puede romper la barrera del sonido.

- No creo que sea suficientemente rápido.

- ... Sabes, los dragones cuentan con magia... Estará aquí en tres... dos... uno...

El cielo se obscureció por un momento, una ráfaga de viento golpeó el suelo brutalmente y al mirar al cielo, se encontraba el desgraciado, bastardo y con problemas temperamentales de Idril aterrizando a unos cuantos metros delante nuestro.

- Llegas tarde Idril.

Dijo Lólindir con tono satírico que no pareció molestarle a Fëanáro, o por lo menos lo disimuló muy bien. Finrod se encontraba totalmente emocionado por ver a un dragón tan cerca... por mi parte, esperaba con toda mi alma que no me arrancará la cabeza, en este preciso momento le tengo más miedo a Idril que a todos los miembros de todas las organizaciones juntos.

- Fëanáro, necesito que hagas un vuelo circular sobre nosotros, me imagino que puedes manejar la invisibilidad.

- No hay ningún problema.

- Avísanos si encuentras cualquier persona o ser vivo extraño en un radio de diez, cinco y un kilómetro alrededor nuestro.

- ¿Cómo esperas que haga eso?, ¿dejo que Idril gruña dos veces si encuentro algo a cinco kilómetros?

Lólindir clavó su mirada sobre el joven jinete sin decir absolutamente nada, retándolo a encontrar una solución.

- Yo puedo hacerlo, aunque no seré útil para el combate inmediato.

Dijo Nindë en voz alta, aunque no parecía ser del agrado de Lólindir, asintió con la cabeza y empezó a caminar.

Ella se acercó a Fëanáro y pude ver como colocaba un delgado hilo de color violeta que los conectaba, apenas susurrando ella dijo: "con solo pensarlo puedes comunicarme lo que sea".

Acto seguido, el jinete montó su dragón y levantó vuelo, desapareciendo casi de inmediato de la vista humana... aunque para mí, tanto Idril como Fëanáro se convirtieron en una masa inmensa que resplandecía de un color rojo intenso, era como estar bajo dos soles a la vez... espero que nadie del bando contrario pueda ver lo mismo que yo.

Empezamos a caminar por el bosque con un paso un poco torpe ya que Merenwen guiaba a Nindë quien siempre tenía un ojo cerrado, no creía que perder la vista en un solo ojo podría desorientarte tanto, pero con tal de permanecer juntos, Lólindir aceptó el paso lento.

- Galdor, quiero que actives tus ojos y me digas si puedes ver algo extraño.

- Los tengo activos desde que llegamos.

- Bien, los ojos bien abiertos, no quiero ni una sola sorpresa.

Sin querer me he dado cuenta del gran poder que tenemos juntos, una vista aérea, comunicación directa, Merenwen funcionaría como protectora de Nindë, yo estoy dando soporte en tierra y aún quedan Lólindir y Finrod que son especialistas en combate cuerpo a cuerpo... en teoría nadie se nos puede acercar... o huir de nosotros, Huor no mintió sobre el poder que podríamos tener como equipo.

Con cada paso el ambiente se volvía más calmo y la tensión bajaba poco a poco. De vez en cuando el enanito de plomo nos recordaba no bajar la guardia en ningún momento... creo que nos veía muy cómodos con la situación.

Una hora de caminata después nos llevó hasta un acantilado, Idril y Fëanáro no reportaron ningún comportamiento extraño, Nindë tomó asiento detrás de un árbol junto a su protectora. Lólindir me pidió que lo acompañará al borde para dar un vistazo y a Finrod que se quedará detrás. Comenzamos a arrastrarnos lentamente para no revelar nuestra posición.

- Hecha un vistazo con tu rifle.

Ordenó Lólindir con aplomo, deslicé el arma por mi espalda y la empotré en mi hombro, mantuve ambos ojos abiertos, uno para tener una vista panorámica del lugar y el otro a través de la mira telescópica.

Debajo del acantilado se encontraba una pequeña casa de madera, no noté ningún movimiento por las ventanas ni en los alrededores, pero algo llamó mi atención.

- ¿Puedes ver algo?

No le respondí, busqué por la puerta, debajo de la mesa que apenas se asomaba por la ventana e incluso miré por las pequeñas rendijas entre las tablas de madera... pero no había nadie.

- ¿Qué pasa Galdor?

Retiré lentamente el ojo de la mirilla y le respondí:

- Es extraño, no encuentro a nadie ahí abajo... pero.

- ¿Pero?

- Pero hay tres residuos de energía dentro de la casa, no parecen ser un hechizo ni nada así, parece más un rastro humano... pero no hay nadie cerca.

- Esto pinta mal... según Huor, esta es la última posición conocida de nuestros compañeros.

El Credo - Iniciación IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora