Capítulo 26 - Tinúviel

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Tinúviel

El sonido hipnótico de un par de tacones resonaba por los pasillos con peculiar ansiedad por llegar a su destino, al atravesar la puerta del infame pero necesario despacho la imagen de Huor mirando por su ventana destrozada mostraba una inquietante calma.

— Necesitamos hablar. — Dijo Lúthien después de cerrar la puerta.

Huor giró lentamente con una mirada que absolutamente nadie conocía por excepción de Lúthien. Una obvia preocupación crecía en la comisura de sus labios junto con un movimiento acelerado de un bolígrafo que giraba en su mano derecha.

— ¿Te encuentras bien Huor?

— Si, solo estoy esperando un poco. — Respondió Huor con lentitud.

Lúthien caminó con expresión atónita hasta estar de frente con el líder del Credo, unas cuantas miradas se intercambiaron unto a un silencio que anunciaba los hechos futuros.

— ¿Estás seguro que es lo correcto? — Preguntó Lúthien.

— En 150,173 escenarios que he analizado solo existen cuatro vías principales, una de ellas es la que debemos evitar pero en cualquier caso de las otras tres posibilidades el daño colateral es inminente. La pregunta en cuestión es la acción a tomar para obtener el mejor resultado a largo plazo. — Contestó Huor con la mirada sobre su escritorio.

Una enorme pila de papeles se distribuía en los acabados de madera del escritorio, líneas de tiempo, árboles de decisiones, anotaciones y predicciones mostraban un camino evidente. Lúthien tomó un par de hojas para observarlas detenidamente, el leer la parte inferior del documento entendió las palabras de Huor.

— ¿Sabías que esto pasaría? — Preguntó angustiada Lúthien.

— Conocía el final... pero el camino a recorrer sabes que es desconocido para mí.

Huor caminó hasta una estantería del lado derecho de su oficina, tomó un libro con páginas blancas que abrió entre sus manos, acariciaba las hojas con suavidad y nostalgia.

— Necesito tu ayuda. — Dijo Huor mientras levantaba la mirada.

Lúthien asintió con la cabeza y se acercó para colocar su mano sobre las vacías páginas.

— ¿Es nuestra única esperanza? — Preguntó Lúthien con miedo.

— La esperanza no existe, es una mera ilusión a nuestra incapacidad de aceptar las consecuencias de nuestros actos. — Replicó Huor con frialdad.

— ... ¿Lo es?

— Ambos sabíamos que el día llegaría, afortunadamente tenemos a las personas indicadas para completar lo que hemos empezado... así signifique abandonar nuestras promesas.

Lúthien miró a Huor con una lágrima que recorrió su mejilla hasta estrellarse con el suelo de madera, perdiéndose entre el diminuto espacio entre las tablas que creaban música al caminar sobre ellas. Ambos cerraron los ojos, no en un acto de resignación, sino de entrega total a su causa.

— Cuando nos movemos, nos camuflamos, esperamos de pie entre las sombras, vivimos para esto y nada más, nosotros somos lo que has creado. — Ambos recitaron las palabras en coro y sincronía.

La ventana dejó pasar una brisa fantasmal que envolvió tanto a Huor como a Lúthien, sellando sus palabras dentro de aquel libro. Al abrir los ojos, Huor se aproximó a su escritorio y guardó el libro dentro de una de las gavetas.

El Credo - Iniciación IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora